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EL LIBERAL . Santiago

Postas, reducciones, estancias y fuertes: la fundación de Santiago del Estero y su patrimonio cultural colonial

24/07/2021 19:30 Santiago
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Postas, reducciones, estancias y fuertes: la fundación de Santiago del Estero y su patrimonio cultural colonial Postas, reducciones, estancias y fuertes: la fundación de Santiago del Estero y su patrimonio cultural colonial

Por Por Alejandro Yocca, Lic. en Historia, Prof. Ad. en la Lic. en Historia UNSE y Dir. de Patrimonio Cultural del Gobierno de la Provincia de Sgo. del Estero

La provincia de Santiago del Estero, tiene indudablemente gran parte de su fama y de su gloria recostada en la riqueza de recursos naturales descubiertas en el siglo de su fundación, también por los populosos pueblos prehispánicos aquí asentados, los servicios estratégicos que aportó para el desarrollo y florecimiento económico de la ocupación colonial española, y los indudables aportes económicos dados en especies, monedas de plata y milicianos armados para las guerras por la independencia nacional. Esta realidad histórica indiscutible, sin embargo ha dejado pocas instalaciones, edificios, monumentos y otro tipo de dispositivos enclavados en los lugares donde un día existieron. Estos edificios fueron construidos con los recursos locales, en un gran porcentaje barro, maderas, paja y en contados casos con la piedra de los territorios serranos. En sus materiales constitutivos y en los ciclos de inundaciones y sequías, como así también en los numerosos terremotos que registra la historia santiagueña, se encuentra quizás la explicación de la desaparición de gran parte de esos edificios centenarios.

Por esto es importante que los recordemos y en la medida de lo posible reconstruyamos y recuperemos estos espacios, como una forma de ayudar a dejar claro el protagonismo histórico de Santiago del Estero y al mismo tiempo explicar un presente de reconstrucción y florecimiento que la sociedad santiagueña está experimentando en todos los planos de la vida institucional pública y privada.

Sin duda el sistema de pueblos prehispánicos, de estancias y reducciones jesuíticas, de fuertes en la línea de frontera con los pueblos nómades que asolaban a los pueblos sedentarios de la Mesopotamia, de las postas que organizaban la circulación comercial y política por el antiguo Camino Real están hoy casi desaparecidos del mundo formal pero tienen un rico protagonismo y descripción en los documentos de archivo y los libros de historia de poco acceso para la población general y el turismo que visita la provincia.

Los pueblos sedentarios prehispánicos

Antes de la irrupción europea y colonizadora de los españoles, el territorio de la actual provincia de Santiago del Estero estaba densamente poblado, tanto en las planicies inundables del Río Dulce y el Salado (pueblos sedentarios), como en los bosques orientales linderos hoy con las provincias de Chaco y Santa Fe (pueblos nómades de asentamientos transitorios).

En algunos casos también se registran pueblos trasladados desde otras regiones a la Mesopotamia santiagueña, esto ya durante el período colonial como fue el caso de los Mataraes, cuyas referencias documentales enuncia Amalia Gramajo, concluyendo en que este pueblo estaba asentado al momento de la conquista a orillas del Rio Bermejo y fueran trasladados por gestión de los jesuitas en el siglo XVI.

Los pueblos sedentarios dejaron importantes sitios arqueológicos donde desde hace más de un siglo se han excavado y obtenido de ellos importantes colecciones de restos cerámicos, líticos, textiles, de madera y de hueso entre otros y que siguen siendo objeto de estudio para científicos del Conicet.

Hay estudios que pueden aportarnos datos sobre su organización, volumen demográfico y actividades económicas, sociales, políticas y culturales más importantes.

Algunos de los sitios mas importantes descubiertos hasta hoy, se encuentran en cercanías de las actuales ciudades de Beltrán, Brea Pozo, Icaño, Herrera, Matara, Atamisqui, Salavina, Telares, Sumampa, Villa la Punta, Guampacha, El Cajón (Ojo de Agua) y Sotelos (Río Hondo) entre otras.

Las Postas del Camino Real

El sistema de Postas fue normalizado por la autoridad colonial española hacia finales del siglo XVIII pero funcionó desde el siglo XVI de manera gradual, con la fundación de Santiago del Estero como cabecera de la nueva Gobernación del Tucumán (que no equivale, quiero aclarar algo que habitualmente se presenta de manera ambigua, a la actual provincia de Tucumán ni territorialmente ni institucionalmente). (Sigue en la página 7)

En pocas palabras, una posta era una institución que prestaba servicios de trasporte de diferentes categorías, servicios postales de correo, servicios de abastecimientos varios y servicios de hospedaje para los viajeros.

Para dar un ejemplo simple, la posta de Silipica tenía un Maestro de Postas que estaba a cargo de todos los servicios de la Posta y eso le redituaba una ganancia monetaria y una serie de privilegios y obligaciones inherentes a su función. En la posta también prestaban servicio los Postillones que brindaban por lo menos dos servicios ambos arancelados y los cuales podía prestar juntos o por separado. Por un lado guiar a los viajeros por los caminos para evitar pantanos, ríos, arroyos, malones hostiles de los pueblos nómades. Por el otro también podía asumir la conducción de los carros, diligencias o correos, y el cuidado de los animales de tiro que podían ser caballos, mulas o bueyes según el tipo y peso de carga.

Las postas tenían postillones que prestaban sus servicios hacia el sur (Simbolar o Loreto) y otros que lo hacían hacia el norte (Manogasta o Capital), recorrían así entre cuatro y cinco leguas, y sus días pasaban arriba de los caballos y de los carruajes, yendo y viniendo por caminos que bien conocían para guiar a comerciantes con sus mercancías, para guiar tropas de ganado mayor y en especial de mulas que fue el tipo más demandado por el mercado del Potosí, para trasladar el correo epistolar que era en muchos casos una cuestión de estado para alertar peligros y determinar el movimiento de los ejércitos y para transportar a las personas que circulaban siempre con un documento oficial autorizante.

En definitiva, el sistema de postas aseguraba el traslado y la supervivencia o conservación de mercancías, cartas y personas entre sus paradas y podemos mencionar entre ellas a las que se encontraban cercanas a las siguientes ciudades o pueblos: Sumampa, Ambargasta, Ayuncha, Barrancas, Villa Vieja Loreto, Silípica, Manogasta, Villa Robles, Santiago del Estero, Villa Jiménez, Chauchillas, Los Miranda, Sotelos, Tenené, Palomar y Vinará entre otros.

Las Reducciones

y las estancias Jesuíticas

Los jesuitas, ejemplo de organización y desarrollo económico e institucional, fundaron en el actual territorio santiagueño, y desde aquí en los espacios geográficos de las actuales provincias de Catamarca y Tucumán, en primero lugar importantes estancias en las que llevaron adelante la producción agrícola y sobretodo ganadera.

Comprobado su buen desempeño económico, activaron su acción evangelizadora con una prolífica construcción de iglesias en los pueblos de indios bajo régimen de encomienda, ubicados mayoritariamente en las márgenes derechas de los ríos Dulce y Salado, y en las serranías de Guasayán y de Sumampa. Entre ellas podemos mencionar a las construidas en los siglos XVI y XVII que aun se encuentran en pie en Sotelos, Manogasta, Tuama, Silípica, el Santuario de la Virgen de Sumampa, Santa Ana, y Villa Guasayán entre otras.

Y hacia el siglo XVIII desarrollaron una forma de alianza con los pueblos nómades que atraídos por la civilización decidieron asentarse y producir sus alimentos. En este formato que fue conocido luego como de Reducciones, se asentaron por lo menos dos pueblos, uno en cercanías de Suncho Corral que llamaron Reducción de Vilelas homónima del pueblo reducido, y que luego sería trasladada a cercanías del actual pueblo de San José de Boquerón con el nombre de Reducción de San José de las Petacas. Otra experiencia similar fundaron en la convergencia de los ríos Dulce y Saladillo en el actual departamento Quebrachos a la que nombraron Reducción de la Purísima Concepción de Abipones, también aludiendo al pueblo reducido. Esta última se trasladó en varias oportunidades y luego de la expulsión de la orden se convirtió en fuerte de frontera. Sus restos se encuentran cerca de la ciudad de Sumampa.

Los Fuertes de Frontera

Los fuertes de fronteras se hicieron más visibles en la historia santiagueña del siglo XIX, fueron en muchos casos la continuación de la institución “pueblo de indio encomendado” que en su traspaso institucional de la dominación colonial al periodo independiente dejaron de tener ese sentido administrativo impositivo y se fueron convirtiendo paulatinamente en ciudadanos santiagueños y argentinos.

Lo que no cambio fue la existencia de pueblos nómades en el chaco santiagueño más allá del rio Salado. Los pueblos nómades continuaban viviendo del bosque, y en los ciclos de sequía o en busca de las mercancías trasportadas en las carretas y de caballos y ganado entraban a saquear con sus malones y siguieron siendo una amenaza hasta finales del siglo XIX.

Sobre la margen derecha del rio Dulce solo citaremos al Fuerte de Abipones en el Departamento Quebrachos. Sobre ambas márgenes del rio Salado podemos mencionar los de Villa Matara, Inquiliguala, El Bracho, Añatuya, La Lorenza y la Viuda entre otros, cercanos a las localidades de Garza, Herrera, Añatuya, Icaño, Malbran y Pinto.

Es importante señalar que todo lo que se encuentra en los sitios arqueológicos correspondientes a las instalaciones mencionadas son bienes públicos pertenecientes a la provincia de Santiago del Estero, a los Municipios y a la Nación Argentina según la ley del Congreso de la Nación Nro. 25.743 que sanciona las intervenciones en esos lugares, los saqueos, la destrucción y el traslado esos objetos. El órgano de aplicación de esa ley es la Subsecretaria de Cultura del Gobierno de la Provincia, dependiente de la Jefatura de Gabinete de Ministros y cualquier estudio sobre esos sitios debe tener su autorización. 

En pocas palabras, una posta era una institución que prestaba servicios de trasporte de diferentes categorías, servicios postales de correo, servicios de abastecimientos varios y servicios de hospedaje para los viajeros.

Para dar un ejemplo simple, la posta de Silípica tenía un Maestro de Postas que estaba a cargo de todos los servicios de la Posta y eso le redituaba una ganancia monetaria y una serie de privilegios y obligaciones inherentes a su función. En la posta también prestaban servicio los Postillones que brindaban por lo menos dos servicios ambos arancelados y los cuales podía prestar juntos o por separado. Por un lado guiar a los viajeros por los caminos para evitar pantanos, ríos, arroyos, malones hostiles de los pueblos nómades. Por el otro también podía asumir la conducción de los carros, diligencias o correos, y el cuidado de los animales de tiro que podían ser caballos, mulas o bueyes según el tipo y peso de carga.

Las postas tenían postillones que prestaban sus servicios hacia el sur (Simbolar o Loreto) y otros que lo hacían hacia el norte (Manogasta o Capital), recorrían así entre cuatro y cinco leguas, y sus días pasaban arriba de los caballos y de los carruajes, yendo y viniendo por caminos que bien conocían para guiar a comerciantes con sus mercancías, para guiar tropas de ganado mayor y en especial de mulas que fue el tipo más demandado por el mercado del Potosí, para trasladar el correo epistolar que era en muchos casos una cuestión de estado para alertar peligros y determinar el movimiento de los ejércitos y para transportar a las personas que circulaban siempre con un documento oficial autorizante.

En definitiva, el sistema de postas aseguraba el traslado y la supervivencia o conservación de mercancías, cartas y personas entre sus paradas y podemos mencionar entre ellas a las que se encontraban cercanas a las siguientes ciudades o pueblos: Sumampa, Ambargasta, Ayuncha, Barrancas, Villa Vieja Loreto, Silípica, Manogasta, Villa Robles, Santiago del Estero, Villa Jiménez, Chauchillas, Los Miranda, Sotelos, Tenené, Palomar y Vinará entre otros.

 

Las Reducciones

y las estancias Jesuíticas

Los jesuitas, ejemplo de organización y desarrollo económico e institucional, fundaron en el actual territorio santiagueño, y desde aquí en los espacios geográficos de las actuales provincias de Catamarca y Tucumán, en primero lugar importantes estancias en las que llevaron adelante la producción agrícola y sobre todo ganadera.

Comprobado su buen desempeño económico, activaron su acción evangelizadora con una prolífica construcción de iglesias en los pueblos de indios bajo régimen de encomienda, ubicados mayoritariamente en las márgenes derechas de los ríos Dulce y Salado, y en las serranías de Guasayán y de Sumampa. Entre ellas podemos mencionar a las construidas en los siglos XVI y XVII que aun se encuentran en pie en Sotelos, Manogasta, Tuama, Silípica, el Santuario de la Virgen de Sumampa, Santa Ana, y Villa Guasayán entre otras.

Y hacia el siglo XVIII desarrollaron una forma de alianza con los pueblos nómades que, atraídos por la civilización, decidieron asentarse y producir sus alimentos. En este formato que fue conocido luego como de Reducciones, se asentaron por lo menos dos pueblos, uno en cercanías de Suncho Corral que llamaron Reducción de Vilelas homónima del pueblo reducido, y que luego sería trasladada a cercanías del actual pueblo de San José de Boquerón con el nombre de Reducción de San José de las Petacas. Otra experiencia similar fundaron en la convergencia de los ríos Dulce y Saladillo en el actual departamento Quebrachos a la que nombraron Reducción de la Purísima Concepción de Abipones, también aludiendo al pueblo reducido. Esta última se trasladó en varias oportunidades y luego de la expulsión de la orden se convirtió en fuerte de frontera. Sus restos se encuentran cerca de la ciudad de Sumampa.

 

Los Fuertes de Frontera

Los fuertes de frontera se hicieron más visibles en la historia santiagueña del siglo XIX, fueron en muchos casos la continuación de la institución “pueblo de indio encomendado” que en su traspaso institucional de la dominación colonial al periodo independiente dejaron de tener ese sentido administrativo impositivo y se fueron convirtiendo paulatinamente en ciudadanos santiagueños y argentinos.

Lo que no cambió fue la existencia de pueblos nómades en el chaco santiagueño más allá del río Salado. Los pueblos nómades continuaban viviendo del bosque, y en los ciclos de sequía o en busca de las mercancías trasportadas en las carretas y de caballos y ganado entraban a saquear con sus malones y siguieron siendo una amenaza hasta finales del siglo XIX.

Sobre la margen derecha del rio Dulce solo citaremos al Fuerte de Abipones en el Departamento Quebrachos. Sobre ambas márgenes del rio Salado podemos mencionar los de Villa Matará, Inquiliguala, El Bracho, Añatuya, La Lorenza y La Viuda entre otros, cercanos a las localidades de Garza, Herrera, Añatuya, Icaño, Malbran y Pinto.

Es importante señalar que todo lo que se encuentra en los sitios arqueológicos correspondientes a las instalaciones mencionadas son bienes públicos pertenecientes a la provincia de Santiago del Estero, a los Municipios y a la Nación Argentina según la ley del Congreso de la Nación Nro. 25.743 que sanciona las intervenciones en esos lugares, los saqueos, la destrucción y el traslado esos objetos. El órgano de aplicación de esa ley es la Subsecretaria de Cultura del Gobierno de la Provincia, dependiente de la Jefatura de Gabinete de Ministros y cualquier estudio sobre esos sitios debe tener su autorización. l

 


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