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Sobre amistad y deseo

28/05/2023 03:19 Opinión
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Sobre amistad y deseo Sobre amistad y deseo

La amistad es algo que nos encanta. Hay definiciones para todo tipo, pero, en general, coinciden con que el amigo, la amiga, es aquella persona que está cuando es necesario y con el cual tienes una confianza mayor que la media, lo que conlleva que conoce, seguramente, algo más de tu intimidad que el promedio de las personas. Es una persona que ha sido testigo de muchas de tus alegrías, pero, sobre todo de alguna de tus fragilidades o de tus necesidades y ha actuado, en ese momento, ayudándote, a veces, otras, simplemente mostrando que no estás solo. En definitiva, es una persona con la que has compartido y te gusta compartir. ¿Todo? No, pero si tus mejores alegrías, porque se potencia al hacerlo, y tristezas, porque te sientes acompañado, quizás aliviado.

Es una persona y no crean que eso sea sólo una obviedad. Lo digo así porque es todo el otro el que es, eventualmente, una amiga o un amigo. Allí se agrega otro elemento a tener en cuenta. Un amigo no se transforma por eso en un ser ni perfecto, ni asexual, ni impoluto. Es decir, todos tenemos nuestras propias tonterías, inclusive los amigos. Lo que nos garantiza la amistad es, por ejemplo, que su crítica (buena o mala, inteligente o estúpida) no afecta el hecho que esa persona es en quien confiamos. Aclaremos, está bueno que sepamos aclarar para qué confiamos. Algo así como no todos los amigos son iguales, obviedad nuevamente. Ni todos te pueden aportar lo mismo. Es una estupidez pensar así.

Ahora bien, ¿qué hacemos con la posible atracción, deseo que pueda surgir? Primero, lo lógico. Recordar que sentirnos atraídos por alguien es normal, es lo que nos transforma en “seres eróticos” condición humana incluida en nuestro ADN humano. Que eso sea recíproco es muy bueno, pero, muchos lo sabemos, eso no siempre pasa; es más no es tan habitual para algunos. Pero, podemos comprender que cuanto más conocemos a alguien más fácil es que esas personas sean más interesantes para uno. Vamos conociendo sus formas, espacios y modalidades.

De repente nos encontramos siendo amigos (me sitúo aquí en heterosexual), de una mujer con la que tenemos afinidad y tenemos un afecto. Se me antojan, frente a ello, tres posibilidades: que realmente seamos amigos, que no lo seamos, pero juguemos a serlo y que no sepamos que somos, pero parece que podríamos serlos por la circunstancia. Porque cuando no sabes para dónde vas en el encuentro de alguien, con quien tienes un interés que no lo defines claramente, la palabra amigo viene bien como una suerte de “protector”. Lo que quiero señalar es que esas personas con las que vas a ser amigo, son personas reales.

Esto, por definición de heterosexual, son pasibles de ser deseables para el sexo opuesto como, si esas personas también son hetero, también nos convertimos en pasibles de ser deseables para ellas. No hay secreto sobre eso. Es lógica relacional.

Dicho de modo más directo: comprendamos que la amistad no inhibe el deseo. Pero tampoco la amistad garantiza el deseo y mucho menos que éste sea recíproco. No estoy hablando de los mal llamados “amigovios” o “amigos con beneficios o derechos” que es una categoría donde la noción de amistad es posterior al hecho de un interés sexual.

A ver, recordemos serás amigos con alguien que entra en nuestro universo de personas que te pueden aportar algo. No entra en ese universo personas que son desagradables para ti, sino con las que tienes una sintonía en algún aspecto. ¿Adónde quiero llegar? Pues a lo siguiente. El deseo es inherente a uno. La amistad no lo genera, tampoco lo inhibe, sí podría hasta potenciarlo si existiese. ¿Esto es un problema? No sé. Creo que una amistad en serio se banca el deseo, sin engañarse bajo apelativos falsos. Si, claramente, una buena amistad se banca un deseo no recíproco por más que ni hace falta el deseo para que la amistad exista.

Ahora bien y, ¿si es recíproco? Pues se aprende a gestionarlo de la mejor manera y para ello, lo ideal será apoyarse en lo innegable de la amistad: la palabra, la confianza, el conocimiento del otro y la intención de aportar lo mejor posible dentro de lo probable para que esa amiga/o. Lo que deberíamos pensar, en definitiva, en relación a una persona por quien sentimos un afecto particular, específico y concreto.

Resumiendo: Ojalá tengamos amigos, siempre. Ojalá tengamos deseo siempre. Pensado así, es simple, pueden coincidir. Lo único importante sería intentar todo lo necesario, siempre, que si ambos aparecen, nunca dañe, sino potencie siempre lo positivo.


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