Increíble odisea de una santiagueña que fue víctima de una red de trata en un burdel de Ushuaia
La joven contó que con engaños la llevaron en avión hasta la capital de Tierra del Fuego, donde la obligaron a prostituirse. Fue rescatada por efectivos de Gendarmería durante un procedimiento en el que también liberaron a chicas de Paraguay.
Desde Santiago del Estero recorrió 3.685 kilómetros para terminar esclavizada en un prostíbulo de Ushuaia. De esta manera, puede resumirse la historia de Karima “Lola” Rossi: una mujer de 38 años, que en abril fue rescatada por Gendarmería Nacional, según informó La Voz del Interior. Su caso sintetiza los métodos sutiles de engaño y miedo que utilizan estas bandas para aprovecharse de la fragilidad de algunas mujeres. Antes de comenzar, ella aclara que quiere que su rostro como su real nombre y apellido figuren en esta nota, porque no tiene de qué avergonzarse.
En su Santiago del Estero, hasta abril de este año, vivió junto a su familia.
Tanto que, en poco más de un mes, estaba fijado su casamiento con un hombre al que jamás había visto.
Hasta entonces, se dedicaba al circo, donde mostraba una destreza envidiable, y a la peluquería canina, otra de sus pasiones.
Fue entonces que empezó a pensar cómo evitar ese casamiento que ella no quería. Buscó una pila de diarios de tirada nacional que estaban en su casa y empezó a recorrer, uno a uno, los avisos clasificados.
Hasta que uno le llamó la atención: ‘Bailarinas, cantantes, mozas, 20 mil pesos por mes’. Se trataba de un supuesto ‘bar’ en Ushuaia, donde el mapamundi casi se acaba.
Llamó al teléfono que figuraba al pie, dijo que ella tenía grandes destrezas para el baile por su oficio en el circo, pero le costó convencer a su interlocutor, que dudaba de contratarla debido a su edad.
Al final, el hombre le mandó un mensaje a su teléfono celular con el código del pasaje para viajar, ahí mismo, hacia Buenos Aires, donde iba a hacer escala antes de terminar en el sur. “En un mes, junto la plata para mudarme a una casa y poner una peluquería para perros”, se esperanzó.
El viaje al sur
El 13 de abril, en el aeropuerto de Santiago del Estero, debió pagar una multa por exceso de equipaje.
“Es que me fui con un montón de valijas, con toda la ropa que usaba en el circo. Nunca sospeché nada raro”, cuenta esta mujer que hasta ese momento jamás había escuchado que existía un delito denominado trata de personas.
A las 18, arribó a Buenos Aires, donde otro enviado de la misma organización la esperaba. Le pagó el taxi, le dio 1.200 pesos por la multa que ella había abonado antes y le ofreció que fuera a dormir a su casa, ya que el otro vuelo salía a la madrugada siguiente.
Ella eligió dormir en Ezeiza, y a las 7 del día 14 ya estaba en Ushuaia, donde la esperaba Víctor Morales, el hombre con el que al parecer había hablado por teléfono.
“Prestame el DNI y la partida de nacimiento, que tengo que hacerte registrar”, le pidió el hombre. “Me quedé sin nada”, ella se dio cuenta después. De a poco, las otras mujeres se fueron despertando, eran paraguayas y dominicanas. Horas después, el mismo hombre regresó a la casa con la joven chaqueña que habían esperado a la mañana en el aeropuerto. “Acá está la perdida”, dijo.
Al anochecer, ella cargó su valija con toda la vestimenta para bailar (“canto, bailo flamenco y árabe”, asegura), y se fue junto a un grupo de las mujeres en remís hacia el ‘bar’.
Cuando entró, todo se desmoronó. Dos caños, jóvenes con poca ropa y hombres tomando y fumando al lado de ellas. Se puso nerviosa y amagó con irse, aunque no tenía ni una moneda. “Me llevaron a una habitación, ‘yo no vine a esto’, les decía, hasta que una mujer me pegó un cachetazo. Acá te vas a quedar y me vas a comprar la ropa a mí”, me dijo. A esa ropa me la iban a descontar. Me avisaron que tenía una multa de $ 400 por haberle contestado”, evocó.
Ella esquivaba con la mirada a los clientes y evitaba todo diálogo. Hasta que se le acercó un hombre que, casi en susurro, le preguntó si le pasaba algo.
Ella mucho no le contó, pero él le dijo que a partir de entonces, iba a ir todas las noches para tomar algo con ella, así nadie la tocaba. Recién a la novena noche, se animó a contarle que no estaba ahí por su voluntad.
El viernes 27 de abril, el hombre que todas las noches bebía con ella, no apareció. Descolocada, Karima se escondió en un baño, pero la descubrieron, la golpearon y la obligaron a regresar al salón. A las 2.30 de la madrugada del sábado 28, se oyó una explosión. 50 gendarmes coparon el lugar y una mujer le dijo: “Te venimos a rescatar”. l
En su Santiago del Estero, hasta abril de este año, vivió junto a su familia.
Tanto que, en poco más de un mes, estaba fijado su casamiento con un hombre al que jamás había visto.
Hasta entonces, se dedicaba al circo, donde mostraba una destreza envidiable, y a la peluquería canina, otra de sus pasiones.
Fue entonces que empezó a pensar cómo evitar ese casamiento que ella no quería. Buscó una pila de diarios de tirada nacional que estaban en su casa y empezó a recorrer, uno a uno, los avisos clasificados.
Hasta que uno le llamó la atención: ‘Bailarinas, cantantes, mozas, 20 mil pesos por mes’. Se trataba de un supuesto ‘bar’ en Ushuaia, donde el mapamundi casi se acaba.
Llamó al teléfono que figuraba al pie, dijo que ella tenía grandes destrezas para el baile por su oficio en el circo, pero le costó convencer a su interlocutor, que dudaba de contratarla debido a su edad.
Al final, el hombre le mandó un mensaje a su teléfono celular con el código del pasaje para viajar, ahí mismo, hacia Buenos Aires, donde iba a hacer escala antes de terminar en el sur. “En un mes, junto la plata para mudarme a una casa y poner una peluquería para perros”, se esperanzó.
El viaje al sur
El 13 de abril, en el aeropuerto de Santiago del Estero, debió pagar una multa por exceso de equipaje.
“Es que me fui con un montón de valijas, con toda la ropa que usaba en el circo. Nunca sospeché nada raro”, cuenta esta mujer que hasta ese momento jamás había escuchado que existía un delito denominado trata de personas.
A las 18, arribó a Buenos Aires, donde otro enviado de la misma organización la esperaba. Le pagó el taxi, le dio 1.200 pesos por la multa que ella había abonado antes y le ofreció que fuera a dormir a su casa, ya que el otro vuelo salía a la madrugada siguiente.
Ella eligió dormir en Ezeiza, y a las 7 del día 14 ya estaba en Ushuaia, donde la esperaba Víctor Morales, el hombre con el que al parecer había hablado por teléfono.
“Prestame el DNI y la partida de nacimiento, que tengo que hacerte registrar”, le pidió el hombre. “Me quedé sin nada”, ella se dio cuenta después. De a poco, las otras mujeres se fueron despertando, eran paraguayas y dominicanas. Horas después, el mismo hombre regresó a la casa con la joven chaqueña que habían esperado a la mañana en el aeropuerto. “Acá está la perdida”, dijo.
Al anochecer, ella cargó su valija con toda la vestimenta para bailar (“canto, bailo flamenco y árabe”, asegura), y se fue junto a un grupo de las mujeres en remís hacia el ‘bar’.
Cuando entró, todo se desmoronó. Dos caños, jóvenes con poca ropa y hombres tomando y fumando al lado de ellas. Se puso nerviosa y amagó con irse, aunque no tenía ni una moneda. “Me llevaron a una habitación, ‘yo no vine a esto’, les decía, hasta que una mujer me pegó un cachetazo. Acá te vas a quedar y me vas a comprar la ropa a mí”, me dijo. A esa ropa me la iban a descontar. Me avisaron que tenía una multa de $ 400 por haberle contestado”, evocó.
Ella esquivaba con la mirada a los clientes y evitaba todo diálogo. Hasta que se le acercó un hombre que, casi en susurro, le preguntó si le pasaba algo.
Ella mucho no le contó, pero él le dijo que a partir de entonces, iba a ir todas las noches para tomar algo con ella, así nadie la tocaba. Recién a la novena noche, se animó a contarle que no estaba ahí por su voluntad.
El viernes 27 de abril, el hombre que todas las noches bebía con ella, no apareció. Descolocada, Karima se escondió en un baño, pero la descubrieron, la golpearon y la obligaron a regresar al salón. A las 2.30 de la madrugada del sábado 28, se oyó una explosión. 50 gendarmes coparon el lugar y una mujer le dijo: “Te venimos a rescatar”. l