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EL LIBERAL . Viceversa

Letras santiagueñas

08/01/2023 01:14 Viceversa
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Letras santiagueñas Letras santiagueñas

I

Habladurías esas prendas sueltas sucias que ahorcan cuellos. Esas viles corbatas sujetas en las gargantas de pequeños hombres. Esos chicos tirando de la cinta ajustando el cordón de unas zapatillas apostadas en los columpios de cables esos piecitos colgados de la miseria que se huele que palpa el monasterio de los excluidos. ¿Acaso las habladurías son confesiones indispuestas? ¿Acaso los lazos y sogas y cordones y cintas y bufandas y corbatas y collares no son escuetos disimulo de la muerte?

Ese deceso sin sangre ni golpes visibles sino la caida del fantasma y la sombra sobre la carne mientras sonríe el ocio de la manzana y devora gusanos...

II

Que rozas con desasosiego Grita en tus manos Llora la ausencia de geometría humana

Dentro un vacío reclama lenguas

Esas habladurías

Esas orejas cayendo de un sueño

Esa verdad arácnida sentada a la mesa chapoteando en la memoria

Mi sien tan blanda como una hostia

Mi pequeñez dentro de un almanaque con manchas borrones y cuentas

El margen en la orilla de un lápiz

Así el perfil del horizonte restaura aquella sombra doble y vital

Yo de mi yo exclamando al otro que sea ella libre

Y esmerile la brisa hasta la medular luna con ascendente en la nostalgia de corazones hallados Y ahí cerca de la ranura del cielo los ojos de esas miradas emancipadas.

Aquello soy yo y la otra mansa y brutal mentira arrancada a los fuegos a las brasas de las penas.

Aquello de aquella dolida ríe y espera

Teme por ambas y vibra por dentro

III

Este agosto mío, forjado en las narices húmedas y los estornudos.

Mientras el triangulo arrebata una esquina, y a la alcancía de los vientos un remolino, una astucia de vuelo.

Una danza satánica, hojas muertas en un embudo, desnuda mi voz.

Y las sirenas iracundas arden, solas, y mis oídos en un río de sal y miedo, ruedan sin fin.

Me lleva a la ingratitud de los delfines en las plazas, a la caída de los pétalos en los zócalos de las villas, al final de las tristezas de las tiras y cuerdas entreveradas en un clamor de guerra que retorna amor, desalmado y cruel como una sangría, como un mantel sin las manos.

Y ahí estoy yo, con el reflejo en mis espaldas, estallando los añicos de mi alma.

Mi pequeña casa de muecas y corbatas desarmada en la cuchara de albañiles, de acróbatas del cálculo y la pala. Así desterrada, suelto los barriletes en el baldío del crepúsculo amarillo y rojo, terso y áspero de los recuerdos, de los escombros.

IV

Aquello que olvidé en la explosión de las uvas bajo el ojo lunático.

Viejas fuentes fernentadas en cuentos de lenguas. Gorgeos arrobados y mustios en granjas de llanto. Incomprendida serpiente del lazo y el grito colgado. Allí el odio crece y posterga su afán de retiro y desamor.

 Ve al regreso de esas lágrimas tuyas ajenas escarchas de adioses y malvones Injertos del alma en los pies de un discípulo. Pedacito de niño de nido aplastado por esa brisa venenosa.

V

Esperar esperanza ajena espora hojas de los vientos tropezones crujientes inquietas razones para arrastrar recuerdos Espuma sin agua yendo la comisura pánica del otoño estación épica de los pies ermita que aloja penitencias

¿Esperando qué? cuando el encanto del arcoris cae de su aposento de ojos a la mirada. Cuando destella la oscuridad nada es y el todo entromete su vara.

¿Qué de mí? Soldada a un espejo a una sombra de luz por detrás. Por el rouge de las ventanas abiertas Y los escotes de la luna naranja timbrando en las frentes persignadas.


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