¡Feliz Año Nuevo! ¡Feliz Año Nuevo!
un año nuevo y hay que hacer
balances, mirar y construir el próximo
año. Quizás en este año que termina hemos
vivido bien, hemos llegado a cumplir
deseos o a realizar un montón de
proyectos. Tal vez hemos fracasado y
vivido con enfermedades, decepciones,
pero no hay desesperanza.
Cuando hay que empezar algo de
nuevo debe ser con esperanza y confianza
en nuestro Dios. Nosotros como
católicos tenemos esta confianza que
Dios no puede abandonarnos.
Aunque hayamos vivido situaciones
difíciles, Cristo está con nosotros.
Quizás tenemos muchos proyectos,
ilusiones y deseos e ideas, pero primero
tenemos que ver qué voy a dejar
transformar o cómo vamos a cambiar
nuestra manera de ver la vida y la sociedad.
A veces podemos dejarnos engañar
o recibir un montón de cosas, que es el
negocio de muchas personas el decir lo
que debes hacer el año que viene. No
se deben aceptar estas ideas engañosas.
L
o que hay que hacer es dejar que la
gracia de Dios obre en nuestras vidas,
que nos ilumine y muestre cuál es el camino
que debemos tomar.
El papa Francisco, como la voz de
la Iglesia Católica, nos da un mensaje
y nos dice qué debemos hacer. Este
año ha dado un mensaje sobre la Jornada
Mundial de la Paz, que celebraremos
el 1 de enero, y el tema es “La no
violencia, estilo de vida para una política
de la paz”. Su intención es que podamos
llegar a comenzar el año nuevo
con paz en el mundo, en nuestras familias,
en nuestra sociedad y comunidades
religiosas.
El ser humano quiere vivir bien, llegar
a realizar un montón de cosas. Tal
vez para algunos la no violencia puede
significar una manera de no bajar
los brazos o de vivir esa debilidad, pero
no lo es. Todos los santos han luchado
por la no violencia y no es una debilidad,
sino una fuerza. Jesús mismo ha
vivido esa no violencia; lo han atacado,
denunciado, criticado e insultado, pero
nunca contestó con violencia, porque
ésta es la destrucción total. Hay que
mirar lo que debemos hacer para evitar
muchas cosas violentas.
La violencia y la paz vienen del corazón
del ser humano, es éste quien reflexiona,
actúa y reacciona. Por eso debemos
ver cómo vamos a reaccionar
para dejar todo lo que es violencia.
Quizás vamos a tener mucho tiempo
para evitar todo, pero podemos llegar
a vivir esa no violencia en nuestras
familias. Como dice el Papa “la violencia
no es la solución para nuestro mundo
fragmentado”, en referencia a la inmigración.
En nuestras familias poder ser instrumentos
de la verdadera paz, no de
aquella que vivimos de la boca, sino
mostrarla a través de nuestras formas
de vivir y pensar. Y así dar testimonio
de un Cristo que ha vivido para dar en el
mundo la paz.
Este año hay un compromiso de los
católicos para dar testimonio de ese príncipe
de la paz que es Jesús. Podemos vivir
bien en nuestras familias, reconciliarnos y
dejar todas las heridas y ofensas para vivir
como la Sagrada Familia, cuya fiesta
hemos celebrado ayer.
En esta Sagrada Familia de Nazaret
nunca hemos visto violencia. El Papa
decía en su mensaje: “La familia es
el espacio indispensable en el que los
cónyuges, padres e hijos, hermanos y
hermanas, aprenden a comunicarse y a
cuidarse unos a otros de modo desinteresados;
y donde los desacuerdos o incluso
los conflictos deben ser superados
no con la fuerza, sino con el diálogo,
el respeto, la búsqueda del bien del
otro, la misericordia y el perdón. Desde
el seno de la familia la alegría se propaga
al mundo y se irradia a toda la sociedad.
Por otra parte, una ética de fraternidad
y de coexistencia pacífica entre
las personas y entre los pueblos no
puede basarse sobre la lógica del miedo,
de la violencia y de la cerrazón, sino
sobre la responsabilidad, el respeto y el
diálogo sincero”.
Está bien decir que vamos a trabajar
por la paz en el mundo, pero hay que
empezar en las familias. No debemos
pensar en general, sino en particular
para que lleguemos a contagiar a ese
mundo de todo lo que hemos aprendido
y recibido de la gracia de Dios.
Hoy quizás haya personas que están
dudando de todo lo que van a vivir, pero
nadie conoce el futuro. Dejemos que
Dios nos dé la posibilidad para que vivamos
bien.
Mi deseo como ser humano, hermano
y sacerdote es que este año que comenzamos
lo hagamos con tranquilidad,
paz y, sobre todo, con esperanza
para lleguemos a cumplir nuestros deseos
y decir que Dios no nos ha abandonado,
sino que con él podemos vencer
los obstáculos.
Mi deseo es que todos vivamos con
salud. Dejemos que Dios nos dé fuerza
y rechacemos lo que puede dañar nuestros
cuerpos, porque de otro modo no
tendremos proyectos, ni sueños.
Mi deseo es que todos vivamos con
alegría y felicidad.
El deseo por nuestra provincia es
que todos trabajemos buscando el bien,
que todos tengamos la posibilidad de
aprovechar los bienes que hay en Santiago.
El deseo para mi país es que lleguemos
a vivir como hermanos, aunque
tengamos diferentes opiniones; que
busquemos el bien por Argentina, para
que nos desarrollemos como país y como
personas.
El deseo para nuestro mundo es de
paz, de la no violencia, del amor verdadero,
porque Dios es amor y quiere que
nosotros amemos hasta a los enemigos,
a perdonar y vivir como hijos e hijas
de Dios.
Que nuestra Madre nos ayude este
domingo a celebrar, que continúe ayudándonos
a vivir bien, si nos faltan muchas
cosas que le pida a su Hijo, para
que él nos dé todo lo que necesitamos.
Que el 2017 sea un año feliz y de
paz. Feliz Año Nuevo a todos. l