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EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según San Juan 4,43-54.

26/03/2017 21:17 El Evangelio
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Evangelio según San Juan 4,43-54. Evangelio según San Juan 4,43-54.

Jesús partió hacia Galilea.

El mismo había declarado

que un profeta no goza de

prestigio en su propio pueblo.

Pero cuando llegó, los galileos

lo recibieron bien, porque

habían visto todo lo que había

hecho en Jerusalén durante la

Pascua; ellos también, en efecto,

habían ido a la fiesta.

Y fue otra vez a Caná de

Galilea, donde había convertido

el agua en vino. Había allí un

funcionario real, que tenía su

hijo enfermo en Cafarnaún.

Cuando supo que Jesús había

llegado de Judea y se encontraba

en Galilea, fue a verlo

y le suplicó que bajara a curar a

su hijo moribundo.

Jesús le dijo: “Si no ven signos

y prodigios, ustedes no

creen”. El funcionario le respondió:

“Señor, baja antes que

mi hijo se muera”.

“Vuelve a tu casa, tu hijo

vive”, le dijo Jesús. El hombre

creyó en la palabra que Jesús

le había dicho y se puso en

camino. Mientras descendía, le

salieron al encuentro sus servidores

y leanunciaron que su

hijo vivía. El les preguntó a qué

hora se había sentido mejor.

“Ayer, a la una de la tarde, se le

fue la fiebre”, le respondieron.

El padre recordó que era la

misma hora en que Jesús le había

dicho: “Tu hijo vive”. Y entonces

creyó él y toda su familia.

Este fue el segundo signo

que hizo Jesús cuando volvió

de Judea a Galilea.

Comentario

A pesar de que “nadie es

profeta en su tierra”, los galileos,

que antes despreciaban

a Jesús, ahora lo reciben bien.

Quizá porque han visto sus

milagros y están impresionados.

Jesús se lamenta de ello,

y de que sólo creen cuando

ven este tipo de señales milagrosas

o evidentes. Con todo,

en las actitudes de aquel

oficial que pierde al hijo descubrimos

un hombre que hace

un camino que va de la confianza

en ese poder quizá milagrero

de Jesús a creer “él y

toda su familia”. “Creyó en la

palabra de Jesús y se puso en

camino”. Paulatinamente fue

pasando de esa confianza inicial

a una adhesión sincera e

interior a su persona. Es la fe

del verdadero creyente, que

todo lo espera de Dios y vive

confiado en que la historia es

de Dios y que de él depende

nuestro destino y el destino de

todo lo creado.

Todos somos un poco como

aquel funcionario. Pedimos

a Dios que nos ayude

en nuestras necesidades, en

nuestra salud, en nuestra economíaà

en definitiva, que venga

en nuestra ayuda cuando lo

necesitamos. Bien sabemos

que nosotros no podemos salvarnos

a nosotros mismos.

Nadie sale de un hoyo estirándose

de los pelos. Solamente

Alguien puede sacarnos de

ahí. Solamente Dios tiene poder

real de crear “un nuevo

cielo y una tierra nueva” donde

parece imposible. Por ello,

humildemente, reconocemos

que somos necesitados y menesterosos

de lo que Dios nos

quiera dar.

Jesús nos responde prontamente

con una palabra de

ánimo. él quiere ayudarnos. él

quiere estar a nuestro favor.

Jesús nos invita a creer el él

sin exigirle milagros y nos invita

a confiar en la providencia

de Dios, a confiar siempre en

que la muerte no tiene la última

palabra. La última palabra

es siempre de este Dios que

es el único capaz de hacerlo

todo nuevo.?

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