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EL LIBERAL . Santiago

SANTIAGO DE LINIERS: EL PRÓCER MALDITO (2a parte)

14/08/2022 06:33 Santiago
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SANTIAGO DE LINIERS: EL PRÓCER MALDITO (2a parte) SANTIAGO DE LINIERS: EL PRÓCER MALDITO (2a parte)

Quien esto escribe recibe habitualmente el cariño de los lectores que, con mucha generosidad, aportan datos, anécdotas y comentarios que enriquecen el propio saber y permiten incorporar al relato histórico episodios que se omiten por ignorancia o simplemente por descuido, hecho que siempre debe ser agradecido. Durante la semana que medió entre esta columna dominical y la anterior, el santiagueño José Luis, que además de ávido lector de “EL LIBERAL” es un querido familiar con quien nos une la sangre de nuestros abuelos paternos, los hermanos don Víctor y doña ángela Lazzari, me hizo notar amablemente que don Jacques de Liniers, en castellano Santiago, había nacido el 25 de julio de 1753, es decir exactamente 200 años después de la fundación de Santiago del Estero del Nuevo Maestrazgo.

De ahí su nombre que en aquellos tiempos era dictado por el santoral. Seguiremos hoy acompañando la vida del francés más leal con que contó España en la América del Sur, ejemplo de abnegación personal, a quienlas circunstancias condujeron a la tragedia, y a pesar del terrible destino que enfrentó, mantuvo sus convicciones morales y sus juramentos castrenses hasta dar la vida por su Patria, que en 1810 había dejado de ser la nuestra.

La Reconquista de Buenos Aires

El gran intelectual de la Generación del ’80 Paul Groussac, director durante 44 años de la Biblioteca Nacional, nacido en Toulouse y aquerenciado en nuestras tierras, y Pedro de Angelis, filósofo napolitano y patriarca de los historiadores argentinos, fueron los dos grandes recopiladores de documentos oficiales y correspondencia de los tiempos coloniales y de la Independencia. Groussac rescató en su revista “La Biblioteca” un documento extraordinario que vamos a citar parcialmente llamado “Diario de la toma de esta ciudad por los ingleses y de su Reconquista”.

Como anticipo dramático de la falta de sentido estratégico que padecía el virrey Rafael de Sobremonte, queda la anécdota de esos días, cuando asiste a la función de la obra teatral “El Sí de las Niñas” de Leandro Fernández de Moratín, al mismo tiempo que los ingleses desembarcaban al sur de la ciudad. Advertido por un soldado en medio de la representación, el virrey abandonó la sala, suspendiéndose indefinidamente la puesta teatral del estreno. La obra no concluyó, ni el mandato de Sobremonte tampoco.

William Beresford, gobernador de Buenos Aires

Los eventos desarrollados entre fines de junio y mediados de agosto de 1806 iban a cambiar el destino del imperio español. Se puede leer en el texto anónimo citado: “El 21 de junio, vino Peña el Piloto a avisar que se avistaban diez buques por las inmediaciones de la Ensenada.El 24 a la noche se presentaron enfrente de Buenos aires, en cuyo estado amanecieron el 25. Este día al mediodía se fueron aproximando a los Quilmes en donde se desembarcaron. A las cinco y media de este mismo día, partió la gente… al mando del Inspector don Pedro Arce, y durmieron del otro lado del puente de Gálvez… Día 27. Combate a las siete y media, y a las tres y media o cuatro de la tarde, entraron al Fuerte… Día 28. Esta noche hirieron a don Nicolás del Campo unos ingleses en el zaguán de su casa. A las 9 de la mañana se había izado la bandera inglesa en el Fuerte y salva en el Fuerte y barcos…” En este tiempo Liniers conspira con el comerciante español Martín de álzaga y decide abandonar Buenos Aires rumbo a Montevideo, donde el gobernador Pascual Ruiz Huidobro se pone a disposición para organizar fuerzas para atacar la capital donde el general William Beresford ya ciñe el cargo de gobernador. El 5 de julio, por orden del comandante británico: “Hizo el juramento la ciudad de guardar fidelidad al Rey de la Gran Bretaña. En este mismo día se pasó oficio al obispo, Cabildo Eclesiástico, Colegios y demás comunidades por el conducto del Cabildo, quien convocaba a dichos cuerpos al expresado fin… Llegó la plata de Luján…(que) se había abandonado en el Monte de Castro…”.

Estos son los fondos reales que Sobremonte intentó llevar a Córdoba y que, trasladados a Inglaterra, aún hoy están en la Torre de Londres, como parte de la fortuna de la corona británica.

El 29 “salieron seiscientos ingleses con la música, de la Ranchería, bajaron formados porel Retiro, subieron por la Recoleta y se pusieron a hacer ejercicio en los Corrales de Miserere, de donde se retiraron a las once del día para el cuartel…”. El retiro de Sobremonte a Córdoba y la falta de previsión militar hicieron que el virrey perdiera toda autoridad y nunca más volvería a detentar el poder.

La campaña rebelde contra los británicos

El 1 de agosto se produce, en las cercanías de la chacra de los Pueyrredón el primer combate de la Reconquista. Don Juan Martín con improvisadas tropas es dispersado por los ingleses en el campo de Perdriel. Al mismo tiempo desde Montevideo parte Liniers con unos 1500 hombres hacia la Colonia del Sacramento, para embarcarse luego rumbo al puerto de las Conchas, hoy Tigre. Durante varios días un temporal provocado por la sudestada en el Río de la Plata permite el cruce de la escuadrilla rebelde sin ser advertida por los invasores. Liniers atribuye este hecho meteorológico a sus plegarias a la Virgen del Rosario.

El 4 de agosto, ya en el Tigre, Liniers descansa en una casona colonial que aún existe y es la sede del Museo de la Reconquista, a orillas del río. El anónimo cronista relata: “(Día) 9 (de agosto). Caminó nuestro ejército desde San Isidro a pie hasta el potrero de la Chacarita del Colegio, adonde llegó a las oraciones en cuya hora disparó una pieza de artillería. (Día) 10… partieron para los Corrales de Miserere de donde expidieron a don Hilarión Quintana con la embajada al fuerte a las doce y media, a que no se contestó…Beresford… se le contestó que la suerte de las armas decidiría la empresa. A las cuatro y media de la tarde avanzaron al Retiro, rindiendo la guardia y a Beresford que se puso en fuga para el Fuerte cuando venía a atacar al enemigo. Luego se puso la bandera española en la plaza de Toros…”.

Por estos días llegaron al Río de la Plata, como tropas leales a Carlos IV, los voluntarios que desde Santiago del Estero habían partido para colaborar en la recuperación de la capital virreinal. Entre esos hombres llegó Juan Felipe Ibarra que a las órdenes de Juan Martín de Pueyrredón, iba a compartir la gesta con el salteño Martín Miguel de Güemes. Sigue el relato: “(Día) 11. Prosiguieron las avanzadas de los nuestros. A las ocho de la mañana llegó Manuel Gaona conduciendo… dos cañones… A las once de la mañana empezaron a hacer fuego con uno de dichos cañones a una fragata inglesa que se hallaba en balizas, la cual contestó con balas de a 12… Este día por la mañana se incorporó el trozo de Blandengues que venía al cargo de Martínez y un cuerpo de voluntarios con una bandera blanca y colorada, con cuyo matiz se componía la escarapela de dichos soldados llamados de la Unión, con sus armas correspondientes. Siguió el fuego del Río hasta por la tarde. Esta noche se empezaron a formar los sacos a tierra para el avance del Fuerte, que quedaron formados el día del asalto…

El asalto final y la gloria de Liniers

“Día12. Se tocó la generala a las 7 y a las 8 ½ segunda vez que fue la del asalto. A las doce la bandera parlamentaria. A la una de la tarde empezaron a rendir las armas en el Cabildo, quedando cuartel de prisioneros”. Quedaría el 12 de agosto de 1806 como el Día de la Reconquista, fecha magna de la historia nacional, a tal punto que hasta 1960, era habitual la celebración de un tedeum en el convento de Santo Domingo de Buenos Aires, donde se guardan las banderas rendidas por el enemigo, al que asistía el presidente argentino de turno. Esta costumbre ha dejado de existir. El gran jefe fue Santiago de Liniers, quien con gallardía invitó al general vencido a un banquete de camaradería, muy común en las costumbres francesas, pero poco habitual en América. El no haber aceptado el sable del británico una vez rendido y el banquete dieron comienzo a las sospechas sobre las verdaderas convicciones del francés.

El desfile de la victoria, miel para el orgullo de un militar como Liniers, iba a ser testigo del comienzo de una relación mal vista por los porteños. Al paso del comandante victorioso, una dama nacida en la isla francesa de Reunión, abandonada por su esposo Tomás O’Gorman, doña María Ana Perichon de VandeuilD’Abeille, encontró la forma de seducir al viudo deseado, dando comienzo a un romance que fue motivo de escándalo en la sociedad porteña. El cronista registró: “Se vio la carroza del virrey en la casa de los O’Gorman”. E incluso se llegó a decir que Liniers pernoctó en esa vieja casona ubicada en la esquina actual de Corrientes y Reconquista, donde alguien con dudoso gusto decidió colocar la estatua que lo recuerda en Buenos Aires.

Inmediatamente Liniers detentó el cargo de Capitán General del Virreinato, otorgado por un cabildo abierto, luego confirmado desde España al ser ascendido a brigadier de la Armada. En enero de 1807 un cabildo abierto produce el primer gesto revolucionario al destituir a Sobremonte, que se había establecido en Montevideo, y se nombra a Liniers virrey provisorio. Al mismo tiempo el mundo enfrentaba un cambio gigantesco de la mano del francés Napoleón Bonaparte, y para el galo que gobernaba el Plata eso no sería auspicioso. Liniers comenzó a preparar la resistencia a una nueva invasión. Tenía razón. En pocos meses la mayor expedición enviada por el Reino Unido a América iba a morder el polvo. La peor derrota británica del siglo XIX se iba gestando. Y el protagonista de las dos batallas de Buenos Aires volvería a ser el héroe. Como en 1810 Liniers iba a ser fusilado será el tema del próximo domingo, en las páginas de EL LIBERAL, si Dios quiere.


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