Estalló la guerra en dos bandas púberes y vecinos del Siglo XXI despiertan a los tiros Estalló la guerra en dos bandas púberes y vecinos del Siglo XXI despiertan a los tiros
Armados con tumberas,
botellas rotas, puntas y piedras,
dos facciones rivales se
enfrentaron en el B° Siglo XXI
en doble turno: primero, a las
2 de la madrugada de ayer y
luego, entre las 15.30 y 16.
El escenario fue la manzana
70 entre las calles Ernesto
Leyría, Juan Vucetich,
Scalabrini Ortiz y Humberto
Carfi, epicentro en que varias
casas terminaron con ventanas
y puertas dañadas, por
obra de adolescentes cuyas
edades promedio oscilan entre
16 y 19 años.
Según la investigación del
personal de la Seccional 51,
con las fiscales, Natalia Malachevsky
y Silvia Jaime, al cierre
de esta edición había dos
denuncias de mujeres en contra
de un joven de apellido
Contreras.
El origen, desde
la tragedia
El propio entorno de los
violentos deslizó que el prólogo
estalló el 31 de julio pasado.
Aquel amanecer, el adolescente
Roque Jesús Barraza
(“Chuna”) recibió un mortal
disparo de pistola en la cabeza.
Se encuentran detenidos
dos hermanos: el cadete Diego
Sebastián y su hermano
policía, Enrique David Arévalo.
Desde entonces, quedaron
plasmados dos bandos
claramente delineados. Los
que respaldan a los Arévalo y
los que apoyan a la víctima.
En
medio de ese fuego cruzado,
los padres de los Arévalo se
vieron forzados a abandonar
su casa (en el B° Siglo XXI),
blancos de hechos similares.
Casi dos meses después,
las dos facciones protagonizan
semanales “choques”,
cuya virulencia va en ascendente
crecimiento: dos semanas
atrás se trenzaron en una
encarnizada pelea que terminó
con seis casas dañadas
por una “lluvia” de piedras.
“Bunker” y
complicidad
Según la investigación, los
líderes se las tienen juradas.
Al mejor lenguaje y código
tumbero, volvieron a enfrentarse
ayer a la madrugada.
Hubo tiros de pistola y de
tumberas.
Mientras los enemigos
se insultaban y corrían
por las calles, madres y hermanas
pugnaban por contener
a los adolescentes.
Esa cuasi protección careció
de sensatez, ya que al
arribar la policía esa preocupación
se tradujo en el ocultamiento
de armas y el escondite
de los más revoltosos.
Mal pensó el resto de vecinos
que las luces del sábado retornaba la paz perdida.
Ni bien llegó la sobremesa, el
malón juvenil se regresó a las
suyas. De nuevo, la furia recrudeció
y los bandos convirtieron
las calles en un campo
de batalla.
Los vecinos contemplaron
cuchillos y tumberas en rostros
de no más de 15 años y la
sensación de tragedia sobresaltó
y se adueñó en más de
uno, a excepción en la frialdad
de los artífices de la violencia.
Cuando los patrulleros
aparecieron en el barrio, los
unos y los otros se dispersaron,
prometiéndose la revancha
porque tiempo y ocasiones
tendrán en demasía.
Por las redes sociales prometieron no descansar hasta no ver muerto al enemigo
El personal de la Seccional
51 trabajaba anoche bregando
en pos de identificar
a los líderes de los dos bandos,
pero los esfuerzos eran
insuficientes.
Las calles de
un sector del Siglo XXI quedaron
diseminadas de piedras.
Por grupos de whatsapp
y redes sociales, los más iracundos
prometían a sus enemigos
que no iban a descansar
hasta no ver muerto a
uno de los contrincantes al
que identificaron con nombre
y apellido.
Las advertencias
literalmente viajaban
de celular a celular, mientras
los vecinos ajenos a la cadena
de violencia cruzaban los
dedos, temerosos de la nueva
noche.
Hubo un procedimiento,
pero todo acabó en advertencias
a uno de los jóvenes
para que mantuviese prudente
distancia de dos mujeres
que lo acusaron de lanzarle
una pedrada en la frente.
Mientras, se sabe que
partieron varios policías
vestidos de civil resueltos en
hacer trabajo de inteligencia.
Aún con impronta de enigmáticos,
enfrente, las bandas
juveniles parecían identificarlos
al toque y, por ende,
obraban en consecuencia.
Por las dudas, los vecinos
cerraban anoche las
puertas y ventanas, especial
aquellas familias que
habituaban dejar a sus hijos
chicos jugando en las
veredas.