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EL LIBERAL . Santiago

Bicentenario del paso a la inmortalidad del general Martín Miguel de Güemes

17/06/2021 00:15 Santiago
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Bicentenario del paso a la inmortalidad del general Martín Miguel de Güemes Bicentenario del paso a la inmortalidad del general Martín Miguel de Güemes

El 17 de junio, se cumple un nuevo aniversario del paso a la inmortalidad del General Martin Miguel de Güemes.

Había nacido en Salta el 8 de febrero de 1785 y era hijo de don Gabriel de Güemes y doña Magdalena Goyechea.

Por inclinación personal y así mismo, por aspiración de sus padres, Martín de Güemes, tomó por suya, desde la más temprana edad la carrera de las armas.

La profesión militar respondía a su temperamento y al orgullo de su hidalga cuna, pues hasta entonces aquella era la carrera de los nobles.

Sentó plaza con el grado de cadete en el Regimiento Fijo de Buenos Aires, que era un cuerpo de línea.

Cuando en los años 1806 y 1807 ocurrieron las invasiones inglesas, Güemes se halló con su regimiento en las famosas jornadas de la reconquista y de la defensa de la capital, y por cuyos servicios ascendió a Alférez Graduado.

Luego del estallido de la revolución de 1810, el gobierno destinó a Güemes para que guardara los caminos del Perú.

Los guardó en efecto, pero tan bien, que desde aquel día nadie entraba ni salía al Perú, si no era por sus manos.

Güemes tenía un cuerpo esbelto y desarrollado, de talla erguida y alzada estatura, cuyo conjunto le daba una imponente presencia.

Su barba, que tomaba por expediente político para sus gauchos, la usaba entera y crecida.

Cuando armado de estos accidentes físicos presentaba su figura a caballo, su figura era más que nunca interesante, robando sin quererlo, la admiración hasta de sus propios enemigos.

En suma, tenía una presencia simpática pero imponente.

Un fondo de inteligencia y de bondad asociado con la suficiente energía, y una estampa bizarra: un cúmulo de prendas propias para afianzar la dominación y la popularidad de un hombre.

Tenía todas aquellas y muchas cualidades populares para dominar las multitudes, ejerciendo ese raro y sorprendente poder que alcanzan a ejercer algunos hombres singulares, para despertar y adquirir en favor suyo el amor y admiración de sus semejantes.

Cuando alcanzó el poder, precedido ya de todo el prestigio que le daban la victoria y la representación del provincialismo contra Buenos Aires, toda la gente decente estuvo de su lado, la plebe lo seguía como sigue siempre esa masa dominable y voluble: con bullicio y de todo corazón.

La guerra de Salta era excepcional y estaba entregada al esfuerzo individual de sus moradores, primordialmente de los jinetes del campo que poblaban su territorio.

Desde 1814, estos milicianos tomaron el nombre de gauchos y con él, pasaron a ser en adelante conocidos popularmente.

Güemes supo aprovechar estas dotes de sus paisanos.

Superó en sus dominios a sus demás compañeros de guerra, levantando el espíritu de esta gente hasta el heroísmo, predisponiéndola desde el primer momento al sacrificio mas puro y desinteresado, haciéndoles amar la Patria y odiar al invasor con un ardor tan grande como el frenesí.

Encendió en ellos el deseo de vencer o morir, entusiasmándolos con las arengas y proclamas que les dirigía, empleando ante ellos una elocuencia vehemente y calculada, desarrollada en términos propios para ser comprendidos por aquella gente rustica.

Su ejemplo en el denuedo, su desinterés y carácter popular causan una revolución en los afectos y los hombres gustosos se prestan a sacrificios que son objeto de admiración.

Llego a considerarlos sus hijos y los llamaba “mis gauchos”

Fue un conductor insuperable de la guerra irregular de recursos o “gaucha”

Irregular por ser inorgánica, fuera de la órbita de las operaciones que realizaban las unidades clásicas del Ejército de Línea, de recursos por el uso local de medios y subsistencias y gaucha por el carácter autóctono y genuino de los hombres que integraban sus partidas.

Güemes fue el vigía y virtual “cerrojo” del Norte Argentino, colaborando eficazmente con el Ejército del Alto Perú y con el Ejército de los Andes, proporcionado a este último la indispensable seguridad estratégica para que cumpliera sus grandes objetivos de liberación nacional.

San Martín apreciaba en grado sumo a Güemes, y éste, apreciaba a su antiguo general con el respeto que le merecía la jerarquía y el talento, por lo que se entendieron y se esperaron hasta convenir y preparar una doble y definitiva campaña sobre el Perú

Güemes desarmó a sus más encarnizados y concienzudos adversarios, después de yacer años en el silencio del sepulcro, viniendo así a constituirle este hecho, su más hermoso triunfo en el orden moral, pasando su nombre, como el de San Martin, a reposar tranquilamente en la inmortalidad de la historia.

El General Güemes es Numen Tutelar de la Gendarmería Nacional Argentina.


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