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EL LIBERAL . Santiago

El comedor Ojos del Cielo lleva 20 años de silenciosa labor solidaria

26/02/2017 00:00 Santiago
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El comedor Ojos del Cielo lleva 20 años de silenciosa labor solidaria El comedor Ojos del Cielo lleva 20 años de silenciosa labor solidaria

Dar todo por la sonrisa de un niño es la misión del comedor Ojos de Cielo del barrio General Paz. Allí, personas anónimas entregan su tiempo, su trabajo y su preocupación al servicio de la alimentación de miles de chicos que han pasado por su humilde patio: humilde, pero siempre abierto a las necesidades de los más pequeños. Claudia Sosa es una de esas trabajadoras. Está en el comedor desde hace 20 años. Ella y un grupo amplio de madres reciben a los changuitos con el único afán de ayudar a sus familias. Esta santiagueña transformó el patio de su propia casa en un merendero gigante para niños con sus mamás y comparte con ellos no sólo la comida, sino también el tiempo y el amor. Gestos de amor La historia del comedor Ojos de Cielo comenzó hace 20 años cuando Claudia Sosa y su marido estaban desempleados, pero querían ayudar a las familias de la zona. Comenzaron cocinando para diez personas, con las donaciones que recibían de la gente solidaria. Con el tiempo los comensales fueron creciendo y la comida ya se empezó a preparar no sólo un día, dos días a la semana y luego tres. El grupo de mamás cocinaba bajo dos árboles hasta que apareció un hombre de buen corazón que le donó a Claudia las chapas para levantar un techo y así albergar a todos lo que iban en busca de un plato caliente de comida. "El resto lo fuimos haciendo con mi esposo, cuando consiguió un trabajo. Mis hijos ahora ya son grandes y siempre digo que no necesitamos el dinero, guardar no sirve porque hay muchos niños que necesitan", confió a EL LIBERAL. "Aquí son seis mamás que trabajamos a diario, desde las 8 hasta las 14. Amasan todos los días, preparan el almuerzo y la merienda. Se almuerza tres veces por semana y se merienda dos", contó Claudia. Ella junto a las madres cocinan para 86 personas mayores que van a comer periódicamente, pero que a veces suelen ser más porque están registrados 110. "Muchas familias aparecen cuando no tienen realmente para comer. Siempre aparecen en las fechas 22, 24 o 26 del mes porque no llegan a cubrir sus gastos", reveló. "Yo creo que ha logrado mantenerse desde hace 20 años por la solidaridad de la gente, de la Fundación Hamburgo, del Banco de Alimentos y de la gente que se llega siempre con algo para donar", rescató Claudia. "Sin ellos no podríamos, por ejemplo, la gente de Hamburgo actualmente asiste a 20 comedores, que reciben alimentos en forma continua y son más de 2.000 niños por día los que son beneficiados en diferentes barrios de la ciudad capital, La Banda y del interior de la provincia, como Quimilí y Monte Quemado". Claudia revela que tanto las madres que trabajan en el comedor, como los chicos y los padres que van a alimentarse allí, día a día fueron formando una gran familia, en la que comen todos juntos y en las mismas condiciones. "No hay distinción para nadie, todos reciben la misma atención con amor. Lo más importante es el amor, recibir a los niños con una sonrisa y alegrarlos. Por eso a donde podemos los llevamos, ya sea recitales, a hacer picnic o a celebrar los días como el del Estudiante", dijo la responsable del comedor.

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