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EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según San Juan 3,1-8.

23/04/2017 22:23 El Evangelio
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Evangelio según San Juan 3,1-8. Evangelio según San Juan 3,1-8.

Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, que era uno de los notables entre

los judíos.

Fue de noche a ver a Jesús y le dijo: “Maestro, sabemos que tú has venido de parte de Dios para enseñar, porque nadie

puede realizar los signos que tú haces, si Dios no está con él”.

Jesús le respondió: “Te aseguro que el que no renace de lo alto no puede ver el Reino

de Dios”.

Nicodemo le preguntó: “¿Cómo un hombre puede nacer

cuando ya es viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el seno de su madre y volver a nacer?”

Jesús le respondió: “Te aseguro que el que no nace

del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios.

Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: ‘Ustedes tienen

que renacer de lo alto’.

El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu”.

Comentario

Vamos a exponeros de qué manera, renovados por Cristo,

nos hemos consagrado a Dios... A quienes aceptan y creen que son verdad las cosas

que enseñamos y exponemos,

y prometen vivir de acuerdo con estas enseñanzas,

les instruimos para que oren a Dios, con ayunos, y pidan

perdón de sus pecados pasados, mientras nosotros, por nuestra parte, oramos y ayunamos también juntamente

con ellos. Luego los conducimos

a un lugar donde hay agua, para que sean regenerados del mismo modo que fuimos regenerados

nosotros. Entonces reciben el baño del bautismo en el nombre de Dios, Padre y Soberano del universo, y de nuestro Salvador Jesucristo, y del Espíritu Santo.

En nuestra primera generación,

fuimos engendrados

de un modo inconsciente por nuestra parte, y por una ley natural y necesaria, por la acción del germen paterno en la unión de nuestros padres. Mas, para que tengamos también

un nacimiento, no ya fruto

de la necesidad natural e inconsciente,

sino de nuestra libre

y consciente elección, y lleguemos a obtener el perdón de nuestros pecados pasados,

se pronuncia, sobre quienes

desean ser regenerados y se convierten de sus pecados, mientras están en el agua, el nombre de Dios, Padre y Soberano

del universo, único nombre que invoca el ministro cuando introduce en el agua al que va a ser bautizado. Nadie, en efecto, es capaz de poner nombre al Dios inefable, y si alguien se atreve a decir que hay un nombre que expresa lo que es Dios es que está rematadamente

loco.

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