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EL LIBERAL . Santiago

"Somos todas madres, y no sólo de los niños, también somos madres de los ancianos"

18/10/2015 05:00 Santiago
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"Somos todas madres, y no sólo de los niños, también somos madres de los ancianos" "Somos todas madres, y no sólo de los niños, también somos madres de los ancianos"

La hermana Rosa Belaber tiene 46 años. A los 20 sintió el llamado de Dios y supo que tenía muy claro su vocación: servir al prójimo. Ingresó a la congregación "Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul", una sociedad de vida apostólica femenina fundada el 29 de noviembre de 1633 y dedicada al servicio corporal y espiritual de los pobre y enfermos. El destino de la hermana Rosita, quiso que hace tres años llegara a formar parte del complejo Santa Rosa, que depende del obispado de Añatuya. En el lugar se atienden a ancianos, jóvenes estudiantes y niños huérfanos. "Cuando llegué y tomé contacto con los ancianos y los niños, supe que había que trabajar mucho en lo espiritual para contenerlos. Cada uno tiene una historia fuerte que cargan encima" cuenta la religiosa a EL LIBERAL. Tras dos años en el complejo, recibió la noticia que la encargada general, hermana María Isabel Echeverría, dejaría su cargo en el complejo para seguir sirviendo en otro lugar del país, y que ella debía quedarse al frente. "Fue algo inesperado. Sentía que no estaba preparada para semejante responsabilidad. Fueron días de mucho nerviosismo hasta que un día en la capilla frente a la Cruz, le pedí a Jesús una señal: que me diera paz. Y así fue, y hoy estoy más segura que nunca de mi vocación" manifiesta. La hermana Rosita, vivió un momento angustiante la noche del pasado 11 de octubre. Mientras descansaba junto a los niños del hogar, un incendio se desató en una de las habitaciones. Se despertó abruptamente y comenzó a sacar a los niños hacia el patio interior. El fuego avanzaba y el humo impedía la visión. Su fuerza de madre espiritual de todos los niños a su cargo, hizo que no temiera ni el fuego ni el humo, y en una actitud heroica, fue sacando a todos los pequeños hasta ponerlos a salvo. Cuando sólo quedaban tres niños, y era imposible caminar en la oscuridad y en lo irrespirable del ambiente, ingresó con ayuda del enfermero a socorrerlos. "No pensé ni un momento en los peligros. Estaba muy decidida a ponerlos a salvo a todos. Mientras desalojábamos el lugar rezábamos a la Virgen. Nadie resultó herido" indica. Son cuatro hermanas que atienden el hogar. Cada una tiene sus responsabilidades. "Somos todas madres. Y no solo de los niños, también somos madres de los ancianos, a los que hay que atenderlos y brindarles todo el amor. Mi madre falleció hace siete años, vive mi padre y cinco hermanos y ellos siempre me preguntan "sos feliz?" y yo les digo: soy muy feliz. Esto es mi felicidad". Nosotras las hijas de San Vicente tenemos la posibilidad todos los años de renovar nuestro votos. Si yo no fuera feliz no hubiera seguido. Tengo muy firme mi propósito" manifestó. l
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