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EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según San Marcos 7,31-37.

09/02/2017 22:29 El Evangelio
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Evangelio según San Marcos 7,31-37. Evangelio según San Marcos 7,31-37.

Cuando Jesús volvía de la

región de Tiro, pasó por Sidón

y fue hacia el mar de Galilea,

atravesando el territorio de la

Decápolis.

Entonces le presentaron

a un sordomudo y le pidieron

que le impusiera las manos.

Jesús lo separó de la multitud

y, llevándolo aparte, le

puso los dedos en las orejas y

con su saliva le tocó la lengua.

Después, levantando los

ojos al cielo, suspiró y le dijo:

“Efatá”, que significa: “Abrete”.

Y enseguida se abrieron

sus oídos, se le soltó la lengua

y comenzó a hablar normalmente.

Jesús les mandó insistentemente

que no dijeran nada

a nadie, pero cuanto más insistía,

ellos más lo proclamaban

y, en el colmo de la admiración,

decían: “Todo lo ha hecho

bien: hace oír a los sordos

y hablar a los mudos”.

Comentario

El rito “Effatha” (así nos ha

llegado la transcripción griega

del arameo hithpetah), aunque

es opcional en la administración

del bautismo, está lleno

de significado. A un Dios

que se nos ha hecho Palabra,

e incluso Palabra encarnada,

hay que escucharle y hay que

responderle. La apertura de

los oídos significa obediencia

(“habla, que tu siervo escucha”:

1 Sam 3,9), y la de los labios

designa confianza (“inclina

el oído y escúchame”: Salmo

86,1). El bautizado se dispone

a vivir en comunión con

su Dios, y la palabra, pronunciada

y escuchada, será el

gran medio de cultivar esa relación

amistosa.

Hoy nosotros vamos a

prestar oído especialmente

a la narración del Génesis.

Nos es muy conocida y hasta

podríamos recitarla de memoria.

Pero, ¿estamos seguros

de captar toda su profundidad?

Algo ciertamente

resulta claro: la posibilidad

de aceptación o de rechazo

de Dios por parte nuestra,

la actitud de fe o de no fe,

de dejarnos guiar por Dios o

de oponernos a su proyecto.

San Pablo habla algunas veces

de la “obediencia de la

fe” (Rm 1,5; 16,26), expresión

que la mejor exégesis entiende

como genitivo explicativo

(técnicamente lo llaman

epexegético): la fe se traduce

en obediencia (=ob-audiencia),

es sencillamente obediencia,

o bien, la obediencia

demuestra la autenticidad

de la fe. Quien cree, quien se

fía de Dios, le escucha, le obaudit,

se deja llevar por él;

no tiene recelo ni reticencias

respecto de él, no le ve como

contrincante a eliminar o

desarmar, sino como aliado

y amigo, de cuya presencia y

compañía se puede gozar.

La narración bíblica del

“pecado original” presenta al

hombre engañado respecto de

quién es Dios para él: alguien

que le pondría prohibiciones,

receloso de que pudiera privarle

de su gloria.

Para ello echa mano de mitologías

extrabíblicas que depura

y conduce a su campo. El

hombre sería seducido por la

serpiente, presente en el imaginario

de muchas mitologías,

a veces vista como un segundo

dios, el del mal.

Pero la Biblia elimina todo

res iduo de dual i smo,

pues el temible áspid nunca

está al nivel de Dios. El contenido

de los mitos es siempre

antropológico. Parece

que hablan de otras cosas,

pero lo que abordan son problemas

humanos.

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