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EL LIBERAL . Santiago

DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO: sus lugares

12/09/2021 03:15 Santiago
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DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO: sus lugares DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO: sus lugares

Sin duda, Sarmiento es uno de los grandes hombres de América. Mucho se ha escrito y se ha discutido sobre su figura. Sus tres oficios: periodista, maestro y publicista (antigua denominación de “hombre público”) han marcado su existencia y definen claramente el rol que le ha asignado la historia. Se han cumplido un poco más de dos siglos desde su nacimiento, estamos transitando el siglo y medio de su presidencia y se cumplieron 133 años de su muerte. Por eso vale recordar, en un somero recuento, lo más importante de su legado.

Fue el escritor más prolífico en castellano durante el siglo XIX en todo el mundo, es considerado el fundador de la sociología americana y el primer ordenador de la historia de la cultura como ciencia. Se convirtió en el primer constitucionalista, analizando con lealtad y con franqueza el texto inspirado por su viejo adversario, Juan Bautista Alberdi. Su obra presidencial marcó desde entonces el destino material e ideológico del Estado argentino. Y sin duda su gesta educativa es la herencia más perdurable del gran sanjuanino

Pero cuando hablamos del hombre, es Domingo Faustino Sarmiento un hombre apasionado por sus terruños. Recorreremos hoy sus caminos que permiten conocer al más grande entre los grandes en la completa condición personal que lo ha convertido en un protagonista sin par de la historia continental. 

LA CASA NATAL EN SAN JUAN

El barrio de “El Carrascal”, a unas cuadras de la antigua plaza mayor de San Juan de la Frontera, tenía por referencia el convento de Santo Domingo. A sólo una cuadra de allí, en los albores del siglo XIX se instaló el matrimonio formado por don José Clemente Sarmiento y doña Paula Albarracín en una casa que construyeron juntos y fue el hogar de sus ocho hijos, de los cuales cuatro mujeres y un hombre llegarían a edad adulta. Allí nació Faustino Valentín el 15 de febrero de 1811, al que conocemos como Domingo, ya que era el nombre del santo al que la madre encomendaba al niño travieso para que calmara su carácter.

En 1910, anticipándose al festejo del centenario del prócer, esa casona sanjuanina fue declarada monumento histórico nacional, el primero del país, y fue donde se fundó un museo histórico y una biblioteca, que fue inaugurado el 4 de abril de 1911. El terremoto del 15 de enero de 1944 destruyó la ciudad, provocando más de diez mil muertos, pero entre los escasos edificios sobrevivientes se destacó la casa de Sarmiento, que luego de algunos arreglos, volvió a ser la construcción más venerada de la provincia de San Juan.

Sin duda, la estancia significativa de la casa es la sala donde fueron paridos los hijos de doña Paula, que es además el recinto más antiguo y hoy forma parte de una propuesta museológica moderna, en la que se destaca una estatua de Sarmiento en la puerta de la casona, tomando sombra en un banco que invita al visitante a compartir una charla con el sanjuanino más ilustre. Entre el notable mobiliario se encuentra el legendario telar de doña Paula, sostén material de la familia durante aquellos años duros de la guerra de la Independencia.

La escuela de San Francisco del Monte

El joven Domingo, lector voraz y caótico, puso en marcha su ansiedad educativa al viajar hacia el pueblo puntano de San Francisco del Monte, donde su tío el cura José de Oro estaba a cargo de la iglesia y había establecido una escuela de primeras letras. Era un rancho que Sarmiento describió así: “Fundamos una escuela, a que asistían dos niñitos Camargos, de edad de veintidós y veintitrés años, y a otro discípulo fue preciso sacarlo de la escuela, porque se había obstinado en casarse con una muchacha lindísima y blanca, a quien yo enseñaba el deletreo”.

El sanjuanino nunca olvidó ese rincón donde enseñó por primera vez a sus quince años y cuando llegó a la presidencia le pidió al gobernador de San Luis, Agustín Ortiz Estrada, que: “…ojalá que algo pudiéramos hacer para perpetuar la escuela de San Francisco del Monte, donde di las primeras lecciones de mi gran ciencia de hoy, el a, b, c”. Y así fue. Por entonces custodiada por los antiguos dueños, los Camargo, en 1926 se instaló una biblioteca cuando se cumplieron 100 años de la presencia de Sarmiento allí. En 1941 el humilde rancho fue declarado monumento histórico nacional y hoy funciona un museo y biblioteca.

La casa de descanso en Tigre

Instalado en Buenos Aires tiempo después de la batalla de Caseros en 1852, Sarmiento descubrió en el último extremo del delta del río Paraná su paraíso. Con el recuerdo de sus estadías en Portsmouth, al norte de Boston, el sanjuanino encontró en la zona del viejo puerto de las Conchas, hoy Tigre, donde medio siglo antes había desembarcado Santiago de Liniers en los comienzos de su gesta de la Reconquista de Buenos Aires, el lugar ideal para retirarse del fragor político.

Mandó construir una casa con palafitos a la que llamó “Prócida” en las orillas del riacho Carapachay, que visitó frecuentemente a lo largo de su vida, sobre todo cuando comenzó su relación con Aurelia Vélez, encontrando en el Tigre un espacio de remanso para su amor otoñal. El relato sobre sus tiempos en el Delta quedó plasmado en la recopilación de sus artículos escritos sobre el tema entre 1855 y 1883 en un libro llamado “El Carapachay”. La casona es hoy un museo dedicado a su figura y sobre todo a su obra literaria, habiéndose instalado una biblioteca.

La curiosidad es que sólo puede accederse a través de lanchas colectivas.

La casa en Buenos Aires

Terminada su presidencia, Sarmiento y sus hermanas se encontraron con que no tenían donde “caerse muertos”. Fue entonces que llamó a su administrador, don Manuel Ocampo y le encomendó comprar una casa en la calle Cuyo. El dinero con que contaba Ocampo no era mucho y sin duda no alcanzaba para la casa deseada. Cuando lo confirmó volvió a encontrarse con su administrado que no aceptó el tema y le dijo: “Vaya y dígale al dueño que Sarmiento quiere vivir allí”.

Finalmente pudo adquirirla a pesar de que los “mangos” no le alcanzaban. El dueño aceptó la oferta y fue la casa que los Sarmiento ocuparon hasta que don Domingo viajó a Asunción del Paraguay. La casa fue vendida en el siglo XX y tuvo diversos destinos, incluso fue sede de una comisaría y una escuela, hasta ser finalmente adquirida por la provincia de San Juan, que la convirtió en su casa en Buenos Aires. Fue prolijamente restaurada y hoy puede disfrutarse de un paseo por cada habitación en la que habitó el prócer.

En cada uno de sus tres patios la conmemoración está presente. Un busto de Sarmiento esculpido por Luis Perlotti, el aljibe y la antigua pajarera. Vale recordar que en su ancianidad Sarmiento era sordo, aunque podía escuchar sonidos agudos como el cantar de los pájaros y el tañer de las campanas. Fue declarada monumento histórico nacional en 1948 y su fachada rosada es reconocible en la calle Sarmiento 1251.

La casa en Asunción del Paraguay

Ya anciano, Sarmiento emprende su último viaje. En mayo de 1888 y escapando del frío invierno porteño, parte junto a su amor Aurelia Vélez, además de su hija Faustina y su nieta Luisa. Había conseguido el terreno para construir su sueño de modernidad: una casa modular con refrigeración a serpentina de agua, importada desde Bélgica y que sería la primera de Sudamérica. Ya en Asunción, y a pesar de sus achaques, agasajaba a los obreros que montaban la construcción con asados hechos por él y, sobre todo, con unos porrones de cerveza que enfriaba sumergiéndolos en una bolsa de arpillera en el río Paraguay. Sarmiento no llegó a habitar esa moderna casa conocida como la “isotérmica”, porque no estaba terminada para el tiempo de su paso a la inmortalidad. En una casona de madera que habitaba, murió el 11 de septiembre de 1888, siendo fotografiado pocos minutos después. Como detalle de esas fotos fúnebres, tipología que fue común hasta bien entrado el siglo XX, aparece la bacinilla que usaba Sarmiento, como testimonio de que “sólo era un hombre”.

Fue horroroso comprobar que en 2019 fue demolido el Colegio Argentino que se levantaba en la casa de Sarmiento, luego de su cierre en 2018. Solo se salvó de la piqueta entre otras la habitación en la que murió el prócer, y actualmente se ha formado una comisión mixta para preservar ese espacio sagrado de la historia.

El Senado argentino aprobó en 2020 el primer proyecto de declaración de un monumento histórico nacional en el extranjero votado en el Congreso Nacional, y el honor le cupo al solar de la casa de Sarmiento en Asunción del Paraguay, ubicado en la calle De la Residenta, entre Saltos del Guayrá y Washington, en el barrio de San Roque. Sin duda, el espíritu de Sarmiento sigue siendo revolucionario ya que, de sancionarse esta ley, se convierte en un nuevo camino para la preservación del patrimonio nacional, más allá de nuestras fronteras. l


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