ANÉCDOTAS DE LA HISTORIA

Ramón Carrillo, el gran sanitarista sudamericano

Por Eduardo Lazzari. Historiador.

La historia de las ciencias en la Argentina debe en la mayoría de los casos su origen al estudio de la medicina. Fueron médicos quienes dieron impulso, desde los inicios del país independiente, a la paleontología, la física, la química, pero también fueron médicos las grandes luchadoras por los derechos de la mujer, muchos grandes gobernadores de provincias que impulsaron la educación y el progreso social de sus tierras, e incluso un presidente de la República, Arturo Humberto Illia, recordado cada vez más con respeto y consideración por sus virtudes como gobernante.

Santiago del Estero es la cuna de uno de los científicos aplicados más notables de la historia del siglo XX, que en su corta vida, impulsó la idea de una salud pública generalista e impuso una modernización y una organización que ha sobrevivido en el tiempo y es motivo de respeto y admiración por su obra. Nuestro encuentro de hoy será con Ramón Carrillo.

FAMILIA, INFANCIA Y FORMACIÓN

Ramón Carrillo nace en la ciudad de Santiago del Estero el 7 de marzo de 1906, siendo el primero de los once hijos de don Ramón Carrillo Saavedra y de doña Salomé Gómez Carrillo. Es un motivo de curiosidad que el primer matrimonio de don Ramón haya sido con la hermana mayor, Antonia, de su segunda esposa Salomé. El niño Ramón curso sus estudios primarios en la Escuela Normal “Manuel Belgrano”, donde rindió libres quinto y sexto grado, lo que le permitió ingresar al Colegio Nacional de Santiago del Estero sin cumplir doce años. Se destacó siempre en sus estudios formales y una vez terminada la secundaria, decide partir hacia Buenos Aires para ser médico.

Con 17 años es alumno de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional y se destaca por sus notas brillantes y su dedicación obsesiva al estudio. En tercer año es practicante por concurso en el Hospital de Clínicas, participa del Centro de Estudiantes y comienza a escribir en revistas especializadas, llegando a convertirse en director del periódico del Círculo Médico. Por su destacada actuación como alumno, le otorgan la beca universitaria, que le permite viajar a especializarse a Holanda, Alemania y Francia durante tres años. En Europa se dedica al estudio de la neurocirugía y de la neuropatología. Estudió allí con los eminentes médicos Brower, Oljenick y Ariens Kappers, con quienes no sólo estudió sino llevó adelante importantes investigaciones.

SU VIDA COMO MÉDICO, CIENTÍFICO Y CIUDADANO

Ramón Carrillo regresa a la Argentina a principios de la década de 1930, y en esos tiempos convulsionados de la política nacional, se acerca a los pensadores del radicalismo disidente que conforman Forja (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina), como Arturo Jauretche y Darío Alessandro. Su encuentro con estos hombres se produce a través de su compañero de la escuela primaria, el añatuyense Homero Manzi. En 1937 sufre una enfermedad febril que le deja secuelas. Le salva la vida su amigo y colega Salomón Chichilnisky, quien estudió medicina mientras era cargador de bolsas en el puerto de Buenos Aires.

En 1939 accede por concurso a la jefatura del Servicio de Neurología y Neurocirugía del Hospital Militar Central. El acceso a las historias clínicas de los militares, que provenían de todos los rincones del país, permitió a Carrillo realizar estadísticas sobre las enfermedades que sufrían y las condiciones generales de vida, a la vez que investigó sobre el sistema sanitario. El principal descubrimiento fue que la cantidad de camas para internación apenas alcanzaba a la mitad de las necesarias, con mala distribución geográfica, y que muchas enfermedades persistentes estaban vinculadas a la pobreza.

En 1942 obtiene la cátedra de Neurocirugía en la Facultad de Buenos Aires. Era un científico relevante, y su capacidad para formar equipos de profesionales era muy apreciada. Sin embargo, los eventos políticos van a cambiar su destino. Carrillo conoce al coronel Juan Domingo Perón durante la internación de éste en el Hospital Militar, durante de octubre de 1945, tiempo en el que ejercía provisionalmente el decanato de su Facultad. A partir de ese encuentro, Carrillo manifiesta su voluntad de colaborar con Perón, lo que lo llevará a la secretaría de Salud Pública, desde el 4 de junio de 1946, cuando el coronel asume la presidencia, luego de ganar las elecciones de febrero.

FUNCIONARIO PÚBLICO

Carrillo demuestra una gran actividad desde el momento que asume su cargo. Establece los tres principios éticos que deben ilustrar su accionar: 1. Todos los hombres tienen igual derecho a la vida y a la sanidad; 2. No puede haber política sanitaria sin política social; 3. De nada sirven las conquistas de la técnica médica si ésta no puede llegar al pueblo por medio de dispositivos adecuados. La primera etapa de su gestión estuvo dedicada a establecer un cuadro de situación de las condiciones sanitarias. Los resultados no fueron alentadores pero significaron una gran base objetiva y científica para establecer políticas estatales.

La redacción del Plan Político de Salud Pública, que resultó un trabajo de cuatro mil páginas, permitió llevar adelante una ordenada centralización administrativa y una prolija descentralización ejecutiva. Para la gestión de la secretaría recurrió a notables médicos y sobre todo contó con el respeto del mundo académico para llevar adelante sus decisiones en el campo de la salud pública. No lo ayudaron las políticas llevadas a cabo por el gobierno en el terreno de la autonomía universitaria, que fue prácticamente suprimida y que provocaron el exilio de eminentes científicos como Bernardo Houssay.

En 1949 se reforma la Constitución Nacional, y entre las normas modificadas, se crea el Ministerio de Salud Pública, del que Carrillo será su primer titular. Las realizaciones de su ministerio son impresionantes. El combate contra el paludismo acabó prácticamente con ese flagelo en el país. Las campañas contra la tuberculosis y la mortalidad infantil fueron exitosas por la aplicación de criterios científicos en lo médico y lo social. Se construyeron decenas de hospitales y centros de salud, y se duplicaron las camas disponibles para internación, según un plan de distribución geográfica equilibrada. Se promovió la carrera de enfermería para organizar modernamente la dotación de personal de los hospitales públicos. Generó suspicacias la marginación de las órdenes religiosas caritativas que servían en los establecimientos sanitarios.

Sin duda el éxito de la gestión de Carrillo frente a la salud pública argentina se debió a la organización que estableció en el ministerio, despojada de burocracia y vacía de contenidos ideológicos partidarios, y sobre todo a la visión estratégica de Carrillo y su capacidad de congregar bajo su mando a los mejores científicos en las tareas específicas sanitarias.

RENUNCIA, EXILIO Y MUERTE

El deterioro de su salud, producto de una hipertensión arterial maligna, no impidió que siguiera al frente de su ciclópea tarea. Pero el deterioro del gobierno de Perón, que comenzó al morir Evita y que se acentuó con la llegada de Alberto Teisaire a la vicepresidencia, se manifestara en una campaña anticatólica, que incluyó la persecución a los funcionarios católicos, entre los que se encontraba Ramón Carrillo, llevada adelante por el ministro del Interior, Ángel Borlenghi y el subsecretario de Prensa Raúl Apold. Luego de violentas discusiones, el ministro de Salud Pública de Perón presentó su renuncia el 27 de julio de 1954. El 15 de octubre se embarca hacia Nueva York para seguir adelante con sus investigaciones y sus trabajos intelectuales, que para entonces abarcaban también la antropología.

Es conferencista en la Universidad de Harvard, pero el golpe de Estado de 1955, lo obliga a permanecer en el exilio, ya que es falsamente acusado de haber robado nafta en su gestión. Decide radicarse con su esposa y sus hijos en Brasil, donde es contratado por una empresa estadounidense. Viven en Belem de Pará, donde rápidamente es reconocido y es consultado, da conferencias y clases en los hospitales de la región. A principios de 1956 le anuncia a su esposa que le quedan nueve meses de vida. Había revisado unos estudios que se realizó a sí mismo. El 28 de noviembre de ese año sufre un accidente cerebro- vascular y muere el 20 de diciembre, a las siete de la mañana. Tenía 50 años.

HOMENAJES

Recién dieciséis años después de su muerte, se pudo cumplir su voluntad de ser sepultado en su tierra natal, Santiago del Estero, donde llegaron sus restos el 20 de diciembre de 1972. Su obra fue reconocida con el tiempo, y hoy hay calles, avenidas, hospitales, centros de salud, plazas y monumentos en todo el país en homenaje a un argentino ilustre, que en solo medio siglo de vida trazó, con honestidad y trabajo, un camino para la solución de los problemas que tuvo a su cargo resolver. Es, sin duda, Ramón Carrillo uno de los santiagueños más ilustres de la historia.

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