LOS HIJOS DE LOS PRESIDENTES

La evolución de las costumbres sociales a lo largo de la historia independiente de la Argentina es formidable. El camino del progreso que mostró a la Argentina como una de las sociedades más dinámicas de la región y del continente queda patente en los grandes cambios de las relaciones entre los ciudadanos, las instituciones y las corporaciones en estos dos siglos y una década.

Sin dejar de apreciar las dificultades, los retrocesos y las deudas pendientes, los argentinos hemos transitado la vida de los pueblos buscando la realización de los grandes objetivos de la sociedad.

Como ejemplo de esta evolución, el solo pensar que en los tiempos de la Revolución de Mayo de 1810 las mujeres que leían y escribían eran unas pocas marca la diferencia con el presente, tiempo en el que no se distingue por género la alfabetización, poniendo como ejemplo el hecho de que son más las investigadoras del CONICET que sus colegas masculinos. También, desde los tiempos de la Constitución Nacional de 1853, cuando la publicidad de los actos de gobierno era una tarea pendiente del Estado, recién materializada en el Boletín Oficial creado por Domingo Faustino Sarmiento, hasta hoy que el periodismo profundiza e a labor, indagando en la acción pública de los funcionarios, pero que cada vez más accede a hechos de la vida privada que se convierten en públicos, en la mayoría de los casos con el acuerdo de los personajes.

Un gran cambio, entonces, se da en el terreno de la vida privada de los presidentes argentinos que, durante el siglo XIX y los inicios del siglo XX era algo que no formaba parte del escrutinio público y hoy es un tema de todos los días. Vale como ejemplo el hecho de la primera foto de una primera dama en la Casa Rosada, que se produjo en 1912 cuando doña Rosa González de Sáenz Peña posó en el pasillo superior del actual Patio de las Palmeras. Con el avance de los medios de comunicación, sobre todo la radio y la televisión, y sobre todo por la facilidad que la tecnología provee para tomar imágenes en cualquier lugar y circunstancia, el límite entre lo público y lo privado se ha desdibujado y sigue siendo la actitud ética la que establece hasta dónde es lícito el interés por aquello que no pertenece a la investidura de los funcionarios.

Vamos a dedicar este artículo a los hijos de los presidentes constitucionales de los primeros ciento veinte años de nuestra historia, un aspecto que hasta hoy no ha influido significativamente en la vida política del país, pero lleno de anécdotas que vale la pena conocer.

De Rivadavia a Avellaneda

Los dos primeros presidentes, que lo fueron de las Provincias Unidas de la República Argentina, don Bernardino Rivadavia y don Vicente López y Planes, gobernaron entre 1826 y 1827. Estos porteños estaban casados respectivamente con doña Juana Josefa Joaquina del Pino y Vera Mujica (la duodécima de los diecisiete hijos del virrey Joaquín del Pino) y con doña Lucía Petrona Riera Merlo. Rivadavia tuvo tres hijos y una hija, llegando a edad adulta sólo los varones, de uno de los cuales nacerá Martín, que la historia convertirá en el Comodoro Rivadavia. López sólo tuvo un hijo, pero de gran consideración, Vicente Fidel, que se convertiría en el patriarca de la historia liberal. Ya organizado el país, con la defección del estado de Buenos Aires, comienza el tiempo de la presidencia de la Confederación Argentina. La figura desbordante del entrerriano Justo José de Urquiza obliga a detenerse en el presidente que más hijos tuvo a lo largo de la vida nacional. Desde el nacimiento en 1820 de su primera hija con María de la Encarnación Diez hasta su último retoño, Cándida, nacida en 1870 de Dolores Costa, fueron 23 los vástagos reconocidos por el Organizador a lo largo de 50 años. Cuando Juan Bautista Alberdi negoció con el papa Pio IX la erección de la diócesis de Paraná, capital de la Co federación Argentina, y el establecimiento de relaciones diplomáticas, se topó con el pedido del pontífice de que el presidente Urquiza se casase y legitimara a sus hijos naturales.

El matrimonio con Dolores Costa se celebró el 12 de octubre de 1855 en el Palacio San José, siendo revalidado el 24 de abril de 1865 en la iglesia de la Inmaculada de Concepción del Uruguay. Sin embargo, lo más sorprendente es que el Congreso Federal dictó la ley 41 que reconoció a los hijos anteriores de Urquiza como legítimos al igual que los que tuvo con su esposa. También llama la atención que cuatro de sus vástagos hayan nacido mientras él era presidente: Justa (1854), Justo José (1856), Cayetano (1858) y Flora (1859).

Es escalofriante que el crimen que termina con la vida del general Urquiza el 11 de abril de 1870 previera también que fueran asesinados sus hijos Waldino y Justo José.

El cordobés Santiago Derqui tuvo seis hijos en su matrimonio con Modesta García de Cossio, tres varones y tres mujeres, naciendo la última, María del Carmen, el 9 de febrero de 1861, durante la presidencia de su padre.

El primer presidente constitucional de la República unificada, el porteño Bartolomé Mitre, también tuvo seis hijos con Delfina de Vedia, con el hecho trágico que tres de ellos, Bartolito, Adolfo y Jorge murieron adultos antes que su padre. El sanjuanino Domingo Faustino Sarmiento tuvo dos hijos, ambos fuera del matrimonio: su primogénita Ana Faustina con María de Jesús del Canto; y Domingo Fidel, fruto de su amor por Benita Martínez Pastoriza que finalmente se convertiría en su esposa.

Antes de llegar a la presidencia Sarmiento sufre la muerte heroica de su hijo en la batalla de Curupaity, durante la guerra contra el Paraguay. El segundo presidente más prolífico fue el tucumano Nicolás Avellaneda, cuya esposa Carmen Nóbrega parió doce niños. Igualó el récord de Urquiza con cuatro nacimientos durante su presidencia: Pilar (1875), Eduardo (1877), Manuel (1878) y Martín (1879).