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Pandemia de estupidez

31/01/2023 02:37 Opinión
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Pandemia de estupidez Pandemia de estupidez

Cuando nos repetimos una y otra vez la pregunta “¿Qué nos pasa?”, como si hubiésemos sido atacados por una fuerza, un virus o una bacteria misteriosa que violó nuestra bondad, nuestra inocencia y nuestro derecho a ser los mejores del mundo en todo (una especie de pueblo elegido), deberíamos buscar la respuesta en Carlo María Cipolla. Cuando transgredimos leyes y normas, cuando se suceden accidentes y muertes viales debidas a la ingesta de alcohol y a la violación de velocidades máximas y otras normas, cuando se observan innumerables conductas cotidianas en diferentes escenarios, e incluso cuando se cotejan ordenanzas y dictámenes emanados de dirigentes y gobernantes, cuando nos creemos más astutos que nadie, cuando nos empeñamos vivir en la anomia, el ventajismo, la indiferencia hacia el otro y nos especializamos en hacer una grieta de cualquier tema, cuando elegimos gobernantes sin consultar sus programas (no los tienen) y pensando en beneficiarnos de sus falsas promesas, deberíamos consultar a Carlo María Cipolla.

Carlo María Cipolla (1922-2000) fue un historiador italiano, nacido en Pavia y reconocido internacionalmente por sus trabajos sobre la historia del dinero y del comercio. “Historia de la moneda”, “La declinación económica de los imperios”, “Historia económica de la población mundial” son algunos de los títulos que le granjearon respeto y prestigio. Catedrático en las universidades de Bolonia y Pavia, en Italia, de Berkeley, en California, y de la London School of Economics, en Inglaterra, Cipolla escribió, entre 1973 y 1976, dos ensayos que, en principio, estaban dedicados solamente a sus familiares y allegados. Sin embargo, trascendieron ese círculo íntimo y cada vez más personas querían acceder a ellos. Finalmente fueron publicados en 1988, en un solo tomo titulado “Allegro ma non tropo” (“Alegre, aunque no mucho”). De esos dos ensayos uno adquirió autonomía y vida propia y trajo para Cipolla una fama que excedió largamente a su profesión. Se titula “Las leyes fundamentales de la estupidez humana”.

UNA ORGANIZACIóN PELIGROSA

Escrito con un estilo claro, asertivo y didáctico, ese breve libro de apenas 89 páginas ofrece una explicación inapelable de cómo funciona una de las características que más dañan a las sociedades, a la convivencia dentro de ellas y a las relaciones humanas en general. Cipolla comienza por afirmar que la humanidad se encuentra en un estado deplorable y que sus desdichas y miserias tienen mucho que ver con el modo estúpido (son sus palabras) en que se viene desempeñando. Hay muchos más estúpidos de lo que se cree, de lo que parece y de lo que sospecha, señala, y los describe como un grupo no organizado, que no tiene jefe, presidente ni estatuto y que, a pesar de ello, logra que los actos de cada miembro contribuya a reforzar la actividad de todos los demás. “Se trata de un grupo más poderoso que la mafia, que el complejo industrial-militar o que la Internacional Comunista”, escribe Cipolla, e intenta con su libro “neutralizar a una de las más oscuras y poderosas fuerzas que impiden el crecimiento del bienestar y de la felicidad humana”.

Las cinco leyes enunciadas por Cipolla son las siguientes: 1°) Se subestima la cantidad de estúpidos en circulación; 2°) Que una persona sea estúpida no excluye que tenga también otras características; 3°) El estúpido perjudica a otros sin obtener ningún beneficio y también se perjudica a sí mismo; 4°) Es siempre un error subestimar a los estúpidos y asociarse a ellos; 5°) El estúpido es el ser más peligroso que existe, más peligroso incluso que el malvado.

Respecto de la primera ley señala que los estúpidos pueden ser las personas menos pensadas, las que parecen racionales e inteligentes, y son capaces de emerger de repente en los lugares y en los momentos menos oportunos. Son muy numerosos, aunque no más que la población humana total.

De la segunda ley apunta que se nace estúpido y que eso no tiene arreglo, es un fenómeno de la Naturaleza, como el color de pelo y de ojos y el grupo sanguíneo. El porcentaje de estúpidos es alto e inalterable y es independiente de la raza o el nivel económico, social y cultural. Abarca toda la pirámide social.

A la tercera ley la llama “ley de oro” y en ella establece cuatro categorías de personas. Los inteligentes, que obtienen beneficios para sí y hacen ganar a los demás. Los malvados, que obtienen ganancias para ellos y perjudican a los otros. Los incautos, que se perjudican ellos mientras hacen ganar a los demás. Y los estúpidos, que no solo se damnifican a sí mismos, sino a todo el conjunto. Insiste en que estos son los más numerosos y en que proliferan por la ausencia de respeto a los valores de la conducta cívica.

ESTúPIDOS Y COHERENTES

La cuarta ley apunta que olvidar el alto costo que significa tratar con estúpidos hace que se los subestime, que se crea que son menos estúpidos de lo que son, que sean menos de lo real y que se sufran ingentes perjuicios debido a esa relación. El estúpido nunca sabe que lo es y quien quiera obtener algún beneficio tratando con estúpidos cometerá un grave error y solo cosechará perjuicios.

La quinta ley considera al estúpido como una persona muy coherente, porque, a diferencia de los no estúpidos (que según Cipolla son menos) nunca cambia y se mantiene fiel a sí mismo. Jamás se dará cuenta de que es estúpido y no habrá en él ninguna modificación, cosa posible en las personas que discurren. Por este motivo los estúpidos, según el historiador italiano, son las personas más peligrosas que existen. Dentro de esta categoría se encuentran los súper estúpidos, aquellos que “con sus inverosímiles acciones no solo causan daños a otras personas sino también a sí mismos” señala Cipolla.

Las leyes enunciadas con enorme perspicacia y agudeza por el profesor Carlo Cipolla se cumplen una y otra vez en nuestra sociedad. La comprobación duele, pero permite entender mucho de lo que nos pasa y es una convocatoria a la unión de los que Cipolla describe como inteligentes.


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