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EL LIBERAL . Santiago

¿Estás pagando un precio demasiado alto en el amor?

22/05/2021 21:00 Santiago
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¿Estás pagando un precio demasiado alto en el amor? ¿Estás pagando un precio demasiado alto en el amor?

“El verdadero amor no se conoce por lo que exige, sino por lo que ofrece“, dijo el Premio Nobel de Literatura español Jacinto Benavente (1866-1954). Sin embargo, no podemos negar que existe una idea arraigada: que el solo hecho de amar habilita a “facturarle” algo al otro. Como si se tratara de un servicio, un crédito o de la necesidad de establecer una negociación permanente.

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“Hablemos de esos amores que piden algo (mucho) a cambio, con intereses muchas veces usurarios, malversando lo que significa el compartir amoroso. Hay una mirada casi bancaria sobre el amor, que no hace bien a los vínculos, porque en el amor el mismo hecho de dar ya paga, a diferencia del concepto de préstamo, que requiere que quien recibió devuelva aquello recibido“, en palabras de Miguel Espeche, psicólogo y columnista de Sophia, quien sostiene que los “usureros del amor”, tal como los define, está convencidos de lo mucho que dan, aunque la realidad no puede ser más diferente.

Identificá a los amores buitres

Como aquellos fondos de inversores que tantos dolores de cabeza le han dado a nuestro país, los “amores buitres” siempre quieren recibir algo a cambio. Pero, ¿quiénes son realmente?

Dice Espeche: “Son, por ejemplo, esos padres que suelen enrostrar a sus hijos todo lo que hicieron por ellos, sin tener en cuenta que es imposible para un hijo devolver lo que recibió por parte de quienes le dieron la vida. El diseño de la vida está hecho para que esos hijos, en el futuro, hagan circular el amor de sus padres ofreciéndolo a sus propios hijos, sin quedar rehenes de los “intereses usurarios” de quienes pretenden hacerles “devolver” lo impagable”.

Aunque se trate de una equivocación, la usura existe y genera la sensación de que todo el tiempo estamos debiéndole algo al otro: tiempo, contención, cariño, abrazos, escucha… la lista es infinita.

“En el amor, convengamos, no se devuelve; en todo caso se agradece, se honra y se ofrece amor nuevo y fecundo a quien nos da algo que es mucho más que un bien tangible y cuantificable“, observa Espeche y cuenta que, en ese sentido, el consultorio está plagado de situaciones dramáticas, donde en verdad se ejerce un abuso de poder que desangra a quien cae bajo la pretensión del abusador.

“‘Tantas noches te cuidé, y vos ahora te vas’, puede decir una madre despechada y posesiva, clavando el puñal de la culpa al hijo que desea independizarse y crecer. La ecuación se torna imposible, salvo que el hijo renuncie a la propia vida. La natural tendencia de los seres humanos a honrar las deudas juega en contra en esos casos, ya que inhibe percibir que la verdadera deuda es con la vida, con un valor fecundo, y no con una idea del dar que amputa el crecimiento, disfrazando de pretensión moral lo que es puro egoísmo y afán de dominio“, reflexiona el especialista en vínculos.

¿Qué pasa en las parejas?

Algo parecido. “Cuando vienen las listas de lo que se dio y lo que se recibió en la relación, en clave de que hay que devolver aquella deuda contraída. Sin darse cuenta, muchas parejas empiezan a hacer girar la noria del dar y recibir la misma moneda, sin crear nuevas monedas desde la fuente amorosa. De hecho, a veces vale desconfiar de algunos ofrecimientos que, sin ser declarados como tales, son pagarés emitidos que obligan a una devolución futura con intereses incluidos“, concluye el licenciado Espeche.

3 claves para no tener un amor a crédito:

Cuando el otro es usurero, genera habitualmente en el otro un sentimiento de “deudor”, controlando la relación a través de la culpa.

La idea de que “dar cosas” es un verdadero dar amor no ayuda a entender de qué se trata amar. “A veces, el amor es un “no”, es un silencio, es un esperar a que el otro genere su propia capacidad dormida…”, dice Espeche.

¿Cómo es un vínculo saludable? Aquel en el que se da y se recibe, con el foco siempre puesto en compartir y no en “cobrar”. En las buenas relaciones todo es abundancia y gratitud. Libertad pura para amar y ser amados, a su vez, sin imponer nada.


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