Recomiendan no echar la culpa al frío de la mala alimentación en invierno Recomiendan no echar la culpa al frío de la mala alimentación en invierno
Las estaciones climáticas
pueden influir inconscientemente
en nuestra decisión a la
hora de comer, el apetito se
asocia mucho al hedonismo,
placer o recompensa, es una
necesidad vinculada a las
emociones, que a diferencia
del hambre es una necesidad
biológica, el apetito suele ser
selectivo. Comemos lo que
preferimos, lo que nos genera
satisfacción en el momento.
“En las estaciones de otoño
e invierno podemos sentir
la necesidad de comida con
mayor cantidad de hidratos de
carbono. Esto se debe a las
bajas temperaturas en donde
el organismo requiere más
energía para mantener una
temperatura corporal mayor”,
sostiene la Dra. Paola Urrutia,
médica especialista en nutrición
y obesidad y miembro de
Bionut Obesidad.
Indicó que se ha planteado
que las alteraciones en el
ritmo circadiano al disminuir la
cantidad de horas de luz solar
pueden alterar diversos neurotransmisores
como la serotonina
y melatonina involucradas
en la regulación del
estado anímico y el apetito.
Conciencia
“Para lograr mantener un
peso saludable, es importante
no justificar la mala alimentación
a esta época”, sostiene la
especialista.
Puntualmente, se sostiene
que la energía que nuestro organismo
necesita para realizar
sus funciones vitales es la
misma, sin importar la estación
del año.
Con lo cual, si
nos descuidamos y quedamos
en casa presos del frío, sumado
a que la alimentación
varía, estaremos llegando al
verano con unos kilos de más
y es ahí donde empieza este
círculo vicioso de hacer dietas
raras y extremas para bajar
los kilos que nos dejó el invierno.
SANOS CONSEJOS
Qué alimentos se aconseja consumir y de qué manera es mejor hacerlo
Para evitar problemas posteriores
debido a la mala alimentación,
la doctora Urrutia
recomienda:
Seleccionar los alimentos,
mantener horarios de ingesta,
procurando ingerirlos
cada 3-4 horas, sin incrementar
la porción.
Planificar el menú con
anticipación facilitará la elección.
Beber entre 2 y 3 litros
diarios de líquidos, en donde
las infusiones calientes también
pueden incorporarse.
Incluir alimentos proteicos
como carnes magras, pollo
sin piel, pescado, carnes
rojas sin grasa, huevo y quesos
con bajo contenido de grasa
(fresco, por salut y mozzarella),
brindarán mayor saciedad
sin incrementar el aporte
calórico.
El consumo de verduras
y hortalizas debe estar presente,
si bien se deben seleccionar
las verduras a utilizar,
es fundamental que formen
parte de nuestros alimentos
diarios.
Las verduras y hortalizas
pueden prepararse al horno,
al vapor, salteadas con rocío
vegetal o grilladas. Se recomienda
que formen parte de
guisos hipocalóricos, cazuelas,
salsas hipograsas y ensaladas.
Consumir frutas de estación,
como el limón, mandarina,
manzana, naranja, pomelo.
Principalmente como
colaciones.
Controlar el consumo
de las harinas refinadas como
fideo, pan blanco, galletitas o
productos panificados.
Elegir sobre todo alimentos
frescos.
Acompañar la buena
alimentación con la actividad
física. Para ello se recomienda
30 minutos diarios
de ejercitación moderada,
ya sea continua o fraccionada,
ajustada a la edad
y condición física de cada
persona.