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EL LIBERAL . Santiago

Aniversario de la Escuela del Centenario: educar con el ejemplo

23/05/2017 00:00 Santiago
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Aniversario de la Escuela del Centenario: educar con el ejemplo Aniversario de la Escuela del Centenario: educar con el ejemplo

Júbilo institucional. La querida "Cente" cumple sus primeros 100 años. Quienes tuvimos la dicha de ser parte de ella, nos sentimos realmente felices y damos gracias a Dios por permitirnos vivir este momento gozoso, apto para la reflexión, la evocación, el emocionado recuerdo.

Viví dos etapas muy plenas: cuando era rectora la Prof. Fanny Leonor Gómez de Peralta y luego, la Prof. Walkyria Medina de Chedid y los últimos cinco años de mi carrera docente, hasta jubilarme en tiempos del Prof. Víctor Farhat.

Una imagen especial golpea mi mente: el timbre de las 7.45 que nos interrumpe en la charla cordial con Katty Saad y Nelly Goitea. Las tres vamos hacia la puerta del patio, para dar el ejemplo del alto respetuoso, mientras se iza el pabellón nacional. Los "picaritos" que nunca faltan, como la puerta de entrada se cierra inflexible, dan vuelta a la manzana y entran corriendo por el fondo, a través del patio. Intentan, vanamente, tomar el pasillo, tal vez las escaleras y ubicarse en sus respectivas aulas antes de que la preceptora tome asistencia. Las tres cruzamos miradas y nos parapetamos para impedir la maniobra. En silencio, con el gesto y el ejemplo, los hacemos detener y permanecer en el patio hasta que termine "Aurora". Fue sólo un día. Nunca más intentaron burlar la guardia o esquivar la reprimenda de las autoridades, que estaban a la entrada de pie, como modelo. Nelly, profesora de matemática, hizo rápidamente la multiplicación. Tantas divisiones por tantos cursos, igual a tantos profesores que debían haber estado junto a nosotros.

Ninguna de las tres comentamos lo sucedido; pero repetimos el hecho, todos los días. Poco a poco se fueron sumando los colegas y los "rezagados" asumieron su situación y esperaron, en el amplio acceso de la entrada, "lo que viniera". Convinimos las tres en que el ejemplo vale más que las palabras y cosechamos el fruto del cambio de actitud, gradual y progresivo, de todos los grupos. Seguramente, los jóvenes de hoy pensarán que relato una novela "de las viejas", con actitudes del siglo pasado, que no van, que no se usan, que corresponden a un tiempo que fue (como dicen en su jerga).

De pequeños actos, de conductas cultivadas con amor; pero con disciplina, se surte una clase de respeto profundo por las instituciones: familia, escuela, comunidad, que se traduce en hechos positivos. Guardo este pequeño recuerdo no como cosa del pasado, de hace 100 años, sino como desafío para los que conducen y forman a la juventud, que puede y debe ser alegre, feliz, entusiasta, creativa; pero dentro de un marco que, aunque parece perdido, puede reconstruirse (difícil, pero no imposible) y entonces, poco a poco, intentar recuperar lo que fue "la gloria de la ‘Cente’": cuna de afectos profundos, rebosante de cordialidad y respeto. Soy una convencida de que las cosas están rodeadas de un hálito que las circunda, que las hace "únicas e irrepetibles" y la "Cente" siempre tuvo el suyo: calidez de afectos sinceros, clima de ayuda mutua entre colegas que, en sus reuniones de Departamento no sólo cumplían con lo requerido por la planificación, sino era cordial apoyo fraterno para crecer, cada uno, con lo que podía dar al otro.

Desfilan por mi mente los rostros del Prof. Elvio Aroldo ávila ("Yoyo"), su hija "Muñeca" (Dra. Hebe Luz ávila de Salvatierra), Olga Astudillo, Elba Araujo de López, "Cuqui" Piña –que llegó a ser rectora-, Mirta Camus y tantas compañeras de las que aprendí mucho. ¡Qué decir de los chicos! Tengo claros los rostros de mis alumnos de Lengua de 3° año, cuando les comenté que al 1 de diciembre me jubilaría y les daba dos opciones: sacar promedio de 10 y eximir o ir a examen, sin mí. Eso sí, no regalaría nada. Debían ganárselo. Eximió todo el curso. La preceptora se agarraba la cabeza, no lo podía creer. Se ganaron la promoción "sí o sí" aprendieron a disfrutar de un texto literario, como aceptar el desafío de entender mis dos pasiones: Normativa y Sintaxis.

Ya sé, hoy con la "compu" no tienen para qué estudiar. Basta con que sepan oprimir un botón y les saldrá todo impreso, prolijo, resuelto, analizado; pero perderán la oportunidad de gozar el placer del desafío por conocer, desentrañar, descubrir y… amar. En esta fecha de especial alegría por los 100 años de la querida escuela, abrazo a mis exalumnos (hoy pintando canas o directamente con muy poco cabello), que me reconocen en la calle y recuerdan con cariño su paso por las aulas de la inolvidable escuela; a mis colegas, verdaderas amigas; a las autoridades a quienes llevo con respeto en lo más profundo de mi corazón. Que los 100 años de la Centenario sean pretexto para la evocación, la reflexión y el reconocimiento a todos cuantos pusieron su granito de arena para construir el edificio vivo que supo cobijarlos, contenerlos, guiarlos y hacerlos hombres y mujeres de bien.

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