EL BICENTENARIO DEL PACTO DE VINARÁ Y LA AUTONOMíA PROVINCIAL

E l 5 de junio del presente año se cumplen 200 años del Pacto de Vinará. José Martí, el extraordinario prócer cubano postulaba la necesidad de la nostalgia por la hazaña, justamente esta acción merece ser reconocida entre los anales fundamentales de la historia santiagueña, nos merecemos reconocernos en ese acontecimiento vital, que nos envuelve como un huayra múyoj rehabilitador de nuestra identidad.

¿Cuál era el contexto histórico?, el peor momento de la guerra de la independencia. Los maturrangos controlaban militarmente el Alto Perú y acechaban las quebradas humauaqueñas. El Brigadier José Rondeau, convertido después en un tornasolado prócer uruguayo, jefe militar del Ejército del Norte, ya había sido desvinculado después del desastre de Sipe Sipe. En realidad se había conducido torpemente, prodigaba soberbia y desdén hacia la opinión indoamericana, de la misma manera que lo había hecho en la Banda Oriental con el ejército popular de Artigas. Había una confluencia armoniosa de Rondeau con los intereses portuarios de la actual Caba. La soberanía particular de los pueblos libres y la cosmovisión federal que encarnaban Artigas, Güemes, Borges entre otros, se encontraban en pugna con las acibaradas pretensiones centralistas de los porteños.

El contexto internacional era aún mas grave. La derrota de Napoleón y el Congreso de Viena en 1815 refuerzan las monarquías absolutistas, que fueron amenazadas por la Revolución Francesa. Un buen estruendo hicieron los batallones de Gerona, Húsares de Fernando VII, Dragones de la Unión, todos ellos veteranos vencedores de Napoleón. Llegaba la Restauración y ahí estaba Güemes y su guerra gaucha para resistir el embate colonialista, último reducto de la barbarie indoamericana que el Mariscal de La Serna no pudo atravesar. Paradojas de la historia, la barbarie tan denostada por Sarmiento cumpliendo un rol en la magnitud histórica, otra paradoja el Mariscal La Serna un antepasado del Che Guevara militando en las antípodas.

La declaración de la autonomía santiagueña provoca la reacción del gobernador de Tucumán Bernabé Aráoz. Opositor acérrimo decide invadir territorio santiagueño, evitando el apoyo desde Córdoba y Santiago a las heroicas milicias del norte. Güemes había quedado a cargo de la guerra de guerrillas en el norte y de este modo el General San Martín tuvo tiempo suficiente para organizar y preparar su gesta libertadora por Chile y después el Pacífico.

En esos tiempos un jefe militar realista decía: “Experimento que nos hacen casi con impunidad una guerra lenta, pero fatigosa y perjudicial”, (carta de Pezuela al Virrey del Perú) en ese marco fáctico la actitud de Aráoz es de la mayor gravedad, debilitando el sistema defensivo patriota.

El Gobernador de Córdoba Juan Francisco Bustos y nuestro Gobernador santiagueño Juan Felipe Ibarra eran los principales apoyos que recibía Güemes en la región, Buenos Aires ya tenía en mente comenzar la guerra con las provincias que no le respondían, y se desentiende rivadavianamente de la defensa de la patria.

Juan Felipe Ibarra pide ayuda a Martín Miguel de Güemes para enfrentar a Bernabé Aráoz, aparece en escena el Teniente Alejandro Heredia, luego gobernador de Tucumán, quién invade territorio tucumano, hay muchos episodios armados y dos grandes batallas Palmares (5 de febrero de 1821) y Rincón de Marlopa (3 de abril de 1821), Juan Felipe Ibarra se dispone a esperar a los tucumanos en Vinará, ahí estaba preparada la batalla decisiva. Bernabé Aráoz analiza sus posibilidades, decide aceptar la mediación del Gobernador cordobés Juan Bautista Bustos, quién envía a pedido de Güemes al cura revolucionario José Andrés Pacheco de Melo, colaborador de la guerra gaucha. ¿Alguna vez habrá una calle en Santiago con su nombre? Como si Dios fuera una sustancia spinoziana nuestro cura hizo gala de sus atributos y puso en evidencia la pérfida actuación de Aráoz. Córdoba aparece como garante y entonces el gobernador Aráoz decide reconocer implícitamente nuestra autonomía y firmar el Tratado de Paz y Amistad, denominado para la posteridad Pacto de Vinará.

Firman el tratado Miguel Araoz por Tucumán, Pedro León Gallo por nuestra provincia y nuestro cura providencial, José Andrés Pacheco de Melo por Córdoba, “….transar las desavenencias y disensiones que han dado mérito a la presente guerra y firmar los tratados de paz y unión eternas” dice la introducción de los once (11) artículos, donde se destaca la garantía de la benemérita provincia mediadora de Córdoba.

En el artículo décimo se deja reflejado el pedido de Güemes, en el cual se hace extensivo el tratado para la provincia de Salta, estableciendo una alianza para operar activamente contra el enemigo común y auxiliar en cuanto sea posible a la provincia de Salta con armamentos, aprestos militares u otras especies que se conceptúen necesarias.

Si bien es cierto la provincia de Tucumán no reconoce expresamente la autonomía de nuestra provincia, en la potencia de los tozudos hechos hay un reconocimiento encubierto, y justamente los tozudos hechos le otorgan dimensión histórica a este acto refinado de alta política consustancial con la visión estratégica de nuestro gran prócer regional Martín Miguel de Güemes, acompañado patrióticamente por nuestro gobernador Ibarra y Bustos en Córdoba.

Pero el acuerdo político no solamente implica un reconocimiento autonómico hacia Santiago del Estero, forma parte de la formulación preambular de la Constitución Nacional. Bidart Campos el gran constitucionalista argentino sostenía lo siguiente: “La disposición e interinfluencia de los elementos humanos, ideológicos y mesológicos fue logrado por los pactos interprovinciales que sirvieron de cauce a la organización constitucional de las provincias”. (Citado por Antonio José Hernández en “Reflexiones sobre la historia constitucional de las Federaciones Mejicana y Argentina”).

Lamentablemente nuestro empecinado héroe en esta gran historia no pudo ver las consecuencias extraordinarias para el futuro de la epopeya independentista que tuvo el Pacto de Vinará. A los dos días fue herido mortalmente en una emboscada en la ciudad de Salta, organizada por Barbarucho Valdez, finalmente murió el 17 de junio de 1821 en su campamento de Cañada de la Horqueta.

En el trasfondo del tiempo yace una gran historia, el Pacto de Vinará es el resultado del arte de la política al servicio de grandes causas, en este caso hizo posible el ejercicio práctico de nuestra autonomía como pueblo de la Nación Argentina, y al mismo tiempo salvó a la Patria del asedio español.