“EL PLACER DE ABANDONAR” “EL PLACER DE ABANDONAR”
Por Diana López Gijsberts - Periodista de Telam.
El abandono abrupto y unilateral de una pareja
en los tiempos posmodernos de fragilidad
de vínculos es el eje que atraviesa la novela “El
placer de abandonar”, de Schoë Blintsjia, que
analiza también la iniciación amorosa de la protagonista
en una adolescencia abrumada de tabúes
y desinformación: “Aún cuando se pretenda
desmitificar el amor romántico, aún queriendo
pertenecer a otro discurso, uno sigue ligado
a eso”, dice
“Una noche me dijo: Quiero que hagamos un
contrato. Y que lo firmes. Sos mía y me pertenecés.
Después desapareció. Así, de la nada”,
son las primeras líneas de esta novela de 133
páginas de Schoë Blintsjia, publicada por la flamante
editorial Híbrida.
A través de ellas, el o
la lectora comienza a empatizar con la protagonista
y a compartir su derrotero mental para
entender ese abandono que se desencadena
así, “de la nada”.
La novela se divide en dos partes.
En la primera se relata ese abandono
y las disquisiciones de la protagonista:
¿lo amaba de verdad? ¿de qué se había
enamorado? ¿lo amaba porque él se
mostraba interesado? ¿él era el psicópata,
o ella, o ambos?
Mientras tanto, la segunda parte da cuenta
de la adolescencia de la protagonista y sus
intentos por entender qué es el amor y o el sexo,
a la vez que busca eludir cierta tendencia
suicida.
- ¿Se podría decir que “El placer de
abandonar” más que una historia de
amor es una historia sobre el amor?. El
libro explora el amor en este tramo del
siglo XXI, donde las relaciones afectivas
parecen fugaces y superficiales.
- Tiene algo de la “modernidad líquida” de
Zygmunt Bauman, sí, pero no lo planteé ni pensé
conscientemente. Claro que lo que uno vive
alrededor se filtra en la escritura. Al inicio de
la novela está ese acto del chico de “sos mía,
me pertenecés” y luego desaparecer, el “ghosting”.
No lo escribí con esa intención pero es lo
que veo. Lo que le pasa a un montón de gente
en sus relaciones, que se disuelven, que luego
retoman... es como muy complicado el establecimiento
de una relación estable, siempre
está ese “estoy, pero no estoy, y vuelvo”. En la
novela está ese intento de armar una relación
amorosa pero con la idea de que en cualquier
momento desaparece, se gesta y se evapora,
algo actual en lo que hace a las relaciones amorosas.
- Es una novela que no refleja el amor
en términos románticos, ¿hay en eso un
planteo feminista del amor?
- Aún cuando se pretenda desmitificar el
amor romántico, aún queriendo pertenecer a
otro discurso, uno sigue ligado al amor romántico.
Es estar y no, es acercarse y huir. Querés
pertenecer a esa desmitificación, pero a la vez
querés el amor romántico, y en ese sentir entran
conflictos propios sumados a todos los
que andan dando vueltas en la sociedad. Hay
una especie de desecho del amor, está en juego
el deseo, el miedo. El amor no es para todos
lo mismo. La protagonista es alguien que sufre
el amor. Aparece la idea de abandonar, de desaparecer,
porque previo a eso existe un dolor, y
a la vez esto de huir le genera un placer raro. No
hay una sola línea que diga “hola, sos el amor
de mi vida, me quiero casar con vos” y seguimos
felices para siempre. Ese ideal de amor romántico
es un ideal del pasado del amor. Acá
se pone en juego otra cosa. Titulé a la novela
“El placer de abandonar” porque si bien hay un
terror al abandono y uno está constantemente
pensando en ser abandonado y abandonar;
hay también una cosa adictiva en abandonar,
en ese sentirse poderoso dejando algo.
- La segunda parte de la novela puede
leerse como una precuela de la primera
parte, ¿en ese racconto de sus
vínculos sentimentales en la adolescencia
está tal vez la explicación de esa primer
parte que narra el abandono?
- Lo pensé así, sí, contar quién fue esta chica
a la que tanto le cuesta amar. Dar una idea
de quién era y cómo sentía, sus experiencias
en relación al amor, cómo entendía una relación
sexual. Escribí primero esta parte y empecé
relatando la vida de una adolescente con
ideas suicidas, muy dramáticas, que después
deseché para centrarme en el corazón de una
adolescente de esa época, donde si bien no
hay una precisión temporal, por algunas referencias,
como el uso de casetes, se puede saber
de qué época hablo. En esta segunda parte
aparecen las relaciones sexuales como tabú.
Hoy sigue teniendo algo de tabú, creo que cada
época tiene su tabú, aunque son diferentes. Tabúes
y mandatos.
- En toda la novela a la vez que la protagonista
reflexiona sobre el amor y el
desamor está presente el trabajo de la
escritura. La protagonista es escritora
y vincula ambas cosas, llega a pensar
que más que ser amada ella quería ser
leída o que “era una adicta a devorar la
parte literaria de él”, de ese amor que la
abandona.
- Sí, hay una especie de uso de él, de decir
“lo uso para escribir, me enamoro para escribir,
escribo parea enamorarme”, hay un ida y
vuelta entre amor y escritura, un fluir. Esa primera
parte de la novela es una historia sobre el
amor y también una historia ligada a la imposibilidad
de la protagonista, que es escritora, de
escribir una historia de amor desde la imposibilidad
del miedo a enamorarse, la intriga, el espanto.
Y hay muchas cosas dando vueltas, no
dichas por completo para que el lector, en esa
sensación de estar perdido imagine, cree otro
mundo. Que la novela se complete con el mundo
del que lee, que ponga parte de su persona
en el texto.