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EL CAMINO REAL EN SANTIAGO DEL ESTERO

13/03/2022 04:00 Santiago
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EL CAMINO REAL EN SANTIAGO DEL ESTERO EL CAMINO REAL EN SANTIAGO DEL ESTERO

El siglo XVII fue para España un tiempo de transición entre dos dinastías. El imperio hispánico nace con el matrimonio de Felipe I el Hermoso con Juana de Castilla y Aragón en 1496, que instala la Casa de Austria para gobernar España y sus dominios, enormes como consecuencia de dos hechos simultáneos ocurridos en 1492: la reconquista de España por Isabel y Fernando, los reyes católicos, con la caída del imperio nazarí de Granada y la expulsión de los musulmanes de la península ibérica; y el descubrimiento de América por la flota comandada por Cristóbal Colón, que amplió el mundo y cambió la historia de la humanidad.

Luego de los largos reinados de Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico (1506-1555), bajo cuyo gobierno fue fundada Santiago del Estero, única ciudad imperial del actual territorio argentino; y de Felipe II (1556-1598), España tuvo una sucesión de tres monarcas que marcaron el siglo XVII: Felipe III, el piadoso (1598-1621); Felipe IV, el rey planeta (1621-1665); y Carlos II, el hechizado (1665-1700), que no dejó descendencia y completó doscientos años de los Austria, más conocidos como los Habsburgo, en la corte de Madrid, además de entregar el trono a los Borbones.

Felipe IV reinó en el tumultuoso período que va desde el imperio gigante hasta la pérdida de la hegemonía española en Europa. Al comenzar su reinado España dominaba Portugal, los Países Bajos, la región de Rosellón y Cerdeña, Nápoles, Sicilia, y toda la América ibérica, pero las guerras religiosas entre católicos y protestantes llevó a la derrota española en Europa hacia fines del siglo, además del avance de Francia durante el largo gobierno de Luis XIV, el rey sol (1643-1715). Felipe IV trató de moralizar el manejo de los asuntos públicos, mejorar la educación con apoyo de los jesuitas, y modernizar la hacienda y la administración del imperio, sobre todo en América.

Entre las decisiones que tuvieron gran trascendencia para la historia de nuestro país se cuenta la organización de la Real Audiencia de Buenos Aires en 1662 y la institución del Camino Real del Perú en 1663. Para dimensionar el valor de estas decisiones basta decir que la Real Audiencia es la más antigua institución judicial en la Argentina, absorbida y continuada por la actual Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires, y el Camino Real es el inicio de las carreteras modernas en el territorio argentino.

En 1748 se estableció el sistema de correos regulares, que en 1762 el rey Carlos III, propulsor de las reformas borbónicas que intentaron modernizar la burocracia y la jurisprudencia de España, organizó a través de la Real Cédula de 1762 sobre caminos, postas y correos. Vamos hoy a recorrer el Camino Real en la historia de nuestro país.

El Camino Real

La corona española dedicó un gran esfuerzo económico a la organización de un sistema de caminos a lo largo de todo el imperio en América. No se debe olvidar que la extensión de los dominios españoles ha sido el mayor territorio que alguna vez haya estado bajo el gobierno de un solo mandatario. En el siglo XVII, para la gobernación del Río de la Plata con capital en Buenos Aires, los ríos constituían “caminos”, ya que permitían la comunicación entre las distintas ciudades, como Asunción del Paraguay, Corrientes y Santa Fe de la Vera Cruz, además de los pueblos a lo largo de los ríos Paraná, Uruguay y Paraguay y sobre todo los pueblos de las misiones jesuíticas.

Hacia mediados de los años 1600, llega a Buenos Aires como gobernador José Martínez de Salazar, quien fuera uno de los más progresistas del período colonial. En 1663 instituye el Camino Real al Perú, que a la altura de la villa de Luján tomaba hacia el norte con el objetivo de alcanzar Lima, capital del virreinato del Perú y la ciudad más esplendorosa de toda América. En Luján comenzaba un desvío hacia Chile al que se llamó Camino Real al Oeste. Se definía como Camino Real a la red construida por la corona española para unir las ciudades de mayor significación por medio de sendas de una anchura suficiente que permitiera el paso seguro de carretas, animales de cargas y vehículos de pasajeros, al que se sumaban postas de reabastecimiento y descanso. Los antecedentes de este sistema fueron las vías romanas y el camino del Inca.

Las postas

Las postas eran construcciones establecidas sobre el Camino Real que cumplían una gran cantidad de funciones. Una posta oficiaba como estafeta postal, hospedaje de pasajeros, suministro de alimentos, recambio de caballos y asiento de pequeños destacamentos de soldados con la finalidad de brindar seguridad al propio camino. Eran lugares por los que transitaron todos los funcionarios españoles que venían a cumplir tareas en América, los regimientos militares, todo el comercio entre las ciudades del territorio, los chasquis (mensajeros del correo real) y todos los viajeros dentro de los territorios virreinales. Vale decir que alrededor de las postas, que eran vistas como edificios estatales, se fueron asentando pobladores rurales hasta conformar verdaderos pueblos.

Quedan actualmente en Argentina, Bolivia y Perú ruinas en la mayoría de las postas que no se encontraban en poblados, y se ha podido reconstruir el trazado del Camino Real. El punto de partida fue la Buenos Aires colonial y la primera posta fue establecida en la Cañada del Morón, a 6 leguas de la Catedral porteña. Así, en el actual territorio bonaerense se contaban catorce postas a lo largo de 70 leguas (350 km.), siendo las más recordadas Areco y Fontezuelas, donde se produjo el motín que los oficiales del Ejército del Norte encabezaron contra el general Carlos de Alvear en 1815.

En Santa Fe eran siete las postas, destacándose Arequito en las 40 leguas del camino. En Córdoba eran treinta las postas ya que el trazado del Camino Real abarcaba 650 kilómetros. Córdoba era la primera gran ciudad a la que el camino llegó desde el río de la Plata y en la provincia mediterránea se destacaban Cabeza de Tigre, donde fuera fusilado en 1810 el antiguo virrey Santiago de Liniers, Fraile Muerto (hoy Bell Ville) y Sinsacate, que junto a la estancia jesuítica de Jesús María son un complejo museográfico que marca el inicio de la reconstrucción del Camino Real cordobés. Vale destacar que en la “Docta” la ruta nacional 9 sigue prácticamente el viejo trazado del Camino Real a lo largo de 500 km.

El Camino Real en Santiago del Estero

La “Madre de Ciudades”, al instituirse el Camino Real y comenzar su construcción en 1663, se convirtió en el primer destino de importancia para la monumental obra. Vale recordar que Santiago del Estero del Nuevo Maestrazgo era la capital de la gobernación del Tucumán, Juríes y Diaguitas y la sede de la diócesis del Tucumán. Eran los tiempos inestables de varios gobernadores, como Diego de Trejo, Jerónimo Luis de Cabrera y Garay, Lucas de Figueroa y Mendoza y Alonso de Mercado y Villacorta; y era obispo el agustino colombiano Melchor Maldonado y Saavedra.

   En el actual territorio santiagueño había 14 postas a lo largo de 93 leguas, unos 465 kilómetros. El Camino Real entraba desde el sur por la actual ruta provincial 18 orientado hacia el río Dulce. Hay que recordar que la disposición de agua potable era fundamental para estos establecimientos. Existían a fines del siglo XVII las postas de Portezuelo, Zanjones, Pampa Grande, Oratorio Grande en Sumampa, Taruca Pampa, Bajada, Mochino, Sauces y Loreto para luego apuntar directamente hacia Santiago del Estero. Las postas de Silipica, donde se encuentra el santuario de la beata Mamá Antula, y Manogasta, de la que sobrevive un histórico cementerio, lograban que el viajero sintiera la cercanía de la capital del Tucumán de entonces. Santiago merecía siempre en esos tiempos el reposo de varios días, ya que era la ciudad más importante en el camino hacia el Alto Perú, que iba a convertirse en destino desde 1762 cuando se estableció el Camino Real con final en Chuquisaca.

Hacia el norte, la “Madre de Ciudades” despedía a los carruajes, los enseres, las mercaderías y los pasajeros rumbo a la posta de Giménez. La última posta en territorio santiagueño era la de los Mirandas para luego en Tucumán, en la posta de Vizarra continuar el camino hacia Lima. Las tres provincias norteñas tenían un trazado similar en distancias: 60 leguas en Tucumán con 8 postas, 70 en Salta con 9, y 72 en Jujuy con 10 postas. Ya en el Alto Perú y rumbo a Lima las distancias eran inmensas y se contaban más de doscientas postas para llegar a la casa de los Virreyes.

Consecuencias no esperadas

Para Santiago del Estero la consolidación del Camino Real fue muy negativa, ya que la mejora de los sistemas de transporte de mercancías y pasajeros para la llegada del siglo XVIII hizo que las autoridades civiles trasladaran la capital de la gobernación hacia el norte, a Salta, y que la sede episcopal viajara definitivamente hacia el sur, a Córdoba. Si bien el paso del comercio, del correo y de los grandes personajes siguió transitando por Santiago del Estero, ya sería rumbo a otros destinos y provocaría esa larga agonía que recién terminaría con la llegada de la Revolución de 1810, con la Independencia de 1816 y sobre todo con la autonomía provincial en 1820. No sería una mala idea pensar en la restauración del Camino Real en Santiago del Estero, a la usanza de los caminos culturales europeos, como las vías romanas en Italia, y sobre todo el Camino Jacobeo en España, que lleva miles de viajantes cada año rumbo a Santiago de Compostela. No sólo pensando en la conmemoración histórica sino también creando un circuito cultural que sin duda tendría repercusiones turísticas y productivas.

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