Contrajo enlace en la cárcel uno de los dos homicidas del enfermero

Detrás de las rejas y muros de la Unidad Penitenciaria N° 35, un bandeño condenado a prisión perpetua por homicidio acaba de contraer enlace, dando así un paso decisivo en el propósito de reinserción que prevé la Justicia.

Se trata de Iván Rafael, condenado el 30 de noviembre del 2008, por la Cámara del Crimen de 1ª Nominación, a prisión perpetua por el "homicidio calificado por alevosía", a raíz de la muerte del enfermero Diego Ricardo Rojas.

La historia incluyó a Santiago Giglio, condenado a 15 años, y ya libre.

Pico de botella

Las crónicas policiales recuerdan que el enfermero fue atacado con el pico de una botella rota el 15 de noviembre del 2005 y arrojado, aún vivo, a un canal en el paraje El Alambrado, departamento Banda.

A días de cumplir 11 años privado de la libertad, Rafael resolvió dar el sí en la cárcel de Colonia Pinto.

Se casó con Sol Miranda, la madre de sus hijos, y a quien conoció ya sometido a proceso.

Sol aceptó al hombre en sus dos versiones, incluido el que carga sobre sus espaldas la muerte de un inocente. Sin embargo, confió el entorno, la conquistó el hombre regenerado: el que tiende a emerger más allá de sus aparentes demonios internos.

Trámites administrativos

Así, la pareja dio el sí ante unos contados amigos.

Fueron testigos Marcela Areal y un compañero de penitenciaría de Rafael.

Subrayaron los que participaron de la ceremonia que después compartieron una pequeña reunión, consensuada y a la que accedieron -no tan fácilmente- las autoridades.

A diferencia de cualquier matrimonio convencional, Iván y Sol brindaron y sellaron su unión, pero después la realidad los retornó al mundo "real".

Ella a su casa. Y él, a su universo de rayas.

Corte Suprema

Desde mañana, la abogada de Rafael, Leticia Suárez, apurará la marcha, con vistas de intentar reducirle años, ante la mismísima Corte Suprema de Justicia.

Hasta ahora, la batalla viene cuesta arriba: tres o cuatro recursos, les han sido esquivos.

Tanto en la Cámara del Crimen, de Apelaciones y del propio Superior Tribunal de Justicia (STJ), la condena continúa inalterable, pero no firme.

"Mientras tanto, sigo participando en todos los talleres, y aferrado a mis pocos amigos", deslizó Rafael.

Ha procesado y digerido bien las consecuencias de una muerte, pero su objetivo es mantenerse de pie, optimista, en una vida partida en dos.