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SANTIAGO DE LINIERS: EL PRÓCER MALDITO

07/08/2022 05:12 Santiago
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SANTIAGO DE LINIERS: EL PRÓCER MALDITO SANTIAGO DE LINIERS: EL PRÓCER MALDITO

Los historiadores argentinos, a lo largo de los siglos XIX y XX, han intentado ordenar los acontecimientos en una forma comprensible y sistemática para facilitar la comprensión del proceso que llevó a nuestro país a convertirse en el territorio más grande del mundo de habla hispana. Esa construcción intelectual se ha llevado a cabo, en general, con honestidad y con esfuerzo teniendo como resultado la conformación de un corpus bastante consolidado y generalmente aceptado, donde el relato de los hechos es cada vez menos controversial, aunque se mantiene el debate ideológico en algunos casos relevantes, como el tiempo de la Campaña del Desierto, la década de 1930 o los años ’70.

Pero, para no caer en la paradoja de “Funes, el memorioso”, creación genial de Jorge Luis Borges, es necesario tomar la decisión de quitar la hojarasca de los pequeños hechos que no han tenido una trascendencia significativa, y sobre todo enfrentar a personajes a los que la complejidad del proceso histórico han colocado en lugares incómodos o directamente lo han convertido en antihéroes por su coherencia personal que es contrariaa la corriente de los hechos.

El caso de Santiago de Liniers es acaso el más acabado ejemplo de un personaje relevante de la historia argentina que termina en el bando de los derrotados y eso se ha achicado su protagonismo, pero que su vida legendaria y leal a los principios se hace merecedora de un lugar preponderante en la memoria. Permítaseme reconocer que la tragedia personal de Liniers siempre me ha provocado una gran fascinación, sumada al hecho de que el ciclo histórico no ha permitido apreciar la lealtad que animó sus jornadas, y por encima de todo, la tragedia de su final tuvo la marca de un destino que Liniers no tuvo la posibilidad de modificar y que pareció siempre establecida desde su origen.

Transitaremos hoy la vida del héroe de un imperio que dejó de ser y un hombre de vida trágica que fue reconocido mucho tiempo después, y quizá en forma imperfecta, por la nación por la que dio sus mayores esfuerzos y sobre todo sacrificó su vida.

Nacimiento, familia y formación

Jacques de Liniers nace el 25 de julio de 1753 en Niort, provincia de Poitou, en el seno de la familia de  Jacques Joseph Louis y HenrietteThérèse de Brémondd''''Ars. Era el segundo hijo y eso establecía que su hermano mayor iba a ser heredero de título nobiliario y fortuna. Gobernaban Borbones a ambos lados de los Pirineos: Luis XV en Francia y Fernando VI en España. El niño Santiago, cuyo nombre castellanizado sería perpetuo, inició sus primeras letras en un convento y a los doce años se decidió por la carrera militar, que iniciaría en la Orden de San Juan de Jerusalén. A sus quince años recibió la Cruz de Malta y desde La Valeta, en la isla mediterránea, partió hacia Carcassonecomo subteniente.

El Pacto de Familia de 1761 permitía a franceses y españoles servir a los dos países en igualdad de condiciones, y el joven Santiago decidió partir hacia Cádiz para integrarse a la Armada de España, siendo destinado en 1778 al puerto de Cartagena. Desde allí navegó hacia Argel, participando de la primera campaña guerrera de su vida. Comienza a ascender prolijamente en el escalafón, sobre todo por su participación en las batallas que marcaron la guerra entre Inglaterra y la alianza franco-hispana. Ya en diciembre de 1782 con 29 años era capitán de fragata. Destinado a Málaga, se casa en febrero del año siguiente con Juana úrsula de Membielle, con quien tendría allí en 1783 a Luis, y a Antonia María seis años después en Montevideo. 

Viaje a América

Hombre inquieto y culto, Liniersparticipa de una expedición científica por las costas de la España metropolitana y las islas atlánticas que confeccionóel primer atlas marítimo español, realizado por el astrónomo y cartógrafo Vicente Tofiño de San Miguel entre 1785 y 1788. En septiembre de este último año parte desde Cádiz rumbo a Montevideo con el objetivo demejorar su carrera militar. Llega con su familia en diciembre y es nombrado segundo comandante de la escuadra del Río de la Plata. Los acontecimientos de la Revolución Francesa lo encuentran ya instalado en la capital oriental preocupado por el 

destino de su familia gala, cuando pierde el rastro de sus padres. 1790 será un año dramático para Liniers, ya que el 23 de marzo muere su esposa y el 13 de septiembre su hija, quedando solo a cargo de Luis, que tenía 7 años. 

Pide el traslado a Buenos Aires, ya capital del Virreinato, y rápidamente se casa con María Martina de Sarratea el 3 de agosto de 1791, quien sería la madre de ocho hijos que nacerían, María del Carmen y Enriqueta en Buenos Aires; José, Santiago, Francisca y Mariano en Montevideo; Juan no se sabe dónde, y María de los Dolores en el Tigre, en cuyo parto muere la madre el 27 de abril de 1805. Para don Santiago es la segunda viudez y motivo de zozobra para su descendencia.

Durante cinco años intenta con su hermano, el conde Jacques Louis de Liniers la fabricación de sopa sólida para los viajes de ultramar. El fracaso del comercio devuelve a Santiago a la vida naval. Como testimonio de esa fábrica queda un arco de ladrillos sobre la calle que lleva el nombre del único virrey francés en el barrio de Boedo. Fue destinado nuevamente a Montevideo como comandante de las cañoneras que patrullaban la costa de la Banda Oriental.

Gobernador de las Misiones

En 1802, y en respuesta a su requerimiento de mejor paga para mantener a su numerosa familia, el virrey Joaquín del Pino lo destina como gobernador interino de las Misiones Guaraníes.En Buenos Aires, Liniers asistía habitualmente al convento de Santo Domingo, ubicado muy cerca de su casona, que aún existe como Casa del Historiador. Allí estudió junto al fraile Julián de Perdriel la geografía, la historia y la situación de las Misiones y antes de partir en 1803 para su capital Candelaria, presentó un plan al virrey para frenar a los portugueses que desde el Brasil si intentaban invadir.

Ya en las Misiones trató de mejorar las pésimas condiciones en que los guaraníes se encontraban al derrumbarse el sistema que los jesuitas habían establecido. Sin respeto a sus méritos fue desplazado del cargo en octubre de 1804 por Bernardo Velasco, que se convertiría en 1811 en la cabeza del gobierno paraguayo que derrotó a Manuel Belgrano en su expedición revolucionaria. Vuelve Liniers con su familia a la capital virreinal y en esa penosa travesía la nave fue asolada por una peste que costó la vida de una de las hijas de Liniers y finalmente, ya en el Tigre, la de su esposa parturienta e incluso de la esclava nodriza que los acompañaba.

Comandante de flota en Buenos Aires

Liniers llega en mayo de 1805, solo y con 8 hijos supervivientes, y se instala en la casona de los Sarratea. Por entonces su condición de francés no afectaba su servicio a Carlos IV de España y era bien aceptado en el Río de la Plata, revistiendo como capitán de navío. El virrey Rafael de Sobremonte le encarga inmediatamente organizar una flota para mantener despejado el tránsito naval entre Buenos Aires y Montevideo, con apostadero en la ensenada de Barragán.En enero de 1806 llega a ese puerto una nave española que informa la presencia de una flota británica en el puerto brasileño de Todos los Santos.Poco tiempo antes, el Almirantazgo británico decide tomar la colonia holandesa de la Buena Esperanza, en el extremo sur de áfrica, objetivo que logra enviando una flota al mandodel almirante Home Riggs Popham que embarcaba al ejército del general David Baird. Hasta hoy se debate si el cruce de esas naves invasoras hacia América del Sur, ya con las tropas al mando del general William Beresford, fue una decisión tomada por el gobierno de Londres o un capricho del almirante Popham, pero ese hecho cambiaría para siempre la vida de Santiago de Liniers, nuestro prócer maldito, y el destino de estas tierras argentinas.

El mundo en esos tiempos

Vale repasar el contexto mundial: Napoleón Bonaparte había sido coronado emperador de Francia y sus campañas militares por Europa lo hacen hegemónico, aunque el Reino Unido, creado en 1801 por todos los países de las islas británicas, mantenía el control de las travesías atlánticas e índicas. España mostraba una monarquía que no había logrado modernizarse y mostraba el cansancio del rey Carlos IV, cuyo ministro Manuel Godoy había sumergido al gobierno en un gran desprestigio. Nada hacía presumir que el sistema de alianzas europeas iba a cambiar tan dramáticamente en poco tiempo.

La batalla de Trafalgar del 21 de octubre de 1805 había encontrado a España aliada con los franceses, en guerra contra británicos, austríacos, suecos y rusos, siendo la victoria obtenida por el almirante Horace Nelson el primer freno a las ambiciones napoleónicas. No deja de ser curioso que uno de los jefes de la escuadra española fuese Baltasar Hidalgo de Cisneros, quien quedó sordo en ese combate. Nada hacía pensar que la lucha por el equilibrio europeo iba a encontrar un gran escenario en el fin del mundo, en el río de la Plata. Era el tiempo en que Liniers intentaba convencer en Buenos Aires a Sobremonte sobre los riesgos de una invasión.

No olvidamos nuestro compromiso de hablar de los presidentes con monumento en Santiago del Estero, pero el hallazgo de algunos hechos que merecen más investigación, pide la prudencia de profundizar en ellos, y por tanto, pedimos las disculpas del caso, y prontamente publicaremos, en estas queridas páginas de “El Liberal”, el artículo correspondiente. Gracias por la paciencia.El próximo domingo nos encontraremos con el relato de los cuatro años que convirtieron a Liniers en el máximo protagonista en el Río de la Plata, al que el furor de la Revolución de Mayo terminaría convirtiendo en un francés mártir español que tardaría medio siglo en ser reconocido por todos.


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