Mons. Torrado Mosconi: “Juan Pablo II sabía encender en los jóvenes la vocación a la santidad” Mons. Torrado Mosconi: “Juan Pablo II sabía encender en los jóvenes la vocación a la santidad”
El ex obispo auxiliar de la
Diócesis de Santiago del Estero,
Mons. Ariel Torrado Mosconi estuvo
en Ucrania para vivir de cerca
la realidad del “mundo de la
guerra” y a través de sus misiones
evangelizadoras acompañó a
miles de personas que sufren hoy
las consecuencia de los ataques
diarios.
Hoy, ya en su viaje de regreso
a la Argentina, hizo un parate
en la ciudad polaca de Zacopane,
y visitó al cardenal Stanis?aw
Dziwisz, quien fuera el fiel secretario
de Juan Pablo II.
“Se me invitó
a dar un testimonio sobre lo
que significó su figura para la Argentina.
El mensaje de Juan Pablo
II llegó al corazón de los jóvenes
hasta los confines del mundo”,
sostuvo el obispo.
Y ese encuentro ofreció su experiencia
personal de lo que significó
Juan Pablo II en su vida,
vocación y ministerio
Su testimonio
Mons. Torrado Mosconi detalló:
“Me tocó crecer en un país
marcado por la violencia. Primeramente
por sucesivos golpes
militares, luego por la guerrilla
de extrema izquierda y finalmente
por la dura represión militar.
En ese contexto donde parecía
que el único modo de solucionar
los conflictos era a través del poder
de las armas surge, en mi horizonte
de adolescente, la figura
señera del ‘Mensajero de la paz’.
En medio de la oscuridad brilló
la luz de la esperanza. La primera
gran cercanía de Juan Pablo
II con mi país fue a través de su
mediación en el conflicto limítrofe
con Chile. El Papa a los pocos
días de su elección acepta la mediación
y envía al cardenal Antonio
Samoré. Aún hoy cuando alguien
en la familia o en un grupo
busca pacificar una discusión se
lo suele llamar “samoré”.
La mediación
tuvo un final feliz, aunque
el cardenal murió antes de
poder verla realizada. La mediación
papal evitó el derramamiento
de sangre de miles de jóvenes.
Luego en 1982 yo era un joven
universitario cuando nuestro
país enfrentaba la guerra con el
Reino Unido por nuestros derechos
sobre las islas Malvinas.
El Papa, que ya tenía prevista
desde hacía dos años una visita
al Reino Unido, decide hacer
también una visita a la Argentina.
Fue un paso fugaz, pero que
marcó mi vida para siempre.
Estuvo
apenas 38 horas en el país.
Celebró una misa en Luján y otra
multitudinaria en Buenos Aires.
Yo participé de esta última,
apenas veía a lo lejos una pequeña
figura blanca, pero escuchaba
la voz potente que me invitaba a
tomarnos de la mano para “hacer
una cadena más fuerte que el
odio y que la muerte”.
Nos decía
que “el camino es el amor”.
Si bien yo tenía la inquietud
vocacional desde niño, fue después
de esa misa, al estar regresando
a mi casa, que tomé la decisión
de no dilatar más, dejar lo
que estaba haciendo e ingresar al
seminario. Y así lo hice”.
El Papa de los jóvenes
“Su visita pastoral en 1987 fue
otro hito en mi existencia. Yo aún
era seminarista en Buenos Aires
y me tocó vivir allí la primera jornada
mundial de la juventud que
se hiciera fuera de Roma. Ya previamente
en 1985 se había hecho
en la ciudad de Córdoba (Argentina)
un Encuentro Nacional de
Jóvenes impulsado en gran medida
por el venerable siervo de
Dios cardenal Eduardo Francisco
Pironio. Los jóvenes sentíamos
que la Iglesia era el ámbito
que nos permitía llevar adelante
nuestros ideales de hacer un
mundo mejor.
El Papa sabía encender en los
jóvenes la audacia, la heroicidad,
en definitiva la vocación a la santidad.
Nos animaba a construir
una patria de hermanos por el
camino del evangelio.
“Lo sabemos, el camino es el
amor”. Nos decía “ustedes son la
alegría de Cristo, la esperanza del
Papa”.
Como sacerdote me enseñó a
ser pastor
Los hitos magisteriales que
marcaron mi ministerio pastoral
me moldearon en la fidelidad
a la tradición, pero con audacia
para enfrentar los nuevos desafíos
que presenta la cultura actual.
No se trata de un conservadurismo
estático sino de recibir
el don de la doctrina y transmitirla
en diálogo con las realidades
siempre nuevas que se presentan
en este mundo de cambios vertiginosos.
Los sintetizo en los siguientes
documentos magisteriales: El
catecismo de la Iglesia, Veritatis
splendor, Tertio millenio adveniente
y Novo millenio ineunte.
Moldeó mi corazón de pastor
para no quedarme en la seguridad
de la tierra firme sino que
me animó a navegar mar adentro,
pero bien sustentado en la fidelidad
a la tradición.