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Un nuevo tipo de racismo, la vejez

28/11/2022 22:23 Opinión
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Un nuevo tipo de racismo, la vejez Un nuevo tipo de racismo, la vejez

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el edadismo como un estereotipo, prejuicio y discriminación hacia las personas de ciertas edades debido a la afectación o deterioro natural de su salud. Incluso, este ha sido señalado como la tercera forma de discriminación, después del racismo y el sexismo.

El proceso de envejecer y las personas mayores han estado rodeados de creencias y estereotipos relacionados, entre otras cosas, con que todos los adultos mayores son enfermos, que pierden su autonomía, que sufren de deterioro intelectual, que tienen mal carácter, que se infantilizan, que pierden su sexualidad. Los estereotipos negativos, los prejuicios y las percepciones negativas basadas en la edad de las personas no sólo conducen a una salud más pobre y al aislamiento social, sino que también le cuestan miles de millones de dólares cada año a todas las economías del mundo.

El prejuicio ante la vejez. La discriminación que sufren los ancianos y las ancianas por parte de la sociedad. Creo que es una discriminación que hay que combatir. Creo que se ha avanzado en la discriminación contra la mujer, contra la obesidad, contra las personas trans, falta ahora trabajar en la discriminación contra la vejez, que es muy extendida en todos los ámbitos y es muy inconsciente, además. Es algo muy arraigado, sobre todo en la cultura occidental que está centrada en el consumo. Vivimos en una sociedad capitalista de consumo y los viejos y las viejas somos muy malos consumidores. Tenemos una capacidad económica muy baja, no solo por nuestras humillantes jubilaciones sino también porque la sociedad no nos permite generar otros ingresos. Una persona grande nunca es tomada por una empresa. Incluso cuando se jubila ya no se puede tomar ningún cargo público.

Y después la sociedad está centrada en la juventud. La vejez es considerada fea. Los viejos somos feos.

Además, hay una cuasi equivalencia entre vejez y enfermedad. La vejez es cuasi considerada una enfermedad letal, incurable. Y después están los prejuicios. Habrá que  usar la palabra viejo o vieja con más libertad.

La palabra viejo es una de las palabras que tiene más sinónimos en la lengua castellana porque es muy difícil decirla. Yo creo que hay que reivindicar las palabras viejo, vieja, vejez porque el no poder decirla libremente es parte del viejismo. Es más fácil decir tercera edad, persona mayor, abuelo, edad avanzada, longevos, clase pasiva,  etc.

Para la sociedad, los viejos y las viejas somos gente depresiva, vulnerable, aburrida, según el cliché. No interesa mucho lo que decimos, fastidiamos con nuestros recuerdos.

Por supuesto, se tiene cierto sentimiento de culpa cuando se habla del tema; es como si se dejara de lado el cuarenta por ciento de la sociedad en la pobreza y en la miseria, de los cuales los ancianos y las ancianas son los personajes más vulnerables. Porque esas familias centradas en la supervivencia no tienen posibilidades de ocuparse de sus viejas y de sus viejos. O sea, es una situación de extrema vulnerabilidad y acortamiento de vida.

No es como antes que uno se jubilada, pasaba un poco más y se moría. Hay toda una etapa en la que hay que hacer que los ancianos y las ancianas estemos activos, que estudiemos aquello que no sabemos, que hagamos cosas nuevas, que nos juntemos con personas, mantengamos actividades de socialización. No es cierto que los ancianos y las ancianas estamos condenados a la soledad, el aislamiento. Esas son cosas que hay que resolver.

El historiador y médico psiquiatra Pacho O’Donnell se refiere  al tema cuando dice que los próceres pasan de hacer sus actividades patrióticas a la nada. Es muy interesante saber qué hicieron nuestros próceres de viejos.

San Martín, por ejemplo, cuando es viejo, en su destierro, se encuentra con su pasión por la cultura, inclusive por su afición por pintar. San Martín pinta.

Pinta sobre todo marinas, barcos y tormentas. Pinta mares procelosos, nubes algodonosas. él se encuentra en la vida cultural de París de alguna manera introducido por sus amigos. Se hace amigo de Zola, Gioacchino Rossini, a los setenta y dos años. Es una edad muy avanzada para la época y él aprovecha ese tiempo. O sea, las viejas y los viejos tenemos que estimularnos a incorporarnos a actividades.

El  problema fundamental de los viejos y las viejas es que somos viejistas. O sea que nosotros mismos nos creemos lo que la sociedad dice. Entonces nosotros mismos nos dejamos estar, nos condenamos a la soledad, al aislamiento. Vamos de guardia en guardia.

Es muy importante que mantengamos un buen estado físico. Porque es la principal defensa contras las enfermedades. Un ejemplo muy claro lo dio el Covid. La pandemia se aprovechó de la situación de deterioro de los mayores y los hizo sus víctimas principales, pero no porque tuvieran una atracción biológica particular sino porque encontró muchos cuerpos en deterioro. Porque las ancianas y los ancianos en general creemos que la vejez es sinónimo de deterioro, entonces nos quedamos quietos, nos instalamos frente al televisor, no nos movemos. La historia no es que no nos movemos porque somos viejos, sino que somos viejos porque no nos movemos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda hacer ejercicio durante ciento cincuenta minutos semanales, o sea, media hora por día. Yo hago más.  Lo importante es poder armarse cierto equipo, aunque sea muy precario e incorporarlo a tu cotidianeidad. Pero también es importante ejercitar el cerebro. Trabajar, estudiar, no quedarse plantado frente al televisor, que no significa ninguna gimnasia mental. Hay que hacer gimnasia mental.

Pero creo que cada uno tiene que hacer lo que más le conviene o más le guste. Pero hay que hacer, no hay que mentirse. Salir a caminar de vez en cuando no es un ejercicio, no es entrenamiento. A veces los ejercicios con pesas en tercera edad se hacen con pesas demasiado livianas. El trabajo corporal tiene que tener una cierta intensidad y un cierto rigor. Por eso, para el que puede y quiere ir a un gimnasio, hay profesores especializados en tercera edad.

Y sobre todo hay que socializar. En Argentina hay muchas instituciones, de municipalidades, de clubes que hacen actividades. Es muy importante que los ancianos y ancianas nos integremos. Es importante no estar quietos y es importante socializar. O sea, hay que pelear contra nuestra propia tendencia al viejismo.

Al cuerpo hay que cuidarlo, hay que ser su amigo. Uno no puede abandonar el cuerpo, mucho menos a cierta edad porque el cuerpo no te abandona nunca. Generalmente a eso de los cuarenta años uno abandona al cuerpo, piensa que eso es cosa de jóvenes. Y no, el cuerpo está ahí, con su energía, con su vitalidad, con su sexualidad.

Siempre hay como una supuesta antinomia entre cuerpo y mente. Como que si sos intelectual no tenés cuerpo y si sos atleta no tenés cabeza.

Hacer gimnasia desarrolla la actividad intelectual porque genera ciertas hormonas que facilitan el trabajo intelectual. Se han hecho estudios de capacidad intelectual antes y después de una sesión de gimnasia y la capacidad intelectual aumenta. Se aumenta la irrigación cerebral. Así que en la realidad no hay ninguna contradicción. Son los aspectos culturales los que suponen que cuerpo y mente van por carriles distintos.

Se supone que las viejas y los viejos son asexuados. El viejismo es muy focalizado en la mujer. La mujer sufre más el viejismo que el hombre, es doblemente discriminada, por vieja y por mujer. Eso se nota claramente en la cultura occidental, tiene dos funciones que justifican su existencia: ser bella y ser fértil. Cuando llega a la vejez, de acuerdo con los cánones, pierde las dos cosas. Porque el criterio de belleza es joven.

La sexualidad no se acaba para nada con la menopausia, al contrario, después de la menopausia puede suceder una sexualidad más libre porque ya no hay temor a embarazarse. Hay una sexualidad más tierna, con más sensualidad, con más juego sexual, juego erótico. Inclusive cuando se van los hijos, ya no se teme que un hijo se meta en el cuarto, hacer ruido. Los tiempos de las personas mayores pueden ser tiempos muy felices sexualmente.

El gran problema es que no hay políticas públicas para esa etapa larguísima de la vejez. Es muy importante entender que es una etapa maravillosa para pagar las deudas. San Martín pudo juntarse con su vocación por pintar. Todos tendríamos que hacer eso, los que tenemos la suerte de llegar, deberíamos cumplir con aquello postergado, con aquellas vocaciones dejadas para más adelante, con las que no cumplimos por exigencias, porque teníamos que pagar impuestos, porque había que trabajar, porque había que pagar la escuela de los chicos, etc.

Bueno, conectémonos con nuestros deseos. Paguemos las deudas. Estudiemos lo que no pudimos estudiar, vayamos a esos lugares donde no hemos ido y siempre tuvimos ganas de ir. Tenemos muchos años por delante. Podemos volver a enamorarnos de muchas cosas de la vida, podemos tener relaciones más sinceras y más  intensas.

Porque este milagro extraordinario que es estar vivo de alguna manera te fuerza a justificar vos tenés que hacer algo con esto. No se puede pasar por la vida mediocremente cumpliendo con los deseos de otros, sino que tenés que ser el dueño de tu vida y darle un sentido. Y eso tiene que ver con la vejez, el momento del balance de una vida bien vivida. Una vejez tranquila, serena, activa.

Los psicoanalistas  dicen que también hay que aprender a convivir con las pérdidas de los seres queridos. Se llega a la vejez haciendo muchos duelos. Uno va perdiendo muchas cosas a lo largo de la vida. La vida de alguna manera es una larga pérdida.

Se reconocen 3 tipos de envejecimiento: el exitoso, en el que sólo se presentan los cambios inherentes a la edad; el usual, en el que además se manifiesta alguna enfermedad crónica; y el envejecimiento con fragilidad, que padecen ancianos débiles y enfermizos.

El papel de las personas mayores en la sociedad ha ido evolucionando con el paso del tiempo. Así como en las culturas más tradicionales el adulto mayor sigue siendo una figura respetada y venerada, las sociedades modernas han relegado a un segundo plano el papel de las personas mayores en la sociedad actual.

Si las arrugas significan que sonreíste, las canas significan que te importo, las cicatrices significan que viviste, escuchar a Esquilo, que dice: “El viejo  halla siempre tiempo de aprender” y a Aristóteles, cuando afirma que “en el movimiento está la vida y en la actividad reside la felicidad”.


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