Día de la Madre

E ste domingo se celebra el Día de la Madre. Podemos dudar del padre pero nunca de la madre que ha dado la vida. Es un día dedicado especialmente a celebrar y honrar a todas las madres.

Los antiguos griegos fueron los primeros en celebrar y brindar honores a la diosa Rea, madre de los dioses Zeus, Poseidón y Hades, entre otros. Los griegos pasaron la tradición a los romanos y éstos la introdujeron al cristianismo, adaptándola para celebrar y brindar honores a la madre de Jesús, la Virgen María.

Los cristianos se encargaron luego de difundir en todo el mundo. Las celebraciones del Día de la Madre hacen mención del amor abnegado de una madre. La imagen de madre que predomina en la mente y corazón de las mayorías de las personas es aquella de generosidad, amor, aceptación y perdón.

El amor de una madre es el que más se parece al amor incondicional con que Dios nos amó.

La tarea de la madre no es diferente de la tarea de la madre de Jesús. María dijo sí al anuncio del ángel, a la maternidad, al compromiso y al amor, también a momentos de sufrimientos, porque crucificado su hijo vivió esas dificultades.

María es el ejemplo y simbólico de toda madre. Hoy hay una necesidad urgente de que la mujer crea en lo importante que es la comunidad para la sociedad y para el mundo. También hay una necesidad de que el hombre se fije en José, modelo de esposo, aprenda a amar, respetar y creer como él hizo. Debe haber una colaboración del hombre, éste debe amar a la madre de sus hijos, no debe vivir con violencia, ella no es una esclava, ni una mujer que da hijos, sino que hace nacer hijos de los dos. Debe respetarla como respeta a su madre.

La mejor manera de celebrar el Día de la Madre es con amor, respeto y comprensión. Honrar y celebrar es muy importante, porque habrá un montón de regalos y saludos, no sólo en este día sino cada día del año.

¿Cómo vivimos hoy con nuestras madres? ¿Cómo la respetamos? ¿Cómo damos dignidad a esas madres? ¿Cómo se hacen respetar esas madres?

En cada momento cuando celebramos a nuestras madres debemos pensar lo que han hecho por nuestras vidas: nueve meses en la panza y después toda la vida son madres. No es un solo un día. Entonces, no hay que abandonarlas, ni ignorarlas, a no alejarse y decir “mi madre no me ha amado”. Te ha dado la vida.

Debemos llegar a no únicamente respetar y obedecer, sino amar. No debemos hacer que reniegue, sino a vivir feliz, en paz. Debemos todos llegar a reconocer que nadie ha nacido sin madre. Vamos a pedir a nuestro Dios, a Jesús, que ha dado valor a su madre, que nosotros podamos dar importancia y valor a nuestras madres, darles amor, cariño y respeto. Que la Virgen María, modelo de mujer y madre, ayude a esas madres para que puedan llegar a vivir con salud, paz, felicidad para que no renieguen ni decir “mis hijos no me aman”. Que esas madres den importancia y dignidad a sus hijos y ellos a sus madres.

María Auxiliadora auxilia a esas madres para que puedan cumplir sus responsabilidades de madre.