Homicidio de joven desnuda al rojo vivo el submundo de menores en Añatuya Homicidio de joven desnuda al rojo vivo el submundo de menores en Añatuya
Ocho Cámara Gesell y
un pacto de silencio emergen
cual ínfima estampa
social de un grupo de adolescentes
salpicados en el
asesinado de Atilio Gervasio
Castillo (21) la mayoría
sometido a un tratamiento
tutelar o declarado inimputable,
en Añatuya, General
Taboada.
Castillo recibió dos
puntazos la noche del 25
de abril y falleció el 5 de
mayo del 2020 en el Hospital
Regional.
Para la
Justicia, hubo una coautoría
entre Nicolás Raúl
Sauco (20) con los primos,
Lucas y Marcos Galeano.
En el 2020, Sauco era
el mayor con 18 años. En
orden descendente, el más
chico tenía 12 años y otro
13. Al menor le fue retirado
a la madre y asignado
al padre.
Abandono, adicciones,
alcohol, pastillas y
pegamento eran el común
denominador en jóvenes
inclinados a la mentira
forzados por el mero instinto
de sobrevivir.
La hipótesis de los
fiscales
De acuerdo con el proceso
que impulsan los fiscales
Florencia Garzón y
Santiago Bridoux, todos
los chicos vivían en el B°
Las Malvinas y conocían a
la víctima. Se sospecha
que en plena pandemia,
los menores bebieron cervezas
en una casa. Luego,
todos acompañaron a dos
chicas a sus casas. En el
camino, Sauco y Castillo
se “toparon” y afloró la
enemistad que decantó en
una pelea.
Mal pensó Castillo que
hablarían “mano a mano”
con sus puños, pero los
códigos de machos fueron
historia en minutos. El
menor de 13 le pasó, a escondidas,
una punta y
Sauco inclinó el duelo a su
favor. Castillo quedó tendido
en el suelo, mientras
un creciente círculo rojo
en derredor fue minándole
la vida.
Dos años y cinco meses
después, un tribunal
tiene en jaque a Sauco y a
los dos primos Galeano.
En la audiencia de ayer,
las partes contemplaron
dos de ocho Cámaras Gesell.
Familias “abandonadoras”
Básicamente, los menores
confiaron a la Justicia
sus vidas. Los globalizaban
familias “abandonadoras”,
frecuentes
caídas en la policía y hasta
antecedentes de un hermano
que se suicidó.
Luego, declaró el forense
Armando Meossi.
Básicamente, descartó
que Castillo haya muerto
por proyectiles de bala y
confirmó que dos heridas
letales de una punta lo
mataron.
Subrayó que los expertos
trabajaron con la remera
que llevaba puesta la
víctima; fue sometida a un
dispositivo que descartó
de plano la presencia de
pólvora y ratificó la teoría
de un crimen con una
punta.