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Multiplicidad de hipótesis que enfrentan, en una compleja batalla, a Fiscalía y defensa

07/04/2022 02:40 Policiales
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Multiplicidad de hipótesis que enfrentan, en una compleja batalla, a Fiscalía y defensa Multiplicidad de hipótesis que enfrentan, en una compleja batalla, a Fiscalía y defensa

Entre un asesinato a sangre fría, una venganza por una paternidad en dudas, o una posible emoción violenta, se debate hoy el destino inmediato de un jornalero que el 23 de noviembre de 2019 asesinó de tres tiros al supuesto novio de su pareja de la que estaba separado, en el B° Estrella Roja, de la ciudad de Herrera.

El acusado es David Ramírez, de 35 años, quien ejecutó a tiros a Abraham Ezequiel Barrientos (27) quien aquella noche acompañaba a Nilda Beatriz Ruiz, de 32.

El crimen nadie lo niega, pero las partes debaten las circunstancias en que fue perpetrado: entonces, ello separa al homicida de un homicidio simple (hasta 25 años de cárcel), o bien de la emoción violenta (hasta 5 años) y, por esto, asomarlo a los umbrale de la libertad.

Las condiciones

Se trata de una figura establecida en el artículo 109 del Código Penal, que señala: "El que mata a otro bajo el imperio de una emoción violenta que las circunstancias hacen excusable, será reprimido con pena privativa de libertad, no menor de tres, ni mayor de cinco años".

El informe policial recuerda que Ramírez y una hija pequeña charlaban con Ruiz, esposa de Barrientos. Hay una corriente que indica que estaban separados hace tres meses. Otra, solo alude a una de las tantas crisis, peleas, distancia y reconciliación.

Sea cual fuere la verdad, irrumpió Ramírez, no dijo nada y solo abrió fuego tres veces contra Barrientos. Antes, habría recorrido 15 kilómetros desde el paraje Taco Atun (donde se encontraba) hasta el B° Estrella Roja. Arribó armado con un revólver calibre 22 corto, el arma homicida.

Final irreversible

Veinte minutos después, se presentaron las autoridades policiales. Hallaron a Barrientos tendido en su propia sangre. Fue socorrido, conducido al Puesto Sanitario, de donde fue derivado al Hospital Distrital de Colonia Dora, pero llegó ya sin vida.

El homicida quedó detenido y ahora los vocales deben desentrañar las condiciones en que segó la vida de Barrientos. El hecho sangriento está impregnado de una gama aún indescifrable: por ella, el detenido pareciese mutar o coexistir entre un hombre engañado por su esposa y, a la vez, un sujeto que resolvió asesinar al nuevo  novio de la mujer por él mismo abandonada.

Multiplicidad de hipótesis que enfrenta, en una compleja batalla, a Fiscalía y defensa

La noche del horror, el asesinado Barrientos (casado con una joven de 18 años) arribó a la casa de Ruiz acompañado por su hija (cuya madre había fallecido) en una moto. Dejó el vehículo detrás de una obra en construcción.

Al parecer, el hombre se había conocido con la mujer del imputado, dos meses antes. La víctima era albañil y trabajaba en la casa de Ruiz, quien ya declaró en la causa.

La defensa sostendría que Ramírez fue a visitar a su hijo y que encontró de sorpresa a su esposa con Barrientos. Lo que deberá explicar es el rol del arma de fuego.

La Fiscalía le apuntaría a un homicidio calificado, ya que el detenido habría provocado un sufrimiento a la persona con la que mantenía una relación de pareja.

Lo que ambas partes pareciesen compartir es que el homicida tuvo una relación con Ruiz de 11 o 12 años y que antes del horror, la misma fue mamá.

En contexto, el entorno de Ramírez deslizó que éste dudaba de su paternidad y se la atribuía a Barrientos. Es más, la separación (temporal o definitiva de Ruiz) se habría originado tras el parto, con afirmaciones y acusaciones de infidelidad.

En ese escenario contaminado con dimes y diretes hoy el tribunal debe intentar asomarse a la verdad porque un hombre fue asesinado.


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