Alucinaciones Cenestésicas: cuando el sujeto hace real lo irreal, sus tipos, sus causas, síntomas y tratamiento
Por el Lic. Mariano Vega Botter. Neuropsicólogo.
Si cerramos los ojos y nos concentramos en ello, es posible que podamos oír el latido de nuestro corazón, cómo el aire entra en nuestros pulmones, o cuando nos duelen los riñones o el hígado. Todo ello se debe a que somos capaces de percibir sensaciones propias del interior de nuestro cuerpo, algo que nos ayuda a adaptarnos a las situaciones y a sobrevivir. Pero estas situaciones tienen un motivo; nuestro corazón late, respiramos, estamos llenos o tenemos una infección urinaria. Sin embargo a veces algunas personas pueden llegar a tener percepciones de este tipo, procedentes del interior del cuerpo, sin que haya nada que realmente las cause. Se trata de alucinaciones cenestésicas.
¿QUÉ ES UNA ALUCINACIÓN?
A modo de preámbulo y con el fin de hacer más fácilmente entendible el concepto de alucinación cenestésica, resulta útil en primer lugar hacer un repaso de lo que es e implica una alucinación. El concepto de alucinación hace referencia a la existencia de una falsa percepción o percepción sin objeto, es decir a la captación por parte de los sentidos de una persona de una información o estimulación que no parte de ninguna fuente real y existente. Se trata de un tipo de engaño perceptivo en el que se percibe algo que no existe y que es producto de la mente del sujeto. Sin embargo, hay que remarcar el hecho de que es una percepción; el sujeto realmente ve, oye o nota algún tipo de sensación a pesar de que esta no prevenga de ninguna estimulación que la genere. Se trata de uno de los principales síntomas de la esquizofrenia y de los trastornos psicóticos, aunque puede aparecer en una gran cantidad de situaciones que no siempre tienen porqué ser producto de una psicopatología (por ejemplo un envenenamiento o intoxicación pueden llegar a generar alucinaciones, o incluso la vivencia prolongada de estrés). Existen muy diversos tipos y clasificaciones de alucinaciones, entre las cuales podemos encontrar las visuales, las auditivas, las olfativas o gustativas, las táctiles, las cinestésicas (percepción de movimiento) o las que dan nombre a esta nota; las alucinaciones cenestésicas.
LAS ALUCINACIONES CENESTÉSICAS
Se entienden por alucinaciones cenestésicas (también llamadas alucinaciones somáticas o viscerales) aquellas en las que el sujeto tienen una percepción sin objeto referida a la existencia de sensaciones en el interior de su propio cuerpo, en las que se hace referencia concretamente a elementos como las vísceras, órganos concretos o elementos del organismo independientemente de que dichos elementos tengan o no sensibilidad (por ejemplo la sangre). Se trata de un tipo de alucinación en que la percepción se realiza a nivel somático o de conciencia corporal; en la percepción interna del propio organismo. El sujeto tiene la percepción de algún tipo de alteración en el interior de su cuerpo, que pueden estar delimitadas a partes u órganos concretos de este o bien al organismo a nivel general. Es habitual que este tipo de alucinación se dé conjuntamente con diferentes tipos de delirios que las explican, los cuales suelen ser de una elevada extravagancia y extrañeza. Un ejemplo de ello dan en aquellas personas con delirios de infección, en las que a menudo se refiere la sensación de que hormigas, insectos u otros pequeños seres han infectado al sujeto y se desplazan por el interior del cuerpo e incluso puede existir la idea de que están devorando sus órganos. Las sensaciones percibidas pueden ser muy variables e incluir entre otras la percepción de presión mecánica, desplazamiento, vacío, dolor, picazón o cambios de temperatura. Asimismo también puede existir la sensación de cambios en la composición de partes del cuerpo (por ejemplo percibir que uno de sus pulmones se ha disuelto), sensaciones relativas a movimientos de órganos (como por ejemplo percibir que el cerebro ha bajado hasta la posición del estómago) o variación en su número (como podría ocurrir en el caso de tener la sensación de haber perdido una pierna sin haberlo hecho). Otras posibles sensaciones podrían ser la percepción de la presencia de elementos externos insertados (por ejemplo la percepción de la inserción de un microchip entraría en este tipo de alucinación) o extracción/pérdida de partes del cuerpo (sentir que el corazón se les ha salido del cuerpo).
VINCULADAS A OTROS TIPOS DE ALUCINACIONES
Tal y como en base a esta descripción es posible imaginar, las alucinaciones cenestésicas se encuentran profundamente vinculadas con otras tales como las táctiles o hápticas (designa la ciencia del tacto, por analogía con la acústica (el oído) y la óptica (la vista); o las relativas a la percepción de movimiento o cinestésicas. De hecho, a menudo es posible encontrar que ambos tipos de alucinación se dan conjuntamente. Algunos neuropsicólogos y neurólogos indican incluso que en realidad las alucinaciones cenestésicas incluyen las táctiles, cinestésicas y las viscerales como subtipos, aunque por lo general se identifica cenestésico con visceral. La principal diferencia entre estos tipos es que en el caso de las cenestésicas estamos hablando de percepciones relativas al propio cuerpo y por lo general a su interior, sin que exista la idea de un contacto externo o sin que el desplazamiento se produzca externamente. Pese a ello a menudo se dan de manera asociada o conjunta.
TRASTORNOS Y ALTERACIONES RELACIONADOS EN EL SÍNDROME DE EKBOM
Con frecuencia la aparición del síndrome de Ekbom se asocia a una hiperactivación del organismo debida al consumo de determinadas sustancias. En particular, la parasitosis delirante en muchos casos se debe al síndrome de abstinencia en personas con dependencia del alcohol o bien al consumo excesivo de cocaína u otros estimulantes. Además de los trastornos psicóticos, otras alteraciones de la estructura y el funcionamiento del cerebro pueden explicar el surgimiento de este trastorno. Las enfermedades neurodegenerativas (incluyendo la demencia alcohólica) y los traumatismos craneoencefálicos, por ejemplo, son dos causas comunes del síndrome de Ekbom. Es interesante mencionar también la cleptoparasitosis delirante (forma de alimentación en la que un animal se aprovecha de presas o alimentos que otro animal ha capturado, colectado, matado, o preparado), que es considerada un subtipo del síndrome de Ekbom. En esta variante la persona no mantiene la creencia de que hay bichos en su piel, sino que estos infectan su residencia y por tanto corre el riesgo de ser parasitada. No obstante es posible y habitual que ambos trastornos se den a la vez. El síndrome de Morgellons es otra variante del delirio de parasitosis, en el cual los parásitos son sustituidos por fibras de distintos tipos que han tenido contacto con la piel, como tela o restos de vendas, o bien no son identificadas por el paciente. Se trata de un trastorno poco común que se ha empezado a estudiar dentro de las neurociencias hace poco más de diez años.
CONTEXTOS DE APARICIÓN DE LAS ALUCINACIONES
Las alucinaciones cenestésicas resultan menos habituales que otras como las auditivas o visuales, si bien pueden darse en múltiples contextos y condiciones. A nivel neuropsicológico, una de las más conocidas es la esquizofrenia, junto con otros trastornos del espectro psicótico como el trastorno delirante crónico. Por ejemplo, en el síndrome de Ekbom o delirio de parasitosis, en que el sujeto sostiene la creencia de estar infectado por seres vivos, o en el síndrome de Cotard (trastorno delirante en que existe la creencia de estar muerto o de que los órganos se están pudriendo, algo que puede partir de la interpretación de alucinaciones somáticas). Sin embargo hay que tener en cuenta que dichos síndromes se basan en la existencia de delirio, sin que sea necesario que exista alucinación al respecto. También pueden darse en el contexto de algunas depresiones, y es posible su aparición en algunos casos en episodios de tipo maníaco (como por ejemplo en el trastorno bipolar). Entre ellas, es posible por ejemplo que aparezcan alucinaciones cenestésicas en situaciones como intoxicaciones por sustancias como la cocaína o en algunos casos de epilepsia, aunque es menos frecuente.
¿QUÉ ES EL SÍNDROME DE EKBOM?
El síndrome de Ekbom es un trastorno neuropsicológico que se caracteriza por la creencia delirante de que la persona tiene insectos debajo de la piel, o bien pequeños parásitos de otro tipo. Esta alteración se asocia a la presencia de alucinaciones táctiles y de prurito (picor constante en una parte del cuerpo que provoca un impulso intenso de rascarse). Quienes presentan el síndrome de Ekbom pueden mantener con gran convicción la idea de que tienen parásitos en la piel durante mucho tiempo y a pesar de las evidencias en contra que se obtengan a través de exámenes médicos o de otras maneras. Si se dan estas condiciones la alteración se clasificaría como un trastorno delirante propiamente dicho. Desde otras perspectivas se concibe el síndrome de Ekbom como una psicosis con la creencia delirante como único síntoma. Es por esto que en ocasiones se utilizan fármacos antipsicóticos como la pimozida y la olanzapina para tratar este trastorno, si bien también existen procedimientos neuropsicológicos para el manejo de los delirios y de las alucinaciones. Otros nombres que se utilizan para hacer referencia al síndrome de Ekbom son “delirio de parasitosis”, “parasitosis delirante”, “delirio dermatozoico”, “delirio parasitario”, “delirio de infestación” y “parasitosis imaginaria”. El manual diagnóstico CIE-10, que recoge de forma específica este trastorno, lo denomina “delirio de parasitosis”. Esta alteración es más habitual en mujeres, en especial a partir de la quinta década de vida. Algunos expertos atribuyen parcialmente este hecho a la llegada de la menopausia, que se asocia con la aparición de fenómenos sensoriales anormales a los cuales la persona podría dar una interpretación delirante, surgiendo así el síndrome de Ekbom.
SÍNTOMAS Y CUADRO CLÍNICO DEL SÍNDROME DE EKBOM
La mayoría de personas que presentan el síndrome de Ekbom refieren sensaciones que atribuyen a movimientos de insectos que atraviesan la piel o que se desplazan por la parte interna de esta. Esta percepción anormal es denominada “formicación” (alucinación táctil en la que existe la sensación de que corren hormigas por la piel u otros pequeños insectos) y forma parte de los fenómenos conocidos como parestesias, que incluyen también pinchazos o entumecimiento. Si bien las hormigas son uno de los “parásitos” a los que se hace referencia con mayor frecuencia y dan nombre a distintos términos que se usan para referirse al síndrome de Ekbom, también es habitual que las personas con este trastorno digan que tienen gusanos, arañas, lagartijas y otros animales pequeños. En ocasiones afirman que estos son invisibles. En determinadas condiciones cualquier persona puede percibir sensaciones de formicación, en especial si se dan circunstancias que las propicien, como la menopausia o las alteraciones médicas que afectan a los nervios sensoriales. Sin embargo, la generación de la creencia delirante es mucho menos habitual y requiere algún tipo de desencadenante. Existen dos grandes categorías de delirios de parasitosis en función de la naturaleza de las alteraciones. Hablamos de síndrome de Ekbom primario cuando los síntomas surgen en ausencia de problemas identificables, y por tanto pueden ser atribuidos a errores en el razonamiento del paciente. Este subtipo tiene una naturaleza similar a la de la psicosis aguda. En cambio, cuando se detecta una alteración subyacente que desencadena la creencia delirante el trastorno se clasifica como secundario. A su vez este tipo se divide en dos; funcional, que se diagnostica en los casos en que el síndrome se debe a un trastorno neuropsicológico como la esquizofrenia, y orgánico, cuando la causa es una enfermedad o un fármaco.
CAUSAS DE LAS ALUCINACIONES
Más allá del contexto en el cual aparecen, las causas de las alucinaciones cenestésicas no están claras, aunque al igual que con otras alucinaciones el sistema límbico y el diencéfalo parecen estar implicados. También se ha observado la implicación de la corteza somatosensorial, así como la parte de la corteza correspondiente a la ínsula. Algunas investigaciones por los profesionales especializados en el tema, estipulan la existencia de una dificultad de base para integrar la información sensorial, algo que puede provocar que nuestro sistema nervioso genere percepciones sin que exista un elemento físico que lo desencadene. Asimismo, otras teorías (que no excluyen la anterior) indican que el problema puede provenir de una dificultad para separar el contenido mental de la experiencia física, de tal modo que no es posible separar lo imaginado de lo percibido.