Homenajearán a Sor Mercedes Guerra por su vida heroica y de entrega al prójimo Homenajearán a Sor Mercedes Guerra por su vida heroica y de entrega al prójimo
a las 21, se realizará la entrega
de los premios “Personalidades
Destacadas de
Santiago del Estero” en el
Colegio Hermanas Franciscanas.
La reconocida
periodista de América TV,
Amalia Granata y Gurnier
Producciones organizaron
este evento con el fin de
homenajear a personalidades
e instituciones destacadas
“que trabajan social y
responsablemente en bien
de la comunidad”, según
informaron.
El homenaje central de la
entrega de distinciones, será
para la “Sierva de Dios” Madre
Mercedes del Niño Jesús
Guerra y Contreras, una
santiagueña que supo forjar
con sus actitudes cristianas
heroicas la fundación
de la Congregación de
las Hermanas Franciscanas
que celebra en esa fecha sus
139 años “siendo y haciendo
amigos para Jesús”.
Desde la organización resaltaron
que la finalidad de
este acontecimiento es “despertar
la solidaridad por los
que menos tienen, ya que se
colaborará con el Centro de
Promoción de la Mujer (Ceprom)”.
Madre Mercedes Guerra
La madre Mercedes Guerra
nació en Salavina en el
mes de septiembre de 1817,
hija de Antonio Guerra español,
y de doña Inés Contreras,
santiagueña. El 7 de diciembre
fue bautizada en la
iglesia del Carmen de la Villa
de Salavina.
A los casi dos años perdió
a su madre, y su padre
la condujo a Córdoba,
donde procuró darle
la educación que convenía
a su situación social y a su
familia. En 1821 murió Antonio
Guerra, y ella vivió
con sus hermanas Juana
María, Fortunata y Tránsito,
y asistió al colegio de
Huérfanas de Santa Teresa
en calidad de alumna externa.
De 1837 en adelante,
cosió con su hermana
para el Ejército de la Patria,
a instancias de su cuñado,
el coronel Domingo
Riesco, amigo del General
Juan Manuel Belgrano.
Allí pasó los años de su
adolescencia y su juventud,
en la cual despuntó desde
temprano un fervoroso anhelo
de ser religiosa franciscana.
Sin embargo, su clara
vocación fue rigurosamente
probada, ya que recién después
de diez años de espera
(1847-1857), el 3 de marzo
de 1857 tomó el velo e ingresó
en clausura, con las monjas
Clarisas Capuchinas de la
ciudad de Buenos Aires, tenía
entonces 40 años.
Hacia 1859 se dedicó a
enseñar a domicilio a los
alumnos incorregibles en
forma gratuita, recibir pensionistas
y a cuidar a los enfermos
a domicilio con profunda
abnegación. Hacía varios
años que Sor Mercedes
estaba consagrada a los que
sufren, y cuando en 1871 se
declaró la epidemia de fiebre
amarilla, ella asistió a
los apestados (hubo más de
12.000 muertos en la ciudad).
Olvidándose de sí misma,
del peligro de contagio que
corría y de su propia debilidad
física, porque quedó inválida,
multiplicó sus esfuerzos,
valiéndose de una muleta,
para asistir material y espiritualmente
a los apestados.
Con tal sacrificio y abnegación
mereció después el
aplauso de la sociedad porteña
que se concretó en un premio
que le otorgó la Municipalidad
y la Sociedad de Beneficencia
de Buenos Aires.
Su vida estaba marcada
por el sufrimiento, y Dios
volvió a visitarla mediante
una prueba que puso de manifiesto
toda la profundidad
de su fe y entereza de su temple
el 22 de mayo de 1872. De
un momento para otro, asistiendo
al señor Ambrosio
Lezica, que estaba enfermo,
quedó ciega sufriendo agudos
dolores en los ojos. El Dr.
Cleto Aguirre uno de los fundadores
de la oftalmología
argentina, le aconsejó una intervención
quirúrgica para
calmar el tormento.
Ella aceptó y fue operada
por él, y quedó ciega durante
18 meses, hasta que el Señor,
por mediación de la santísima
Madre se dignó a devolverle
el don de la vista, en
forma completamente singular.
Cuando un hijo del señor
Lezica, Domingo Faustino,
regresó de Francia en
1873, le ofreció agua de Lourdes.
Mercedes rezó la novena
echando mano del agua y recobró
la visión.
Ante este milagro, los
hombres de ciencia se mostraron
incrédulos, pero ella
no se dejó condicionar ante
tal actitud y continuó con
la actividad de cumplir con
la promesa realizada: fundar
una sociedad o congregación
que se dedicara especialmente
al cuidado de
los enfermos a domicilio
sin distinción de credo ni
de clases sociales.








