SOBREVIVIENTES

Suicidio adolescente: un drama que obliga a reforzar los lazos de contención

La vida escolar, familiar y social de quien se autoelimina queda seriamente dañada, y es un trabajo complejo reconstruir el espacio y volver a mirar hacia delante.

El suicidio de los niños y de los adolescentes es una tragedia que afecta no sólo al individuo, sino a la familia, a los padres, y a la comunidad en la cual vivió el joven, sea colegio, parroquia, club o círculo de amistades.

Además del dolor que esto significa en esos ámbitos, el hecho es considerado a menudo como un fracaso personal por los padres, amigos, maestros y compañeros de colegio que se reprochan el no haber percibido las señales de alerta.

También la comunidad lo ve como un fracaso, pues queda al desnudo que la sociedad moderna, en la mayoría de los casos, no procura un entorno sano, nutriente, contenedor en el cual los niños y adolescentes puedan crecer y desarrollarse.

El suicidio infantil o adolescente es originado hoy por diversas causas, entre las que aparecen los vacíos familiares, la falta de educación en los valores y de un proyecto de vida, y el excesivo consumo de sustancias prohibidas.

Lamentablemente, las estadísticas -no oficiales- que manejan algunas instituciones privadas dedicadas al estudio, la prevención y la acción de contención en esta temática, ubican a nuestra provincia en el segundo lugar entre las provincias argentinas con mayor número de suicidios adolescentes durante este año. Esto llevó a la conformación de una mesa interdisciplinaria para el abordaje del problema desde diferentes aristas convocada por el Ministerio de Salud de la provincia, pero algunas entidades apuntan que hace falta mucho para llegar a revertir la situación.

Acción

Una de las entidades que decidió poner manos a la obra es el grupo “¡Aquí estoy!” conformado en la carrera de Psicología de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Católica de Santiago del Estero, que conformó una guardia virtual a través de las redes sociales, para atender consultas sobre intentos de suicidios o para apoyar a los grupos escolares principalmente, luego del suicidio de uno de sus integrantes.

El grupo lo conforman licenciadas en Psicología y estudiantes avanzados de la carrera, y la labor principal que desarrollan es precisamente acudir a los establecimientos educativos donde algún estudiante se suicidó. El trabajo consiste en llevar adelante talleres destinados a docentes, padres de los alumnos, y los compañeros, con el propósito de comenzar un proceso de reconstrucción que ayude a los chicos a volver a pensar en positivo y rearmar la grupalidad que se vio afectada.

“¡Aquí estoy!, es un programa de extensión, vinculación y transferencia que pertenece a la carrera de Licenciatura en Psicología de la Ucse, se enmarca dentro de lo que es la Responsabilidad Social Universitaria, y surgió con la idea de intentar dar respuestas a todas aquellas situaciones de malestar social, que entendemos como una cuestión muy amplia que abarca muchas problemáticas como violencia, violencia de género, y el suicidio, que lamentablemente, en la provincia hay cifras que son alarmantes”, explicó la licenciada Anahí Gammoni, una de las integrantes del grupo.

Los objetivos que se propone este programa son intentar generar situaciones de encuentro real y vinculación tanto con los alumnos, de diferentes carreras de la Universidad como en la comunidad en general.

“Hay un elevado número de suicidio adolescente y de casos que golpean a las instituciones educativas secundarios. Fuimos convocados para trabajar con estos grupos, donde hubo un compañero que ha sido víctima de un hecho trágico y el colegio y los compañeros no saben cómo seguir”, añadió la licenciada Alicia Arias Paz.

Las actividades que se proponen desde el grupo son, en primera instancia, “una promoción de la salud a través de las redes sociales del programa, con publicaciones diarias y con guardias virtuales que se realizan las 24 horas”.

“Éstas son de contención y acompañamiento. Así, las personas que están atravesando una situación difícil de cualquier tipo pueden tomar contacto a través de las redes con nosotros y nosotros contenemos. Una segunda posibilidad frente a esta toma de contacto es la de sensibilizar a la persona para que en el caso de ser necesario pueda acudir a una consulta con el psicólogo o psiquiatra, si así lo requiriera”, precisó la licenciada Gammoni.

Quiénes integran el programa ¡AQUÍ ESTOY!

El programa ¡Aquí estoy! de la Universidad Católica de Santiago del Estero, lo integran las licenciadas en psicología María Alicia Arias Paz y Anahí Gammoni, el médico psiquiatra doctor Héctor Andrada, y los estudiantes avanzados de la Licenciatura en Psicología, Agustín Argibay, Matías Alagastín, Maximiliano Olivera, Marisol Mladjan, Antonella Scarpa, Constanza Tévez Martínez, Melina Corvalán y Cristina Acosta.

La incredulidad y los cuestionamientos de quienes ya no tienen al compañero y al alumno

Las licenciadas en Psicología Anahí Gammoni y Alicia Arias Paz, junto a la estudiante avanzada e integrante del programa, Cristina Acosta, comentaron a EL LIBERAL las situaciones traumáticas por la que atraviesa la comunidad escolar a la que pertenecía el chico que se suicidó, y cómo tratan de reconstruir un ámbito quebrado por el dolor y la impotencia.

“La primera actitud frente a un caso es de shock e incredulidad. Nos tocó intervenir a 24 horas del hecho o en el primer encuentro de los chicos cuando vuelven al colegio después de los casos trágicos, cuando todos se preguntan qué nos pasó. Hay un antes y un después en la comunidad, en la familia y en el docente”, apunta Arias Paz.

Respecto de las reacciones con las que se encuentran en el aula luego de un hecho trágico de esta magnitud, Cristina Acosta comentó que los chicos “se resisten a utilizar la palabra suicidio”, y prefieren hablar de “lo que pasó” o “el accidente”, les cuesta nombrarlo. “Nosotros trabajamos con un grupo que lo conocemos a partir de un hecho. Y entonces nos encontramos con algo que sucedió y marcó y es ahí en donde tenemos que trabajar y detectar”.

“En el caso de las escuelas en las que hemos trabajado, sí vimos la preocupación del docente, y por eso hicimos talleres, en los que pudieron preguntar sobre los signos y síntomas a los que se debe estar atento, porque muchas veces no se dan cuenta. Y cuando empezamos a trabajar surgen cosas como ‘aquello que dijo’, ‘el dibujo que hizo’, ‘el posteo que puso”, amplio Cristina.

Frente a esta problemática, las profesionales advierten que los docentes y todos los miembros de la comunidad educativa no cuentan con las herramientas necesarias, de ahí que se haya propuesto generar estos espacios de formación gratuitos.

“Los chicos tienen que tener un espacio para hablar, y cuando los docentes no están formados en la temática, uno de nuestros espacios tiene que ver con brindar formación gratuita”, dijeron.

Citaron como ejemplo el caso de una profesora que entra al curso después de que haya ocurrido un episodio de estos y se plantea cómo seguir.

“Entonces trabajamos en esto, no necesariamente tiene que ser un profesional de la salud mental, sino ser una persona comprometida con esta responsabilidad social, que pueda mirar al estudiante, ver si está sufriendo y poder preguntar qué pasa, escuchar, cerrar el libro y hablar del compañero que no está, de lo que pasó, de cómo se sienten; hacer una tarea que tenga que ver con recuperarnos, con valorar la vida, reposicionarnos ante el tema de la muerte”, puntualizaron.


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