ANÉCDOTAS DE LA HISTORIA

Los golpes de Estado: 53 años de inestabilidad (primera parte)

Por Eduardo Lazzari. Historiador.
Por Eduardo Lazzari. Historiador.

La historia argentina republicana puede ser ordenada según distintas perspectivas. Algunos han optado por las preeminencias partidarias: la república conservadora, la radical, la peronista. Otros por los avatares institucionales: la Confederación, la fundación del Estado nacional, la república restringida, las revoluciones, la democracia. En un intento por entender la historia desde otra visión, también se la puede organizar tomando en cuenta los períodos consolidados: la organización nacional (1853-1880), la república moderna (1880- 1930), la inestabilidad por los golpes de Estado (1930-1983) y la restauración democrática (1983 al presente).

Este último ordenamiento permitirá abordar con una unidad ese período en el cual los golpes de Estado y sus interregnos marcaron la vida argentina, de tal manera que se pervirtieron y corrompieron todos los órdenes: político, económico y social. Y se puede afirmar también que los cinco golpes de Estado triunfantes en su momento marcan, en su sucesión cronológica, una evolución marcada en dos aspectos: uno vinculado a sus objetivos (en los primeros casos “corregir los desvíos de la política tradicional” y más adelante “cambiar el destino de la Patria”); y el otro en relación a su duración: cada uno duró más que el anterior.

Una verdadera curiosidad histórica es que todos los golpes de estado, inclusive los fracasados, tuvieron lugar en los meses del año en los que cambian las estaciones: 6 de septiembre de 1930, 4 de junio de 1943, 16 de junio y 16 de septiembre de 1955, 29 de marzo de 1962, 29 de junio de 1966 y 24 de marzo de 1976. Fueron trece presidentes de facto: sugerente para aquellos que creen en la magia de la numerología. Recorreremos entonces, en dos capítulos y en una apretada síntesis revoluciones y procesos, que no sólo significaron la ruptura del contrato institucional de los argentinos, sino también graves traumas, contra algunos de los cuales aún hoy seguimos luchando desde la ciudadanía responsable.


LAS REVOLUCIONES:

Se llama revolución, a los efectos de esta clasificación, arbitraria como todas y posterior a los hechos, a todos los golpes de Estado que tuvieron lugar entre 1930 hasta 1955, surgidos sin una planificación previa y en respuesta a acontecimientos determinados que no fueron tolerados por ciertos sectores del poder político y económico, a los que siempre se sumó un sector de las fuerzas armadas, salvo en 1943 cuando los militares actuaron solos. Es curioso que el primero fuera contra un gobierno radical, el segundo contra uno conservador y el tercero contra uno peronista. Esta simple enumeración muestra que los golpes de estado estuvieron dirigidos más bien contra hechos políticos determinados que contra una identidad partidaria.


La revolución del ‘30

El golpe que encabezó el general José Félix Uriburu contra el presidente radical Hipólito Yrigoyen fue casi improvisado, a tal punto que el sublevado sólo contó con el concurso de los cadetes y oficiales del Colegio Militar para cumplir su cometido: la toma del poder. Fue tal la sorpresa frente a la facilidad con la que se consiguió el gobierno, que se pidió opinión a la Corte Suprema de Justicia, que en su más g rande renunciamiento histórico avaló el gobierno insurreccional. A Uriburu lo acompañó como vicepresidente Enrique Santamarina, aunque a sólo dos meses del 6 de septiembre de 1930 renunció y dejó el cargo vacante.

La “Revolución del ‘30” fracasó en todos sus objetivos. No logró que se tratara una reforma constitucional de corte corporativo, sólo pudo evitar el regreso de la UCR al poder proscribiendo a su candidato Marcelo T. de Alvear con el absurdo argumento de que no habían pasado seis años desde su anterior mandato, y finalmente debió entregar el poder con sólo diecisiete meses de gobierno. Nadie se reivindicó como heredero de la revolución y todos los propósitos de Uriburu quedaron en el olvido, que fue mayor luego de su muerte en abril de 1932, a sólo setenta días de la entrega del mando a Agustín Pedro Justo.


La revolución del ´43

Se trata del único golpe de Estado exclusivamente militar de la historia, a tal punto que sólo tropas del Ejército participaron en un inicio y llegaron a enfrentarse con oficiales de la Marina de Guerra en la antigua Escuela de Mecánica de la Armada, hoy Museo Nacional de la Memoria, provocando decenas de muertos. El motivo esgrimido para tomar el poder fue evitar un nuevo gobierno conservador con la candidatura del salteño Robustiano Patrón Costas y con gran posibilidad de utilizar el mal llamado “fraude patriótico” para garantizar el triunfo. Eran tiempos en que la oficialidad del Ejército estaba dividiéndose entre “liberales” y “nacionalistas”.

Presumían los golpistas con certeza que Patrón Costas iba a alinear a la Argentina con Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos en el marco de la II Guerra Mundial. Asumió el 4 de junio de 1943 el general Arturo Rawson, quien no contó con el apoyo de los coroneles del GOU, una logia secreta con gran influencia entre los militares, que proclamó a los dos días como presidente al general Pedro Ramírez. Fue elevado a la vicepresidencia el contralmirante Sabá Sueyro, quien moriría al mes. Lo reemplazó el general Edelmiro Farrell, quien a su vez sucedería a Ramírez el 9 de marzo de 1944, al ser éste forzado a renunciar por las presiones de los aliados, decepcionados por la neutralidad argentina, proclive al Eje formado por Alemania, Japón e Italia.

Los vicepresidentes de Farrell fueron el coronel Juan D. Perón desde el 8 de julio de 1944 y el general Juan Pistarini desde el 10 de octubre de 1945. Fueron tiempos marcados por una gran tensión política y un contexto internacional que fue mutando en contra del gobierno militar, sobre todo luego del triunfo aliado. Vale destacar la curiosidad de que este golpe de estado fue el único que planificó con éxito una sucesión propia, cuando Perón, luego de ganar las limpias elecciones del 24 de febrero de 1946, asumió el 4 de junio conmemorando los tres años del inicio de la revolución y proclamándose a sí mismo como heredero de sus ideales. Luego la deriva de la historia sería otra.

La revolución libertadora


En el largo período constitucional de Juan Perón, entre 1946 y 1955, se produjeron varios golpes de estado. El primero en 1951, encabezado por el general Benjamín Menéndez, que no sólo no tuvo éxito sino que puso en evidencia la lealtad mayoritaria del Ejército con el gobierno, que no tuvo problema en reprimir el levantamiento y castigar a los responsables, entre ellos los capitanes, de marina Francisco Manrique y de ejército Alejandro Agustín Lanusse.

El 16 de junio de 1955 se produce una rebelión que concluyó con el bombardeo a la Casa de Gobierno, para matar al presidente Perón. Fue encabezado por oficiales de la Armada que produjeron el día más violento de la historia moderna del país, ya que como consecuencia de las bombas murieron cerca de 300 personas en los alrededores de la Plaza de Mayo y por la tarde fueron incendiadas diez iglesias en el centro de Buenos Aires. La intentona fracasó y la mayor parte de los oficiales rebeldes se asilaron en el Uruguay.

El 16 de septiembre estalló otra rebelión minoritaria en el Ejército encabezada por el general Eduardo Lonardi, y mayoritaria en la Armada bajo el mando del almirante Isaac Francisco Rojas que causó un estado de conmoción durante cuatro días en los que hubo violentísimos combates entre militares leales al gobierno y los rebeldes en Córdoba y un bombardeo naval a los depósitos de combustibles en Mar del Plata.

El 20 Perón renunció ante los comandantes de las Fuerzas Armadas, algo irregular ya que debió hacerlo ante el Congreso Nacional, y abandonó el país permitiendo a Lonardi asumir como presidente de facto el 23 de septiembre con un legendario discurso en el que proclamó que había llegado al poder bajo el lema “Ni vencedores ni vencidos”, tal como dijo Justo José de Urquiza en 1852 luego de Caseros. Fue su vicepresidente Rojas.

El 13 de noviembre de 1955, en un golpe interno del Ejército, Lonardi fue suplantado por el general Pedro Eugenio Aramburu. Lonardi murió a los pocos meses, en marzo de 1956. El vicepresidente siguió siendo Rojas hasta la asunción de Arturo Frondizi el 1° de mayo de 1958. La mutación desde la posición de integración del peronismo depurado al sistema que sostenía Lonardi hasta la proscripción absoluta que postuló y logró Aramburu fue lo más significativo en términos políticos, hecho que se convirtió en el epicentro de la discusión pública, dejando de lado aspectos vinculados a lo económico y a lo social, más allá de las medidas de coyuntura que se tomaron.

La astucia de Frondizi, que con Rogelio Frigerio como negociador con Perón en el exilio, logró el apoyo que le permitió ganar las elecciones del 23 de febrero de 1958, iba a convertir en un calvario su gobierno en relación a los militares, ni siquiera dispuestos a tolerar la existencia del peronismo.El próximo domingo nos sumergiremos en la aventura militar que derrocó aFrondizi pero no pudo tomar el poder, y en los dos gobiernos de facto cuyas características unen a los  últimos golpes de estado que se hicieron del poder.

Esas marcas son varias: el planeamiento ordenado con objetivos de largo plazo y ambiciosos propósitos; el abandono de una vuelta rápida a la Constitución, e incluso pensar en su modificación, y tomar a las Fuerzas Armadas no sólo como reserva moral “in extremis” sino convertirlas en protagonistas de la política nacional como “partido militar”.

Tanto la Revolución Argentina como el Proceso de Reorganización Nacional intentaron establecer estatutos de rango constitucional para regular la vida institucional. De sus causas y sus consecuencias tratará la columna del próximo domingo, si Dios quiere, desde estas páginas de “El Liberal”.

Ir a la nota original

MÁS NOTICIAS