Rechazan condicional a jardinero que abusó ocho años de su hija hasta en tumba de un cementerio Rechazan condicional a jardinero que abusó ocho años de su hija hasta en tumba de un cementerio
La Justicia desestimó la libertad condicional requerida por un jardinero condenado a nueve años de prisión, al ser hallado responsable de abusar sexualmente de su hija entre los 11 y 19 años, vejándola hasta en la tumba de un cementerio.
Se trata de un reo que fue condenado el 13 de mayo del año 2019 por los vocales, Graciela Viaña de Avendaño, Margarita Piazza de Montoto y Luis Domínguez. La acusación fue potestad de la fiscal, Celia Mussi.
La denuncia fue interpuesta en octubre del 2015. Para ese entonces, la víctima tenía 19 años. Trabajaba y estudiaba. Su hartazgo se acrecentó al cursar sus estudios secundarios.
El pasado negro
Al desandar su pesadilla, la joven reveló que todo comenzó a los 11 años. Su mamá, víctima de un retraso madurativo, perdió un embarazo y debió ausentarse de la casa y ser internada en el Hospital Regional.
La nena quedó a solas con su padre. En la noche, irrumpió en la cama de su hija, la manoseó y a golpes doblegó su resistencia y terminó accediéndola sexualmente.
Y así se repitió la noche siguiente y en la tercera. Ni siquiera el regreso de su esposa, madre de la menor, bajó la intensidad de los demonios internos del jardinero.
A los 14 años, la familia cambió de casa. Para entonces, él asumía a la adolescente de su propiedad. A fuerza de agresiones físicas, minó todo atisbo de ternura o alegría juvenil. No la dejaba salir, ni tener amigos, mucho menos novio. Es más, la damnificada trabajaba y su padre la despojaba del sueldo.
Sueños de terror
Su mamá dormía en una habitación, con su otro hijo menor. En la habitación restante, la víctima "descansaba" en una cama de una plaza. A su lado, su padre en otra cama. Sin embargo, en las noches cambiaba de cama y transportaba a su hija hacia un infierno.
Fue la etapa más negra para la jovencita. Cada vez que debía cobrar una asignación el sujeto, le ordenaba acompañarlo, bajo pena de seguras agresiones por si osara oponerse y sin tiempo de regreso.
No era todo. Las condiciones eran propicias para que la llevase a un cementerio en las afueras de la ciudad, bien lejos de las miradas curiosas, de día o de noche, desnudaba a su hija. La forzaba a practicarle sexo oral y después él saciaba sus más pervertidos instintos.
En octubre del año 2015 la vejó por última vez. La joven huyó de la escuela, arribó a la Fiscalía y refrendó una denuncia que posibilitó la caída del monstruo. Fue condenado cuatro años, después a nueve años de cárcel por "abuso sexual con acceso carnal agravado por el vínculo en forma continuada". El relato de la víctima, ante psicólogos, fue categórico y sin posibilidad de segundas o terceras interpretaciones. El progenitor fue esposado y conducido a la cárcel.
