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EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según San Mateo 28,8-15.

16/04/2017 21:14 El Evangelio
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Evangelio según San Mateo 28,8-15. Evangelio según San Mateo 28,8-15.

Las mujeres, atemorizadas

pero llenas de alegría, se

alejaron rápidamente del sepulcro

y fueron a dar la noticia

a los discípulos.

De pronto, Jesús salió a

su encuentro y las saludó,

diciendo: ‘Alégrense’. Ellas

se acercaron y, abrazándole

los pies, se postraron delante

de él.

Y Jesús les dijo: ‘No teman;

avisen a mis hermanos

que vayan a Galilea, y allí me

verán’.

Mientras ellas se alejaban,

algunos guardias fueron

a la ciudad para contar

a los sumos sacerdotes todo

lo que había sucedido.

Estos se reunieron con los

ancianos y, de común acuerdo,

dieron a los soldados

una gran cantidad de dinero,

con esta consigna: ‘Digan

así: ‘Sus discípulos vinieron

durante la noche y robaron

su cuerpo, mientras dormíamos’.

Si el asunto llega a oídos

del gobernador, nosotros

nos encargaremos de apaciguarlo

y de evitarles a ustedes

cualquier contratiempo’.

Ellos recibieron el dinero

y cumplieron la consigna.

Esta versión se ha difundido

entre los judíos hasta el día

de hoy.

Comentario

“Ya sé que buscáis a Jesús,

el crucificado. No está

aquí.” Así habló el ángel a las

mujeres, él que, por esta razón,

abrió el sepulcro. No lo

hizo para hacer salir a Cristo

que ya no estaba allí, sino para

hacerles saber que Cristo

ya no estaba allí. “Ha resucitado,

como había dicho... Venid

a ver el sitio donde yacía”.

Venir, mujeres, venid. Ved el

lugar donde vosotros habíais

puesto a Adán, donde el género

humano había sido sepultado.

Comprended que su

perdón ha sido tan grande

como lo ha sido la injusticia

hecha al Señor. Cuando las

mujeres entran en el sepulcro,

toman parte en su sepultura,

hacen causa común con

la Pasión. Saliendo del sepulcro,

por la fe se levantan antes

de resucitar en la carne.

“Se marcharon a toda prisa

del sepulcro, impresionadas

y llenas de alegría”.

“De pronto, Jesús les salió

al encuentro y les dijo:

‘¡Alegraos!’”. Cristo va a encontrar

a las que corren con

fe a fin de que, con sus propios

ojos, reconozcan que

habían creído por la fe. Quiere,

con su presencia, reconfortar

a aquellas que, hasta

este momento, las palabras

oídas las habían dejado

temblorosas. Viene a su

encuentro como un amo, las

saluda como un familiar, les

da la vida por amor, les preserva

por el temor. Las saluda

a fin de que también ellas

le sirvan amorosamente, para

que el temor no las haga

huir. “¡Alegraos! Ellas se

acercaron, se postraron ante

él y abrazaron los pies”.

“¡Alegraos!”, es decir: Tocadme.

Ha querido ser cogido

por ellas, él que soportó

que pusieran las manos sobre

él.

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