Adolescente grave e hijo de policía detenido por abuso sexual de una jovencita

El hijo de un funcionario policial de Villa Atamisqui fue detenido ayer al mediodía, 48 horas después de abandonar a una adolescente, de 17 años, en una habitación, convulsionando y con una profunda hemorragia que la sitúa en un cuadro de suma gravedad.

“Abuso sexual con acceso carnal y lesiones”, son los cargos enrostrados por la fiscal Vanina Aguilera, quien requirió (bien temprano) la detención del joven, otorgada cerca de las diez de la mañana por la jueza de Control y Garantías Sara Harón.

Tan misteriosa como abundante en interrogantes, la historia comenzó el lunes a las 18. Según la denuncia del padre de la adolescente, ella se fue de su casa con una sobrina a comprar alimentos y a retirar una cartilla.

Lo sustancioso

Ignorado por el denunciante, cerca de las 19, la joven y el hijo del policía, de su misma edad, habrían contratado e ingresado a una habitación paga, dentro de un predio y una casa con su propietario.

Antes de las 20, el joven se retiró solo. Ello generó desconcierto en el dueño de casa. Golpeó la puerta de la habitación, pero no obtuvo respuestas. Ya preocupado, entró y encontró a la joven convulsionando y sangrando, se supo en Atamisqui.

Intervención policial

Sin perder tiempo, el hombre alertó a la policía y al personal de Villa Atamisqui. En menos de diez minutos, los efectivos de la Seccional N° 20 se hicieron cargo de la situación.

Los médicos y enfermeros asistieron a la menor y la condujeron al nosocomio local. Los profesionales contuvieron la hemorragia, pero resolvieron derivarla al Regional.

Recién después de las 20, el padre de la adolescente fue informado que su hija era conducida a la ciudad capital. Con dificultades respiratorias, los paramédicos debieron suministrarle oxígeno. Desde ese lunes, a la noche, se encuentra internada en Terapia Intensiva del Regional.

“Me asusté al verla sangrar”, habría señalado el joven

En la soledad de su despacho, la fiscal Aguilera definía anoche prioridades, un tanto agobiada.

Objetivamente, se sabe que los jóvenes ingresaron juntos a la habitación. También, que él se habría retirado y después la jovencita fue descubierta sangrando y convulsionando. “Me asusté al verla perder tanta sangre”, habría confiado luego el muchacho a su entorno.

La fiscal detuvo al joven. Ya lo alojó en un centro de seguridad capitalino y hoy intentará desentrañar el misterio: ¿Por qué la dejó sola? ¿Sufrió una descompensación natural? ¿Hubo una práctica sexual fuera de lo convencional? ¿La víctima sufría alguna patología especial? ¿El encuentro y el proceso fue consentido?

Allí radicaría lo medular de los interrogantes que la fiscal tendría en carpeta, al menos hasta recibir (hoy) los informes médicos que se perfilaban anoche trascendentes.

No es todo. En el centro de dos conceptos antagónicos, un “accidente” o una acción deliberada provocada y no voluntaria en la joven, la funcionaria se nutría de los expertos médicos.

La víctima se encuentra grave y no puede declarar. Sin embargo, se sabe que presentaría un corte filoso y quemaduras lineales en sus extremidades inferiores, cuya naturaleza Aguilera pretende determinar, o bien escuchar hoy en boca del compañero de habitación.