Tricotilomanía Tricotilomanía
La tricotilomanía es un hábito o comportamiento recurrente e irresistible dirigido a arrancarse el propio cabello o los vellos de distintas zonas del cuerpo. Puede definirse como un trastorno de la conducta que puede llegar a manifestarse en un arrancamiento compulsivo del pelo, produciendo desde pequeñas pérdidas de cabello hasta calvicie severa.
La tricotilomanía puede presentarse en niños, pero la edad clave del padecimiento es entre los 9 y 13 años. Su desarrollo puede estar influido por depresión o estrés. Dadas sus implicaciones sociales, dicho trastorno no suele reportarse, lo que dificulta predecir su prevalencia con precisión. El sujeto se arranca pelo a pelo, principalmente de la cabeza, aunque puede actuar también sobre distintas partes del cuerpo como cejas, pestañas, barba, axilas o vello púbico. También puede llegar a relacionarse con la tricofagia, que consiste en el hábito de mascar o ingerir el cabello, produciendo obstrucciones severas (tricobezoar) en el aparato digestivo.
Clasificación
La tricotilomanía se define como una pérdida autoinducida y recurrente del cabello. En el manual DSM-IV está clasificada como un trastorno del control de impulsos junto con la piromanía, la ludopatía y la cleptomanía, ya que el paciente sufre una sensación de tensión antes de arrancarse el cabello y una gratificación o alivio una vez que lo hace. Algunos individuos con tricotilomanía podrían no presentar la situación antes descripta, ya que no se dan cuenta de que se están arrancando el cabello, o bien, pueden negar dicha condición.
Existen hipótesis que señalan que la tricotilomanía podría ser un trastorno obsesivo-compulsivo, como la onicofagia y la dermatilomanía. Dichas condiciones comparten características clínicas, genéticas, y, probablemente, respuestas a tratamientos. Sin embargo, las diferencias entre la tricotilomanía y el trastorno obsesivo-compulsivo radican en los síntomas, función neurológica y perfil cognitivo. La tasa de pacientes con tricotilomanía con parientes que padecen TOC es mayor a la esperada por las probabilidades. Sin embargo, se han notado diferencias entre el padecimiento y el TOC, incluyendo edades clave, tasas de comorbilidad, diferencias de género, disfunción neurológica y perfil cognitivo. Cuando ocurre durante la niñez, la tricotilomanía puede ser confundida con una entidad clínica diferente. Como la enfermedad puede estar presente en múltiples grupos de edades, se divide en tres subgrupos para su estudio: preescolares, preadolescentes a jóvenes adultos y adultos.
La tricotilomanía no siempre ocurre en un estado consciente, pues puede suceder en un estado similar al de trance. Por lo tanto, se subdivide al padecimiento en "automático" y "consciente", siendo el primero más frecuente en niños. Otros individuos pueden incluso crear rituales asociados al arrancado del cabello, incluyendo la búsqueda de tipos de cabello específicos para arrancar o arrancarlo hasta que se cree una sensación agradable o en respuesta a una sensación específica. Conocer el subtipo es clave para determinar las estrategias de tratamiento.
Signos y síntomas
La tricotilomanía está confinada generalmente a uno o dos sitios, pero puede involucrar distintos lugares. La cabeza es el sitio más frecuente, seguido por las cejas, pestañas, cara, brazos y piernas. La apariencia clásica es un vórtice y corona de alopecia. Los niños no tienden a arrancarse los pelos de otras partes diferentes a la cabeza.
Las personas con tricotilomanía tienen extensiones variables de cabello. Sin embargo, la densidad del cabello puede mantenerse normal, por lo que las pruebas pueden resultar negativas. El cabello normalmente es arrancado de manera irregular, por lo que deja patrones inusuales. La gente con el padecimiento suele ser tímida o con estar avergonzada de su condición. Un efecto psicológico adicional puede ser la baja autoestima, generalmente asociada con la burla por parte de otros individuos. De igual manera, se puede presentar miedo debido a su apariencia y a la atención negativa que el paciente puede llegar a recibir. Algunas personas con esta condición usan sombreros, pelucas, pestañas postizas o delineador de cejas para cubrir su condición y evitar dicha atención. Suele haber un fuerte componente de estrés asociado.
En ambientes libres de estrés, algunos individuos no presentan síntomas, aunque esta condición puede volver a manifestarse en cuanto dejan dicho lugar. Algunos individuos pueden llegar a creer que son la única persona con dicho problema, debido a la escasa información. Otras complicaciones médicas clínicas incluyen infecciones, pérdida permanente del cabello, heridas repetitivas por estrés y obstrucciones gastrointestinales debidas a la tricofagia. El síndrome de Rapunzel, es una forma extrema de tricobezoar, esto es en que la acumulación de cabello se extiende hasta los intestinos, puede ser fatal si se diagnostica de forma errónea. El ambiente es uno de los factores principales en la tricotilomanía. Las actividades sedentarias -como estar en un ambiente relajado- suelen proveer mayor oportunidad.
Un ejemplo común de actividades sedentarias que puede propiciar el arrancado del cabello es acostarse en la cama esperando dormir o descansar. Un ejemplo extremo de tricotilomanía automática son los pacientes que se arrancan el cabello mientras duermen. Esta condición se conoce como tricotilomanía aislada al sueño.
Causas y fisiopatología
La ansiedad y depresión clínica se presentan frecuentemente en pacientes que sufren el trastorno obsesivo-compulsivo llamado tricotilomanía. Este padecimiento tiene una relación estrecha con el estrés postraumático y algunos casos de tricotilomanía suelen ser causados por esta condición. Un modelo neurocognitivo -la noción de que los ganglios basales juegan un rol en la formación de hábitos y que los lóbulos frontales son críticos para suprimir o inhibir normalmente dichos hábitos- ve a la tricotilomanía como un trastorno de hábitos. El tratamiento está basado en la edad del paciente. La mayoría de los niños en edad preescolar se recuperan de la enfermedad si la condición se maneja de manera conservadora.
En los adultos jóvenes, establecer el diagnóstico y fomentar la atención sobre dicha condición es importante para reconfortar a la familia y al paciente. Las intervenciones no farmacológicas, incluyendo programas de modificación de la conducta, pueden ser consideradas. También es factible referir el paciente a un psicólogo clínico si los demás tratamientos fallasen.







