Descubrió a su esposa con un desconocido sordo mudo y hubo escándalo en Salavina

Gritos, empujones, la dueña de casa atrincherada en una habitación con un cuchillo y la familia de su esposo pugnando por golpearla, conformaron lo medular de un procedimiento policial en Salavina, cuya génesis se sostendría en una presunta infidelidad atribuida a un tercero sordo mudo.

Con dos bandos bien definidos, la policía deslizó que todo comenzó cuando el dueño de casa se trasladó a trabajar y su esposa, e hija de dos años, quedaron en la casa. Ya entrada la madrugada de ayer, el esposo regresó y habría sorprendido a su pareja con otro hombre, muy a solas, y en un cuadro muy comprometido, imprevisto que provocó tensión y pedidos de explicaciones.

Dos, uno epiléptico

Sin perturbarse, y escudándose en su pequeña hija, ella habría señalado que todo era un mal entendido. Es más, habría añadido que en realidad estuvo con dos amigos, uno epiléptico, pero charlando y nada más.

En minutos, el dueño de casa recibió el acompañamiento de familiares, con más certezas que dudas y cero ánimo de indagar en la verdad. Atosigada, la esposa se habría armado de un cuchillo y acorralado a su esposo, quien terminó retrocediendo y casi encerrado en una habitación.

Lejos de amilanarse, la dama debió contener tres frentes: desactivar la furia de los parientes de su esposo, persuadirlo a él con su "verdad" e idear el modo de despedir sutilmente al tercero que continuaba en el hogar.

En ese punto, los efectivos señalaron que al menos cuatro veces la mujer le hizo señas para que se retirara, pero el joven no captó las indirectas gestuales y/o verbales, hasta recordar la anfitriona que era sordo mudo.

Ira colectiva y denuncias cruzadas

Los voceros añadieron que con el bochorno en su máxima efervescencia, los familiares se ofuscaron con el dueño de casa, plantado y resuelto en no denunciar nada, solucionarlo todo sin testigos, sin uniformados, mucho menos el desconocido sordo mudo en su vivienda.

Ello fortaleció la posición de su esposa, quien invitó, a los gritos, a los familiares del marido a retirarse y evitar entrometerse en problemas de pareja, ajenos. Enfrente, los aludidos no compartieron ese criterio y durante algunos minutos las amenazas se habrían transformado en cachetadas, trascendió.

Finalmente, la policía impuso el rigor y los más exaltados abandonaron la casa. En tanto, la pareja quedó a solas y con pronóstico de reconciliación.