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"Los atletas sabemos la diferencia que hay entre ganar y salir cuartos: nada"

05/03/2021 09:31 El Cronista
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Ya está entrenando en Italia. Lo esperan competencias en Francia y España. Luego, la concentración final en Japón. Conversé con Santiago Lange en uno de sus últimos y agitados días en la Argentina.

Considerado uno de los más grandes regatistas nacionales (y regionales) de todos los tiempos, el atleta que desde 2000 forma parte de la escudería Red Bull me confiesa que jamás olvidará esta cuenta regresiva rumbo a los JJOO de Tokio. Con inicio en julio próximo -si la pandemia no obliga a volver a cambiar la cita, originalmente prevista para 2020-, será su séptima campaña con la brújula orientada al medallero olímpico.

Quizás sea la última, aunque todavía no se atreve siquiera a conjeturar al respecto. Pero sin dudas será inolvidable porque coincide con la publicación de su biografía ''''Viento. La travesía de mi vida'''', un registro en primera persona de sus conversaciones con el periodista Nicolás Cassese, aficionado a la navegación y, sin dudas, admirador del hombre extraordinario que lleva medio siglo de disciplina en la vida y libertad en el agua.

Arquitecto naval graduado en la Universidad de Southampton, desarrolló la línea de veleros Optimist Lange que, desde 1987, se construye en la Argentina, Chile, Dinamarca y los Estados Unidos. Nació recién estrenada la primavera de 1961 en San Isidro. Suele contar que tenía apenas 8 meses cuando debutó como navegante junto a su padre, socio vitalicio del Yacht Club Argentino de San Fernando. En 1976 ganó su primer campeonato nacional. Desde entonces, dedica sus días a descifrar la respuesta que está soplando en el viento.

¿Cómo impactó la reprogramación de los JJOO de Tokio en tu esquema de entrenamiento, que empezó prácticamente el mismo día en que subiste al podio en Río 2016?

Lo aceptamos rápidamente y logramos reestructurar el plan. Fue clave enfocarnos en lo positivo, en especial los primeros 3 meses, cuando estuvimos encerrados. En mi caso, aproveché para entrenar muy bien físicamente, ya que por lo general no me da la energía o me cuesta encontrar tiempo por la cantidad de horas que pasamos en el río o en el mar. Es poco habitual tener la oportunidad de tener la hoja en blanco para repensar.

Lo más interesante fue revisar la relación con Cecilia (NdE: Carranza, la mejor regatista de su generación y su coequiper). Además, al competir mucho menos internacionalmente, hubo que planificar cómo suplantar esa preparación. Por eso, el año pasado nos fuimos 3 meses a Europa, donde tuvimos amistosos diarios con los ingleses, los austríacos y los italianos. Armamos un grupo increíble con ellos, pero también fue un desafío porque son los 3 últimos campeones del mundo. Resultó demasiada presión durante mucho tiempo, porque uno no deja de ser competitivo. Y eso nos llevó a otros replanteos.

En los últimos años, te posicionaste como speaker motivacional para líderes y equipos corporativos de alto rendimiento. ¿Cuáles son los aprendizajes más valiosos para encarar la nueva normalidad?

Soy muy respetuoso del individuo. La pandemia nos pegó de manera diferente a cada uno y eso hay que entenderlo. Es cierto que los deportistas nos fijamos una meta y le damos para adelante a muerte, pero no quita que seamos conscientes de lo que le pasa a los demás. Y sensibles, porque también tenemos situaciones personales que atender: mi mamá vive en una residencia y no la puedo ir a ver, por ejemplo.

Por eso, si bien armo un esquema de campaña olímpica para dentro de 4 años, entiendo que lo único que controlo es el punto de partida y que, cada 6 meses, aprendo algo que me hace modificar el plan. A mayor conocimiento, más acertado es el camino al objetivo. Aferrarse a la idea original es un grave error, porque significa que no estás observando la realidad.

¿Sos otro Santiago hoy?

Esta pandemia es muy dura, pero nos deja grandes enseñanzas. Siento que la naturaleza es sabia y nos mandó a guardar con un mensaje muy claro: "¿Están seguros de lo que están haciendo con su tiempo?". Es como si nos mandaran al rincón a pensar. Lo digo, desde ya, con todo respeto a quienes lo pasaron y lo siguen pasando mal. Pero, filosofando, creo que si no aprendimos con esto... En lo personal, me planteé si vale la pena tomarme un avión para ir a competir por un fin de semana a Europa; si vale la pena no tener tiempo para pequeñas cosas como una huerta o hacer compost en mi casa; cómo hacer para vivir un poco más con los pies en la tierra en todo sentido.

¿Qué tan movilizador fue repasar tu vida para esta biografía?

Fue una locura. Me lo ofreció Red Bull, que es compañero de viaje desde 2000. Y como me gusta hacer, dije que sí, muy inconscientemente (ríe). Al principio me quería matar, porque me resulta pesadísimo hablar de lo que ya sé sobre mí. No leo los artículos ni veo las entrevistas que me hacen para la televisión, me da cosa. ¡Imaginate cuando recibí los primeros capítulos del libro, escritos en primera persona! Pero se generó algo maravilloso y lo terminé disfrutando muchísimo.

¿Y qué dice de vos el libro, más allá de contar tu gesta deportiva?

Traté de ser lo más honesto posible desde la foto de tapa, donde quería estar mirando a los ojos. Un gran porcentaje del libro se basa en historias de otros sobre mí, e incluye cosas malas. También quise que sea un libro humilde: es la historia de vida de una persona, nada más. Porque no me siento alguien extraordinario.

Después de Río 2016, fui a una cena donde había gente muy importante, que se paró a aplaudirme. Y pensé: "Si hubiésemos salido cuartos, nadie me miraba". Los atletas sabemos la diferencia que hay entre ganar y salir cuartos: nada. Además, pensá que los regatistas entrenamos solos en el río. Es un deporte sin tribuna y eso lo vuelve súper sano: lo hacemos porque lo amamos, no por la exposición.

El eje del libro, y de tu vida, es la disciplina, que tiene cierta mala fama. ¿Por qué la reivindicás?

De mi carrera, valoro más la perseverancia que el éxito. No me siento un gran atleta: hay muchos que ganaron más medallas. Pero, como me costó lograrlo, resalto que tuve la constancia, desde los años ''''80, de entrenar para llegar a los JJOO. No creo que haya tantos con mi constancia. Para hacer lo que hago, tengo que estar loco. Ahora, por primera vez, me estoy preguntando si estoy dispuesto a pagar el precio para seguir en el alto rendimiento...


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