Inmaculada

Buen día! El 8 de diciembre de 1854 Pío IX proclamaba el dogma de la Inmaculada Concepción. En la bula papal se lee: “La doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María, desde el primer instante de su concepción, fue preservada de culpa original, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, ha sido revelada por Dios y, por tanto, debe ser creída firme y constantemente por todos los fieles”.

En otras palabras, ello significa que María fue concebida en el seno de su madre -que la tradición identifica con el nombre de Santa Ana- sin esa “falla de fábrica” con la que todos nacemos: el pecado original.

A cuatro años de la proclamación del dogma (entre el 11 de febrero y el 16 de junio de 1858) la Virgen se apareció en Lourdes a una pastorcita adolescente y de familia pobre: Bernardita Soubirous. Al preguntar su nombre, respondió: “Soy la Inmaculada Concepción”.

A pesar de que la proclamación del dogma se realizó hace prácticamente un siglo y medio, la doctrina de la concepción inmaculada de María se remonta a muchos siglos atrás. En el siglo VI, por ejemplo, la fiesta era celebrada en Oriente como algo tradicional.

Fueron los franciscanos de la Edad Media -sobre todo el beato Juan Duns Escoto- quienes dieron un fuerte impulso al afianzamiento de la doctrina y a la popularidad de su devoción.

Entre los países que más se destacaron por la veneración a la Inmaculada, España ocupa un lugar preponderante. Una interesante reseña de Emilio Ubed nos recuerda: “Ya antes de ser definido el dogma, España celebraba esta festividad a partir del siglo VII. A la llegada de este momento había contribuido con todas sus armas. El 13 de marzo de 1390 se encuentra una ordenanza del municipio de Barcelona para que se guarde como día festivo. El 1 de marzo de 1391 Juan I de Aragón expide un decreto en Zaragoza por el que manda celebrar la festividad de la Concepción. Este mismo rey, por otro decreto dado en Valencia, mandaba celebrar esta festividad en todos sus dominios, e imponía pena de destierro a los que combatiesen esa prerrogativa de la Virgen”. Muy devoto el hombre, aunque no era precisamente un modelo de tolerancia...

¡Hasta mañana!