CEREMONIA

Homenajearán a Sor Mercedes Guerra por su vida heroica y de entrega al prójimo

Será el próximo sábado 13 a las 21 en el Colegio Hermanas Franciscanas, organizada por Gurnier Producciones y con la conducción de Amalia Granata.

El próximo sábado 13 a las 21, se realizará la entrega de los premios “Personalidades Destacadas de Santiago del Estero” en el Colegio Hermanas Franciscanas. La reconocida periodista de América TV, Amalia Granata y Gurnier Producciones organizaron este evento con el fin de homenajear a personalidades e instituciones destacadas “que trabajan social y responsablemente en bien de la comunidad”, según informaron.

El homenaje central de la entrega de distinciones, será para la “Sierva de Dios” Madre Mercedes del Niño Jesús Guerra y Contreras, una santiagueña que supo forjar con sus actitudes cristianas heroicas la fundación de la Congregación de las Hermanas Franciscanas que celebra en esa fecha sus 139 años “siendo y haciendo amigos para Jesús”.

Desde la organización resaltaron que la finalidad de este acontecimiento es “despertar la solidaridad por los que menos tienen, ya que se colaborará con el Centro de Promoción de la Mujer (Ceprom)”.

Madre Mercedes Guerra


La madre Mercedes Guerra nació en Salavina en el mes de septiembre de 1817, hija de Antonio Guerra español, y de doña Inés Contreras, santiagueña. El 7 de diciembre fue bautizada en la iglesia del Carmen de la Villa de Salavina.

A los casi dos años perdió a su madre, y su padre la condujo a Córdoba, donde procuró darle la educación que convenía a su situación social y a su familia. En 1821 murió Antonio Guerra, y ella vivió con sus hermanas Juana María, Fortunata y Tránsito, y asistió al colegio de Huérfanas de Santa Teresa en calidad de alumna externa. De 1837 en adelante, cosió con su hermana para el Ejército de la Patria, a instancias de su cuñado, el coronel Domingo Riesco, amigo del General Juan Manuel Belgrano.

Allí pasó los años de su adolescencia y su juventud, en la cual despuntó desde temprano un fervoroso anhelo de ser religiosa franciscana. Sin embargo, su clara vocación fue rigurosamente probada, ya que recién después de diez años de espera (1847-1857), el 3 de marzo de 1857 tomó el velo e ingresó en clausura, con las monjas Clarisas Capuchinas de la ciudad de Buenos Aires, tenía entonces 40 años.

Hacia 1859 se dedicó a enseñar a domicilio a los alumnos incorregibles en forma gratuita, recibir pensionistas y a cuidar a los enfermos a domicilio con profunda abnegación. Hacía varios años que Sor Mercedes estaba consagrada a los que sufren, y cuando en 1871 se declaró la epidemia de fiebre amarilla, ella asistió a los apestados (hubo más de 12.000 muertos en la ciudad).

Olvidándose de sí misma, del peligro de contagio que corría y de su propia debilidad física, porque quedó inválida, multiplicó sus esfuerzos, valiéndose de una muleta, para asistir material y espiritualmente a los apestados. Con tal sacrificio y abnegación mereció después el aplauso de la sociedad porteña que se concretó en un premio que le otorgó la Municipalidad y la Sociedad de Beneficencia de Buenos Aires.

Su vida estaba marcada por el sufrimiento, y Dios volvió a visitarla mediante una prueba que puso de manifiesto toda la profundidad de su fe y entereza de su temple el 22 de mayo de 1872. De un momento para otro, asistiendo al señor Ambrosio Lezica, que estaba enfermo, quedó ciega sufriendo agudos dolores en los ojos. El Dr. Cleto Aguirre uno de los fundadores de la oftalmología argentina, le aconsejó una intervención quirúrgica para calmar el tormento.

Ella aceptó y fue operada por él, y quedó ciega durante 18 meses, hasta que el Señor, por mediación de la santísima Madre se dignó a devolverle el don de la vista, en forma completamente singular. Cuando un hijo del señor Lezica, Domingo Faustino, regresó de Francia en 1873, le ofreció agua de Lourdes. Mercedes rezó la novena echando mano del agua y recobró la visión.

Ante este milagro, los hombres de ciencia se mostraron incrédulos, pero ella no se dejó condicionar ante tal actitud y continuó con la actividad de cumplir con la promesa realizada: fundar una sociedad o congregación que se dedicara especialmente al cuidado de los enfermos a domicilio sin distinción de credo ni de clases sociales.
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