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EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según San Mateo 6, 24-34

25/02/2017 21:34 El Evangelio
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Evangelio según San Mateo 6, 24-34 Evangelio según San Mateo 6, 24-34

La llegada del Reino

trae a la humanidad consecuencias

insoslayables

desde el punto de vista

ético: los discípulos debemos

servir con exclusividad

a Dios y no preocuparnos

de manera enfermiza

por los bienes materiales,

porque Dios es Padre

providente y sostiene

a sus hijos en sus necesidades,

y el compartir

solidario con aquellos

que padecen pobreza debe

ser un signo creíble de

nuestro seguimiento de

Jesús.

Dios es “celoso”, exige

exclusividad, por eso

Jesús nos dice que “Nadie

puede servir a dos señores;

porque aborrecerá

a uno y amará al otro;

o bien se entregará a uno

y despreciará al otro. No

podéis servir a Dios y al

dinero”. Le exclusividad

del amor a Dios se fundamenta

en su bondad

providente, El cuida de

sus hijos con preocupación

de Padre que nunca

abandona. Por eso, de

igual manera los que somos

hijos, discípulos de

Jesús, debemos preocuparnos

de los hermanos,

de sus sufrimientos y necesidades.

Para buscar el reino

de Dios y su justicia el

hombre no debe dejarse

dominar por las preocupaciones

de la vida: beber,

comer, vestirse. Esto

no significa un desprecio

de las necesidades

del cuerpo, ni es una

invitación a un “optimismo

despreocupado”, sino

es un llamado al hombre

a buscar lo esencial, y por

lo tanto dejar de preocuparse

enfebrecidamente

por estas cosas sin confiar

en la providencia del

Padre. No debemos caer

en las preocupaciones de

la vida porque de lo contrario

no podremos amar

y servir a Dios con exclusividad.

El ejemplo de los pájaros

y de los lirios del

campo muestra la fe de

Jesús y sus discípulos en

Dios, Creador y Padre,

que dispensa la vida con

generosidad y abundancia

en la creación toda,

más aún dando y sosteniendo

la vida de sus hijos.

Dios conoce las necesidades

legítimas de los

hombres y los colma con

todo aquello que necesitan

para vivir. El hombre

no debe caer en la tentación

de la desconfianza

en la providencia divina

que lo lleve a vivir preocupado

por las cosas efímeras

y pasajeras.

Conclusión

El Papa Francisco nos

dice que las riquezas y las

preocupaciones del mundo

“ahogan” la vida de las

personas y la “palabra de

Dios”. La ambición desmedida

por los bienes

materiales y el dinero oscurecen

la presencia de

Dios en nuestro corazón,

nos impide vivir en libertad,

nos hace esclavos de

nuestros caprichos y nos

cierra a la Palabra, que

no puede fecundar en

nosotros. Sólo Dios y su

amor nos hacen libres,

sólo en El podemos experimentar

compasión con

los que sufren y hacer comunión

fraternal, para

que no haya nadie en el

mundo que sufra hambre

y enfermedad, para que

todos vivan dignamente.

Buscar el Reino de Dios y

su justicia debe ser nuestra

única preocupación,

lo demás lo esperamos

de la

providencia

del Padre.

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