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EL LIBERAL . Santiago

Ramón Carrillo, el gran sanitarista sudamericano

12/01/2019 22:07 Santiago
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Ramón Carrillo, el gran sanitarista sudamericano Ramón Carrillo, el gran sanitarista sudamericano

La historia de las

ciencias en

la Argentina

debe en

la mayoría

de los casos

su origen

al estudio

de la medicina. Fueron médicos

quienes dieron impulso, desde

los inicios del país independiente,

a la paleontología, la física, la química,

pero también fueron médicos

las grandes luchadoras por los derechos

de la mujer, muchos grandes

gobernadores de provincias que

impulsaron la educación y el progreso

social de sus tierras, e incluso

un presidente de la República, Arturo

Humberto Illia, recordado cada

vez más con respeto y consideración

por sus virtudes como gobernante.

Santiago del Estero es la cuna

de uno de los científicos aplicados

más notables de la historia del siglo

XX, que en su corta vida, impulsó

la idea de una salud pública generalista

e impuso una modernización

y una organización que ha sobrevivido

en el tiempo y es motivo de

respeto y admiración por su obra.

Nuestro encuentro de hoy será con

Ramón Carrillo.

FAMILIA, INFANCIA Y

FORMACIóN

Ramón Carrillo nace en la ciudad

de Santiago del Estero el 7 de

marzo de 1906, siendo el primero

de los once hijos de don Ramón

Carrillo Saavedra y de doña Salomé

Gómez Carrillo. Es un motivo

de curiosidad que el primer matrimonio

de don Ramón haya sido

con la hermana mayor, Antonia,

de su segunda esposa Salomé.

El niño Ramón curso sus estudios

primarios en la Escuela Normal

“Manuel Belgrano”, donde

rindió libres quinto y sexto grado,

lo que le permitió ingresar al Colegio

Nacional de Santiago del Estero

sin cumplir doce años. Se destacó

siempre en sus estudios formales

y una vez terminada la secundaria,

decide partir hacia Buenos

Aires para ser médico.

Con 17 años es alumno de la Facultad

de Medicina de la Universidad

Nacional y se destaca por sus

notas brillantes y su dedicación obsesiva

al estudio. En tercer año es

practicante por concurso en el Hospital

de Clínicas, participa del Centro

de Estudiantes y comienza a escribir

en revistas especializadas, llegando

a convertirse en director del

periódico del Círculo Médico. Por su

destacada actuación como alumno,

le otorgan la beca universitaria, que

le permite viajar a especializarse a

Holanda, Alemania y Francia durante

tres años. En Europa se dedica

al estudio de la neurocirugía y de

la neuropatología. Estudió allí con

los eminentes médicos Brower, Oljenick

y Ariens Kappers, con quienes

no sólo estudió sino llevó adelante

importantes investigaciones.

SU VIDA COMO MéDICO,

CIENTíFICO Y CIUDADANO

Ramón Carrillo regresa a la

Argentina a principios de la década

de 1930, y en esos tiempos convulsionados

de la política nacional,

se acerca a los pensadores del radicalismo

disidente que conforman

Forja (Fuerza de Orientación Radical

de la Joven Argentina), como Arturo

Jauretche y Darío Alessandro.

Su encuentro con estos hombres se

produce a través de su compañero

de la escuela primaria, el añatuyense

Homero Manzi. En 1937 sufre

una enfermedad febril que le deja

secuelas. Le salva la vida su amigo y

colega Salomón Chichilnisky, quien

estudió medicina mientras era cargador

de bolsas en el puerto de Buenos

Aires.

En 1939 accede por concurso

a la jefatura del Servicio de Neurología

y Neurocirugía del Hospital

Militar Central. El acceso a las historias

clínicas de los militares, que

provenían de todos los rincones del

país, permitió a Carrillo realizar estadísticas

sobre las enfermedades

que sufrían y las condiciones generales

de vida, a la vez que investigó

sobre el sistema sanitario. El principal

descubrimiento fue que la cantidad

de camas para internación apenas

alcanzaba a la mitad de las necesarias,

con mala distribución geográfica,

y que muchas enfermedades

persistentes estaban vinculadas

a la pobreza.

En 1942 obtiene la cátedra de

Neurocirugía en la Facultad de Buenos

Aires. Era un científico relevante,

y su capacidad para formar equipos

de profesionales era muy apreciada.

Sin embargo, los eventos políticos

van a cambiar su destino. Carrillo

conoce al coronel Juan Domingo

Perón durante la internación

de éste en el Hospital Militar,

durante de octubre de 1945, tiempo

en el que ejercía provisionalmente

el decanato de su Facultad. A partir

de ese encuentro, Carrillo manifiesta

su voluntad de colaborar con Perón,

lo que lo llevará a la secretaría

de Salud Pública, desde el 4 de junio

de 1946, cuando el coronel asume la

presidencia, luego de ganar las elecciones

de febrero.

FUNCIONARIO PúBLICO

Carrillo demuestra una gran actividad

desde el momento que asume

su cargo. Establece los tres principios

éticos que deben ilustrar su

accionar: 1. Todos los hombres tienen

igual derecho a la vida y a la sanidad;

2. No puede haber política

sanitaria sin política social; 3. De

nada sirven las conquistas de la técnica

médica si ésta no puede llegar

al pueblo por medio de dispositivos

adecuados. La primera etapa de su

gestión estuvo dedicada a establecer

un cuadro de situación de las

condiciones sanitarias. Los resultados

no fueron alentadores pero significaron

una gran base objetiva y

científica para establecer políticas

estatales.

La redacción del Plan Político de

Salud Pública, que resultó un trabajo

de cuatro mil páginas, permitió

llevar adelante una ordenada centralización

administrativa y una

prolija descentralización ejecutiva.

Para la gestión de la secretaría recurrió

a notables médicos y sobre todo

contó con el respeto del mundo académico

para llevar adelante sus decisiones

en el campo de la salud pública.

No lo ayudaron las políticas

llevadas a cabo por el gobierno en

el terreno de la autonomía universitaria,

que fue prácticamente suprimida

y que provocaron el exilio de

eminentes científicos como Bernardo

Houssay.

En 1949 se reforma la Constitución

Nacional, y entre las normas

modificadas, se crea el Ministerio de

Salud Pública, del que Carrillo será

su primer titular. Las realizaciones

de su ministerio son impresionantes.

El combate contra el paludismo

acabó prácticamente con ese flagelo

en el país. Las campañas contra la

tuberculosis y la mortalidad infantil

fueron exitosas por la aplicación

de criterios científicos en lo médico

y lo social. Se construyeron decenas

de hospitales y centros de salud, y

se duplicaron las camas disponibles

para internación, según un plan de

distribución geográfica equilibrada.

Se promovió la carrera de enfermería

para organizar modernamente la

dotación de personal de los hospitales

públicos. Generó suspicacias la

marginación de las órdenes religiosas

caritativas que servían en los establecimientos

sanitarios.

Sin duda el éxito de la gestión

de Carrillo frente a la salud pública

argentina se debió a la organización

que estableció en el ministerio,

despojada de burocracia y vacía de

contenidos ideológicos partidarios,

y sobre todo a la visión estratégica

de Carrillo y su capacidad de congregar

bajo su mando a los mejores

científicos en las tareas específicas

sanitarias.

RENUNCIA, EXILIO Y MUERTE

El deterioro de su salud, producto de una hipertensión

arterial maligna, no impidió que siguiera al frente de

su ciclópea tarea. Pero el deterioro del gobierno de Perón,

que comenzó al morir Evita y que se acentuó con la

llegada de Alberto Teisaire a la vicepresidencia, se manifestara

en una campaña anticatólica, que incluyó la persecución

a los funcionarios católicos, entre los que se encontraba

Ramón Carrillo, llevada adelante por el ministro

del Interior, ángel Borlenghi y el subsecretario de Prensa

Raúl Apold. Luego de violentas discusiones, el ministro de

Salud Pública de Perón presentó su renuncia el 27 de julio

de 1954. El 15 de octubre se embarca hacia Nueva York

para seguir adelante con sus investigaciones y sus trabajos

intelectuales, que para entonces abarcaban también

la antropología.

Es conferencista en la Universidad de Harvard, pero

el golpe de Estado de 1955, lo obliga a permanecer en

el exilio, ya que es falsamente acusado de haber robado

nafta en su gestión. Decide radicarse con su esposa y

sus hijos en Brasil, donde es contratado por una empresa

estadounidense. Viven en Belem de Pará, donde rápidamente

es reconocido y es consultado, da conferencias y

clases en los hospitales de la región. A principios de 1956

le anuncia a su esposa que le quedan nueve meses de vida.

Había revisado unos estudios que se realizó a sí mismo.

El 28 de noviembre de ese año sufre un accidente cerebro-

vascular y muere el 20 de diciembre, a las siete de

la mañana. Tenía 50 años.

HOMENAJES

Recién dieciséis años después de su muerte, se pudo cumplir su voluntad

de ser sepultado en su tierra natal, Santiago del Estero, donde llegaron sus restos

el 20 de diciembre de 1972. Su obra fue reconocida con el tiempo, y hoy hay calles,

avenidas, hospitales, centros de salud, plazas y monumentos en todo el país

en homenaje a un argentino ilustre, que en solo medio siglo de vida trazó, con honestidad

y trabajo, un camino para la solución de los problemas que tuvo a su cargo

resolver. Es, sin duda, Ramón Carrillo uno de los santiagueños más ilustres de

la historia.

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