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EL LIBERAL . Santiago

Mons. Torrado Mosconi: “Juan Pablo II sabía encender en los jóvenes la vocación a la santidad”

20/05/2022 22:10 Santiago
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El ex obispo auxiliar de la

Diócesis de Santiago del Estero,

Mons. Ariel Torrado Mosconi estuvo

en Ucrania para vivir de cerca

la realidad del “mundo de la

guerra” y a través de sus misiones

evangelizadoras acompañó a

miles de personas que sufren hoy

las consecuencia de los ataques

diarios.

Hoy, ya en su viaje de regreso

a la Argentina, hizo un parate

en la ciudad polaca de Zacopane,

y visitó al cardenal Stanis?aw

Dziwisz, quien fuera el fiel secretario

de Juan Pablo II.

“Se me invitó

a dar un testimonio sobre lo

que significó su figura para la Argentina.

El mensaje de Juan Pablo

II llegó al corazón de los jóvenes

hasta los confines del mundo”,

sostuvo el obispo.

Y ese encuentro ofreció su experiencia

personal de lo que significó

Juan Pablo II en su vida,

vocación y ministerio

Su testimonio

Mons. Torrado Mosconi detalló:

“Me tocó crecer en un país

marcado por la violencia. Primeramente

por sucesivos golpes

militares, luego por la guerrilla

de extrema izquierda y finalmente

por la dura represión militar.

En ese contexto donde parecía

que el único modo de solucionar

los conflictos era a través del poder

de las armas surge, en mi horizonte

de adolescente, la figura

señera del ‘Mensajero de la paz’.

En medio de la oscuridad brilló

la luz de la esperanza. La primera

gran cercanía de Juan Pablo

II con mi país fue a través de su

mediación en el conflicto limítrofe

con Chile. El Papa a los pocos

días de su elección acepta la mediación

y envía al cardenal Antonio

Samoré. Aún hoy cuando alguien

en la familia o en un grupo

busca pacificar una discusión se

lo suele llamar “samoré”.

La mediación

tuvo un final feliz, aunque

el cardenal murió antes de

poder verla realizada. La mediación

papal evitó el derramamiento

de sangre de miles de jóvenes.

Luego en 1982 yo era un joven

universitario cuando nuestro

país enfrentaba la guerra con el

Reino Unido por nuestros derechos

sobre las islas Malvinas.

El Papa, que ya tenía prevista

desde hacía dos años una visita

al Reino Unido, decide hacer

también una visita a la Argentina.

Fue un paso fugaz, pero que

marcó mi vida para siempre.

Estuvo

apenas 38 horas en el país.

Celebró una misa en Luján y otra

multitudinaria en Buenos Aires.

Yo participé de esta última,

apenas veía a lo lejos una pequeña

figura blanca, pero escuchaba

la voz potente que me invitaba a

tomarnos de la mano para “hacer

una cadena más fuerte que el

odio y que la muerte”.

Nos decía

que “el camino es el amor”.

Si bien yo tenía la inquietud

vocacional desde niño, fue después

de esa misa, al estar regresando

a mi casa, que tomé la decisión

de no dilatar más, dejar lo

que estaba haciendo e ingresar al

seminario. Y así lo hice”.

El Papa de los jóvenes

“Su visita pastoral en 1987 fue

otro hito en mi existencia. Yo aún

era seminarista en Buenos Aires

y me tocó vivir allí la primera jornada

mundial de la juventud que

se hiciera fuera de Roma. Ya previamente

en 1985 se había hecho

en la ciudad de Córdoba (Argentina)

un Encuentro Nacional de

Jóvenes impulsado en gran medida

por el venerable siervo de

Dios cardenal Eduardo Francisco

Pironio. Los jóvenes sentíamos

que la Iglesia era el ámbito

que nos permitía llevar adelante

nuestros ideales de hacer un

mundo mejor.

El Papa sabía encender en los

jóvenes la audacia, la heroicidad,

en definitiva la vocación a la santidad.

Nos animaba a construir

una patria de hermanos por el

camino del evangelio.

“Lo sabemos, el camino es el

amor”. Nos decía “ustedes son la

alegría de Cristo, la esperanza del

Papa”.

Como sacerdote me enseñó a

ser pastor

Los hitos magisteriales que

marcaron mi ministerio pastoral

me moldearon en la fidelidad

a la tradición, pero con audacia

para enfrentar los nuevos desafíos

que presenta la cultura actual.

No se trata de un conservadurismo

estático sino de recibir

el don de la doctrina y transmitirla

en diálogo con las realidades

siempre nuevas que se presentan

en este mundo de cambios vertiginosos.

Los sintetizo en los siguientes

documentos magisteriales: El

catecismo de la Iglesia, Veritatis

splendor, Tertio millenio adveniente

y Novo millenio ineunte.

Moldeó mi corazón de pastor

para no quedarme en la seguridad

de la tierra firme sino que

me animó a navegar mar adentro,

pero bien sustentado en la fidelidad

a la tradición.

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