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EL LIBERAL . Padre Koffi Gilbert

La solidaridad cristiana

08/04/2017 20:46 Padre Koffi Gilbert
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La solidaridad cristiana La solidaridad cristiana

A veces se confunde la caridad y el amor con la solidaridad cristiana. El ser humano vive en el mundo, todos nosotros vivimos en relación con los demás y llegamos a compartir entre nosotros muchas cosas: alegría, felicidad y enfermedades.

Vivimos, entonces, esa solidaridad, pero no debemos olvidar cómo vivimos como cristianos.

La palabra solidaridad evoca siempre el círculo de asistencia recíproca en la necesidad, que une a las personas entre ellas. Evoca también el vínculo afectivo y moral que une a la comunidad a la que pertenecemos. Es ayuda en todos los sectores: material, espiritual, humano, cultural, en los momentos de necesidad y dificultad.

“Jesucristo es nuestra referencia”.(Mc 3, 33-35). Asumiendo la condición humana él se hace solidario con toda la humanidad en su condición de miseria y menos en el pecado. En él la solidaridad se convierte en una virtud ligada a la caridad y el amor que es Dios” (1 Jn 4, 8). Jesucristo se hace compasión, atención, misericordia, perdón, ayuda sin condiciones ni reservas. Veneramos ante esta parábola del buen samaritano (Lc 10, 25-37): es el ejemplo claro de un Dios de amor gratuito y solidario hacia todos. Dios no mira la apariencia, si son personas ricas o pobres. Dios es de todos.

Como seguidores de Cristo, imitadores de su caridad, somos invitados a sentirnos más solidarios los unos a los otros. Debemos entrar en relación con todos para ofrecerles nuestro afecto, tiempo, consejo, competencia, los dones que hemos recibido… Como hermanos, entre hermanos, compartiendo bienes y servicio.

Pero debemos evitar una mentalidad que puede tener la consecuencia negativa de llevar para el favoritismo social a vivir en dependencia de los otros. Es decir de aquellos que quieren aprovecharse de los demás.

El cristiano como imagen y semejanza de Dios está llamado a vivir en esta solidaridad. Dios se hace solidaridad en la Eucaristía. La meditación de su entrega generosa será la fuente y el motor que nos lleven a asumir ese compromiso; podremos vivir auténticamente la solidaridad de Cristo.

En este tiempo de Cuaresma vemos que muchos hacen el Vía Crucis. No debemos caer en la mentalidad de formalidad sin actuar, sin llegar a vivir la solidaridad con los más necesitados.

La solidaridad cristiana no consiste sólo en atender necesidades materiales, sino también compartir las situaciones de los demás, en sentirse responsable de cuanto ocurre a los hermanos, en proyectar y realizar un auxilio eficaz. Se trata no sólo de atender las necesidades, sino sufrirlas con quien las padece, sentirnos afectados personalmente. Y no caer en el activismo.

Las ONG o asociaciones pueden vivir de esa manera. Pero los cristianos debemos llegar y conocer las necesidades de nuestros cristianos y llegar a dar a esa posibilidad a esas personas que Dios no piden la soledad, sino la solidaridad.

Para vivir la solidaridad cristiana nosotros anunciamos a Cristo. Puede ser que algunos figuren para buscar aplausos y fama, pero no debe ser así. La solidaridad es dar lo nuestro.

Cuando leemos esta parte en el Evangelio de Mateo 19, 16-22 habla del joven rico. Cuando Jesús dijo “ve y vende todo para dar a los pobres”, fue con tristeza. Entonces, debemos reflexionar bien en nuestra vida cristiana.

Jesús ha vivido la solidaridad, ha bajado del Cielo, él que tenía la condición humana para ayudarnos, auxiliarnos y mostrarnos el camino.

Quiero terminar con la plegaria eucarística para diversas circunstancias: “Haz que los fieles de la Iglesia, sepan discernir los signos a los tiempos de la luz de la fe y se consagren plenamente al servicio del Evangelio. Consíguenos estar atentos a las necesidades de todos los hombres para que participando en sus temas y angustias, en sus alegrías y esperanzas les mostremos fielmente el camino de la salvación, y con ellos avancemos en el camino de tu Reino”.

Que nuestra Madre nos ayude, María Auxiliadora, a vivir la solidaridad con nuestro hermanos por el bien de todos.

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