Prisión perpetua para hombre que asesinó a su esposa y quiso hacerlo pasar como suicidio

Un tribunal condenó ayer a prisión perpetua a un jornalero de El Mojón, departamento Pellegrini, al hallarlo responsable de haber asfixiado a su esposa en la cama y de luego haber simulado un suicidio en el baño.

Así lo resolvió el alto cuerpo, conformado por los vocales Luis Achával, Fernando Viaña y María Eugenia Carabajal, al sellar el futuro inmediato de Eduardo Ojeda, quien el 11 de septiembre del año 2017 mató a Rocío Corvalán.

"Homicidio calificado por el vínculo en contexto de violencia de género", fueron los cargos enrostrado por el fiscal Rubén Alfonzo y la instructora Martha Villalba, quienes solicitaron, en su alegato, la máxima pena.

En las audiencias quedó claro que el jornalero tomó la decisión de matarla horas antes de que ella acudiera ante un juez Paz a pedir el divorcio.

Al declarar ante la fiscal, Ojeda confesó que el día del asesinato, arribó a su casa y encontró a Corvalán en el dormitorio. Ella estaba usando su celular. Al parecer, el vínculo afectivo ya era casi nulo, puertas adentro.

Ojeda salió de la vivienda. Dijo que vio una soga y que lo primero que pensó fue en suicidarse. Sin embargo, resolvió sobre la vida de ella.

Ingresó a la habitación y la asfixió con la soga. Según su relato, sus hijos dormían en la pieza contigua. Para que no vieran nada, trasladó el cuerpo al baño, ató la soga a su cuello y a un parante. Después, fue a la calle y solicitó ayuda a los vecinos. "Se mató Rocío", habría gritado.

Conocido el hecho, la Fiscalía afectó a policías y peritos especializados para investigarlo todo. Ellos determinaron que el parante de madera no estaba astillado, entonces nunca soportó el peso de una persona. La soga tampoco estaba sujeta, sino que sólo pasaba por encima y era mecánicamente imposible que Eduardo Ojeda la haya desatado para tratar de auxiliar a la víctima.

Dos arañazos

Inclusive, Ojeda nunca pudo convencer a los investigadores sobre dos arañazos que tenía en su rostro.

Dada la complejidad en los extremos del caso, crimen o suicidio, la Fiscalía remitió a la provincia de Salta muestras genéticas del cuerpo de Mónica Corvalán: una sábana con sangre y cabellos. La conclusión acentuó las sospechas sobre Ojeda.

Cuatro años y un mes después, tres vocales establecieron ayer que Eduardo Ojeda montó una burda puesta en escena y que el "suicidio" nunca fue real, sino que asesinó a su esposa, sólo porque ella quería separarse.

La tozudez de suplir el divorcio por sangre de Rocío

En la investigación, uno de los hijos de la pareja habría revelado que era común que el papá insultara a la mamá. Ello fortaleció la teoría de una relación minada por el desamor, insultos y hasta agresiones físicas.

Sin embargo, cada vez que ella pedía separarse, la respuesta implacable de Ojeda era un "no" rotundo. Ese calvario de la víctima le habría sido confiado a una de sus amigas, pero todo quedaba en charlas, consuelo y nada más. Ella debía retornar a su casa, sí o sí.

Lejos de rever su tozudez, Ojeda jamás habría evaluado la posibilidad de resignarse a la separación, sí prefirió sellarla con el horror.