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EL LIBERAL . Padre Koffi Gilbert

La oración

23/07/2016 21:58 Padre Koffi Gilbert
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La oración La oración

En la vida cristiana necesitamos

encontrarnos con Dios, con

su gracia, en la oración. Pero no

podemos hacer bien la oración

si primero no sabemos lo que

es. Cuántas veces dijimos vamos

a orar, a pedir oraciones, vamos

a hacer cadenas de oración, sin

saber realmente de qué se trata.

¿Qué es la oración? Orar es

hablar con Dios, de tú a tú, como

le habla un hijo a un padre.

A Dios podemos decirle todo, todo

lo que sentimos, nuestras preocupaciones,

lo que hemos logrado

para lo que habíamos necesitado

su ayuda. La oración es dirigirse

a Dios para alabarlo, reconocerlo,

agradecerle y pedirle

cosas que sean para nuestro

bien.

Es también la elevación de

nuestro corazón a Dios. Una dulce

conversación entre la criatura

y su Creador, según el Santo Cura

de Ars, en su libro “Sermón sobre

la oración”.

La oración es el reconocimiento

de nuestros límites y de

nuestra dependencia. Venimos

de Dios, somos de Dios y detonamos

a Dios. Es un sentimiento de

humildad y conocimiento, una

aptitud de confianza y de abandono

en aquel que nos ha dado la

vida por amor.

Juan Pablo II en una alocución

decía: “La oración es un diálogo

misterioso, pero real con

Dios, un diálogo de confianza y

de amor”. Entonces, conociendo

lo que es la oración podemos

buscar fuentes de oración o diferentes

maneras de orar.

En la bendición a veces podemos

pedir que Dios nos bendiga.

Necesitamos la bendición de

Dios.

Hay oración de petición. Pedir,

declamar, llamar con insistencia,

clamar y gritar. Siempre

cuando pedimos recibimos. Es el

Evangelio de este domingo, en el

que Jesús invitará para que podamos

insistir, pedir y recibir.

Pero no podemos vivir nuestra

oración con egoísmo.

Necesitamos orar por los demás.

Es la oración de intersección.

Interceder, pedir a favor de

otros. En la intersección el que

ora busca el interés de los demás,

incluso hay que orar por los enemigos.

San Pablo habla en su carta

a los filipenses que hay que orar

por los demás.

Hay otra oración que a veces

olvidamos. Es la oración de acción

de gracia. Hemos recibido

todo de Dios y debemos dar gracias.

No se trata solamente de pedir,

hay que dar gracias.

Hay un sacramento que habla

de la forma de orar que

puede ayudarnos y se trata de

la Eucaristía, que quiere decir

“acción de gracias”. Por eso,

invitamos a las personas para

vivir las formalidades para

orar y dar gracias de lo que hemos

recibido.

También está la oración de

alabanzas. Si hemos pedido, si

hemos recibido, si Dios nos ha

dado, si hemos dado gracias,

debemos manifestar la alegría

por lo que hemos recibido. En

la Biblia hemos visto que después

de una sanación, las personas

alaban a su Dios. Si has

recibido algo de Cristo hay que

alabarlo.

Después de conocer las diferentes

maneras de orar podemos

ver si no hay fuentes de

oración. A dónde podemos buscar

y recibir algo para orar, porque

la oración es lo que vivimos

y lo que hacemos, pero hay cosas

en que podemos ayudar. La

primera fuente es la palabra de

Dios.

Las expresiones de la oración.

Está la oración vocal es lo que se

dice con el corazón, y con la boca

lo que podemos expresar. Por

eso el Padrenuestro hay que decirlo

con confianza y con el corazón;

no hay que repetirlo por repetir;

son palabras que pueden

ayudarnos a entrar en comunicación

con Dios.

La meditación. A veces no

consideramos que sea algo importante

para la vida cristiana.

La palabra de Dios y la vida cotidiana

es un encuentro en distintos

momentos litúrgicos de día o

del tiempo.

Adviento, Navidad, Cuaresma,

Pascua pueden ayudarnos a

entrar en esa meditación.

Meditar

lo que se lee conduce a apropiárselo

confrontándolo consigo

mismo. Se abre otro libro, el de la

vida. Se pasa de los pensamientos

a la realidad. Por eso hoy hay

un montón de libros para orar,

pero es mejor tomar nuestra realidad,

enfrentarla con la enseñanza

de la iglesia para llegar a

enfrentar la realidad. Con humildad

y la fe se descubren los

movimientos que agitan el corazón

y se puede discernir. Se trata

de hacer la verdad para llegar

a la luz.

La meditación hace intervenir

al pensamiento, la imaginación,

la emoción, la reflexión y el

deseo.

Y está la oración de contemplación.

Contemplar la presencia

del Salvador, corazón a corazón,

cara a cara.

La oración supone un esfuerzo.

Hay que decidir, tomar un

tiempo, sacrificar su tiempo para

conversar. Puede haber distracciones,

pero hay que tener fe,

convicción y no dejarse vencer

por la sociedad, las preocupaciones,

las desilusiones, la familia,

el trabajo, las amistades, las tentaciones;

no dejarse engañar, como

Jesús ha hecho en el desierto.

Necesitamos un tiempo para

vivir la confianza, la fidelidad, la

constancia.

No hay que orar cuando aparece

un problema; hay que hacerlo

toda la vida, todo el tiempo,

con esperanza.

Dios nos conoce, nos escucha,

nos acepta y nos da lo que necesitamos.

Que la gracia de Dios nos

ayude, nos dé esa fuerza para

que podamos comunicarnos

con él y recibir de él lo que necesitamos.

Que nuestra Madre nos ayude

para que como Ella en el silencio,

en su momento de contemplar

podamos abandonarnos a la gracia

de Dios.

Que nuestras oraciones nos

ayuden para entrar en esa comunicación

con Dios, entrar en su intimidad

y recibir gratuitamente lo

que necesitamos en nuestra vida.

Amén.

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