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EL LIBERAL . Opinión

Jugar la final del mundo….(y ganarla)

17/12/2022 22:31 Opinión
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Jugar la final del mundo….(y ganarla) Jugar la final del mundo….(y ganarla)

Hoy se juega la final y, aquí, en nuestro país, deseamos fervientemente que se dé el título. Que luego de tantos años seamos campeones mundiales. La pelota rodará y en ese momento pensaremos que es un evento fundamental para la vida. En esa situación siempre me acuerdo de una hermosa y profunda reflexión de Alejandro Dolina. El locutor –y tanto más- dijo que el secreto del futbol –como del teatro- es zambullirnos en la ficción de creer que eso que pasará durante noventa minutos y, por lo tanto, el resultado es trascendental, manteniendo la certeza mental que no lo es. Es decir, jugar a creer y al hacerlo permitirnos la emoción que emana de eso. Porque lo que sale de esa emoción es verdadero, necesario y poderoso. Así abrazarse por un gol, alegrarse a más no poder por el título es real y eso es algo que debemos comprender y disfrutar.

En esto me quiero detener. En esas situaciones que nos permitimos jugar, introduciéndonos en una pequeña ficción, que la reconocemos como tal, pero que nos permite vivenciar cosas que son deseables, lindas, buscadas, soñadas, como también necesarias para la vida cotidiana. Es decir, sumergirnos en el juego sin perder de vista la realidad nunca.  Esto es axial para el arte (el teatro y el cine están allí, debemos creer que este personaje vuela o que ciertas historias pueden ser verdad, por ejemplo), en el futbol (donde imaginamos que la alegría será eterna por haber ganado este mundial). Pero también en otras situaciones donde podemos disfrutar. En este caso me quiero referir a cuando nos permitimos participar, crear o proponer una fantasía sexual. Porque en el sexo también se debe jugar, ya que lo lúdico es lo que nos permite esa instancia donde nos imaginamos algo, nos divertimos haciéndolo y lo disfrutamos compartiéndolo.

Vuelvo, entonces a las fantasías sexuales que son escenarios que nos hacemos para disfrutar con alguien de una instancia sexual, apelando a una combinación persistente de imágenes eróticas, pensamientos y/o sonidos que aparecen en la mente para promover la excitación sexual. La fantasía, antes que nada, debe ser una instancia lúdica, donde nos creemos, por un momento que eso que decimos que haremos –no siempre hace falta concretarlo, alcanza con decirlo y creerlo- o lo que concretamente hacemos –a veces hay fantasías que se quieren, se pueden y se llevan a cabo- son útiles no por el juego específico, sino porque nos permite el deleite de lo compartido, del placer que sale de algo completamente circunstancial, pero sobre todo, porque eso nos permite que en ese instante podamos utilizar las emociones positivamente, la comunicación como la herramienta más útil para el encuentro y que la búsqueda del placer compartido tenga el sentido real que debe tener: una forma simple de encuentro, de compañía y de tejer vínculos.

Por eso la fantasía es saludable en la medida que cumpla los tres requisitos básicos que la vida sexual debería tener como norte: 1- el consentimiento como medica central e imprescindible para participar; 2- la búsqueda del placer como intento de concretar la actividad como modo de deleite, siempre respetando en el otro y en uno mismo el punto (1), obviamente y 3- El evitar el daño como medida preventiva, activa y concreta, lo que incluye, innegablemente no tomar riesgos prevenibles, no afectar los valores que se sostiene y tener claro que el punto 1 está presente siempre.

Así que en este domingo nos comprometamos a creer que es posible el disfrutar a partir de tomar decisiones y, como los otros 45 millones (aproximadamente y con mucha confianza) ser campeones del mundo, otra vez.


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