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WILLIAM BROWN: EL PADRE DE LA PATRIA EN LAS AGUAS Primera parte

06/03/2021 22:24 Santiago
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WILLIAM BROWN: EL PADRE DE LA PATRIA EN LAS AGUAS Primera parte WILLIAM BROWN: EL PADRE DE LA PATRIA EN LAS AGUAS Primera parte

Por Eduardo Lazzari

HISTORIADOR

El título de este artículo provoca, sin duda, la extrañeza de ver escrito el nombre del Almirante Guillermo Brown con su nombre de pila en inglés. Esto no hace más que sumergirnos en un aspecto poco conocido del irlandés, entre otros muchos que aún forman parte de los espacios oscurecidos del relato histórico argentino, como es el hecho de que Brown firmaba siempre“William”, incluso cuando ofició de gobernador delegado de la provincia de Buenos Aires.

La figura de Brown contiene todos los ingredientes para considerarlo un héroe militar sin par, un revolucionario comprometido con la causa americana, un hombre bueno y leal con su familia, pero sobre todo el gran estratega que supo entender la necesidad de sostener en los ríos y en los mares ese canto de libertad y fraternidad que significó el tiempo de la independencia argentina. La historiografía, sobre todo en los últimos años, ha incorporado excelentes textos que rescatan su vida y su epopeya. He aquí el “Padre de la Patria en las Aguas”.

Nacimiento, vida errante y familia

William Brown nace en la aldea de Foxford, en el condado de Mayo, Irlanda, el 22 de junio de 1777, en el seno de una familia de profunda fe católica. Eran tiempos de grandes tensiones entre los irlandeses y los británicos, que habían tomado el control de la isla verde desde los tiempos de Enrique VIII, proceso que culminaría en 1801 con la incorporación plena de Irlanda al Reino Unido hasta que en 1922 Irlanda se convierte en una nación independiente. El grave conflicto llevó a los Brown a emigrar en 1786 rumbo a Filadelfia, centro de la rebelión de las colonias norteamericanas contra Gran Bretaña.

El arribo a América no es auspicioso, ya que inmediatamente sus anfitriones y el padre de William mueren de fiebre amarilla y poco después su madre también. El huérfano de diez años decide embarcarse como grumete. Durante diez años navega por el océano Atlántico y adquiere todas las habilidades que lo convertirán en uno de los grandes marinos de América. Pero su suerte cambió cuando en 1796 es tomado prisionero y lo obligan a servir en un buque de guerra inglés, que sería capturado a su vez por uno francés y termina prisionero en Francia.

Se fuga y clandestinamente llega a Inglaterra, donde su vida se convierte en un misterio, ya que en los registros de la Marina Real figura un William Brown, pero no hay seguridad de que se trata de nuestro irlandés. Conoce a una dama anglicana, Elizabeth Chitty, con quien se casa el 29 de julio de 1809. Ya por entonces era armador de buques mercantes, y parte en un periplo comercial rumbo al río de la Plata, adonde arriba el 18 de abril de 1810. Sin habérselo propuesto, es testigo de una revolución que iba a enamorarlo.

Su encuentro con la Argentina. La Campaña del Plata

El matrimonio Brown se instala en Buenos Aires y allí nacerán sus nueve hijos: Elisa, Guillermo, Juan Benito, Ignacio, Eduardo, Martina, Miguel, Patricio y Pedro. Los padres habían llegado a un sencillo acuerdo para no discutir por la religión: “los hijos católicos, las hijas anglicanas”. Se dedica al comercio naval, disponiendo de su propio buque “Jane” y se destaca por su astucia mercantil. La presencia de la flota que respondía a los realistas afincados en Montevideo se convierte en un problema y eso lo lleva a adherir fervorosamente a los principios liberales de la revolución de Mayo. El marino mercante se convierte en un comandante naval y comienza a combatir a los realistas, por lo que el director supremo Gervasio de Posadas le encarga la formación de una escuadra a principios de 1814 con el grado de teniente coronel de marina.

Su primera acción en la gesta independentista fue la toma de la isla Martín García, verdadera llave para el dominio de los ríos Paraná y Uruguay, que cae en manos patriotas el 15 de marzo de 1814. Pocos días más tarde, en el arroyo de la China, en las orillas de Concepción del Uruguay, una flotilla enviada por Brown es derrotada por los buques del comandante español Jacinto Romarate. Decide entonces atacar directamente el apostadero naval de Montevideo, donde vence a la flota enemiga en el combate de El Buceo, provocando la caída del último bastión imperial en el Río de la Plata el 23 de junio de 1814. De esta acción de la flota de Brown dice José de San Martín: “Es lo más importante hecho por la revolución americana hasta el momento”.

A su regreso a Buenos Aires, debe reclamar el pago de las tripulaciones y eso lo lleva a un conflicto bastante bochornoso con el ministro Juan Larrea y el responsable de los buques Guillermo Pío White, que termina en un conflicto judicial. Siempre Brown se puso del lado de sus hombres, lo que no le impedía ejercer una dura disciplina en combate.

La Campaña de Corso por el Pacífico

Esta expedición de Brown constituye el aspecto menos divulgado de su vida marinera. En 1815, al mando de la fragata “Hércules”, insignia de la flota formada por los buques “Trinidad”, “Halcón” y “Constitución”, se le ordena una campaña de corso por el sur del Atlántico, en la que llega a avistar la península antártica, y luego se dirige al Pacífico. Ya era por entonces comodoro de marina. Es bueno aclarar que esta operación se debió a un contrato de corso, es decir un acuerdo entre marinos particulares y el Estado, que ordena llevar adelante acciones contra un enemigo determinado y bajo la bandera de ese estado. No está de más decir que las Provincias Unidas del Río de la Plata no tenían buques propios, por lo que se recurría a este tipo de contrataciones.

En una serie de episodios que la historiografía trata sin demasiada significación, la escuadra de Brown vive peripecias dignas de un libro de aventuras. Al partir rumbo al mar, sufren el cañoneo de uno de los fuertes de Montevideo. Brown tomó la decisión de armar dos divisiones, una bajo su mando y la otra bajo el mando de Hipólito Bouchard. La travesía del Cabo de Hornos provocó la pérdida de la “Constitución”, y dejó a los restantes buques en mal estado, por lo que debieron recalar en los fiordos hoy chilenos para repararlos.

A fines de 1815 las dos divisiones se separaron y Brown hizo proa hacia la isla Juan Fernández para liberar a los prisioneros revolucionarios americanos que estaban allí. No logró su cometido, pero comenzó la captura de naves realistas luego de reunirse con Bouchard. El intrépido Brown decidió bloquear el puerto del Callao, atacando distintas naves que estaban surtas en el mayor puerto militar de España en el Perú. Estas acciones fueron simultáneas al establecimiento del Congreso en San Miguel del Tucumán, a principios de 1816. Cae en las manos revolucionarias el gobernador de Guayaquil, Juan Manuel de Mendiburu.

La humanidad de Brown quedó de manifiesto cuando dejó a los prisioneros en la isla del Muerto, en la desembocadura del río Guayas, en el Ecuador actual, con todos los medios necesarios para su supervivencia. El 8 de febrero, en un desembarco pacífico, los hombres de la escuadra comenzaron a entrar al río Guayas para llegar a Guayaquil, que alerta a lo ocurrido, recibió a los buques a cañonazos, empezando un combate brutal. Brown logró tomar el fuerte de Punta de Piedra y avanzó sobre la ciudad.Sin embargo, la reacción de los realistas hizo que la flota patriota cayera en sus manos, y Brown resolvió destruir su nave antes que entregarla. Pero cuando ya se habían encendido las mechas para la voladura de la santabárbara, un hombre con los pantalones mojados produjo el “milagro”. Las mechas se apagaron y Brown fue puesto prisionero y llevado en presencia del gobernador. Cuando fue preguntado sobre su origen, de donde era el pirata, el comandante preso contestó: “William Brown, almirante de las Provincias del Plata”.

Luego de una ardua negociación, el irlandés acriollado consigue un acuerdo para abandonar Guayaquil, a cambio de no regresar en acción ofensiva. Así, el 16 de febrero de 1816, Brown y sus hombres, luego de aprovisionar sus naves, se hicieron a la mar, y queda para la investigación averiguar los motivos de las divergencias entre Brown y Bouchard. El 3 de junio la flota llegó a las islas Galápagos, donde se usaron como provisión las famosas tortugas gigantes.

Brown se dirigió al cabo de Hornos, lo cruzó rumbo a las islas Malvinas, pero el mal tiempo le impidió recalar allí, y se dirigió hacia el norte. No hay que olvidar que, en estos tiempos convulsos, el irlandés no revestía carácter militar y por lo tanto no estaba obligado a cumplir órdenes, como por ejemplo volver a Buenos Aires. Llegó a Pernambuco y siguió su derrota hasta las islas Barbados, donde echó anclas en el puerto de Bridgetown, en septiembre de 1817. Allí estaba la corbeta “Brazen” de la flota británica al mando del capitán James Sterling, quien aprovechó la circunstancia para apresar la nave de Brown, tomándolo prisionero. La nave británica y su presa navegaron hasta la isla Antigua.

Se inició un juicio que declaró a Brown y su tripulación como piratas, confiscando todas sus posesiones, incluso las personales. Brown, quebrado en su psiquis y en su economía, fue liberado y llegó a Buenos Aires pasada la medianía de 1818. Luego de varias apelaciones el sumario llegó al Almirantazgo británico, que quitó todo deshonor sobre la persona del irlandés en 1820. Su familia se iba a convertir en el refugio que lo reconstruyó.La guerra de la independencia había terminado para él. Pocos años después sería llamado nuevamente a las armas, esta vez para luchar como republicano frente a un imperio. Si Dios quiere, de eso se tratará la historia del próximo domingo, aquí, en El Liberal. l


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