TOCAR LA CAMPANITA EN EL SENADO Historias de presidentes y sus vices TOCAR LA CAMPANITA EN EL SENADO Historias de presidentes y sus vices
La Constitución Federal de 1853 consagró un régimen basado en los preceptos liberales democráticos de la división del gobierno en tres poderes, la periodicidad de los mandatos y la elección popular.
Y define al Poder Ejecutivo con claridad: “…será desempeñado por un ciudadano con el título de Presidente de la Nación Argentina”. Esta condición unipersonal hace que la figura del vicepresidente se convierta en un híbrido, ya que preside naturalmente el Senado pero no forma parte del Poder Legislativo, y tampoco integra el Ejecutivo salvo que se convierta en presidente en el caso que se cumpla alguna de las causales que marca la Carta Magna para ello.
La historia argentina ha tenido menos vicepresidentes que presidentes, debido a las renuncias y muertes ocurridas a lo largo de 168 años. A 36 presidentes constitucionales le han correspondido sólo 31 vicepresidentes.
Es muy notable que ninguno haya sido reelecto. Han sido los compañeros de fórmula de los primeros mandatarios Salvador M. del Carril, Juan Pedernera, Marcos Paz, Adolfo Alsina, Mariano Acosta, Francisco Madero, Carlos Pellegrini, José Evaristo Uriburu, Norberto Quirno Costa, José Figueroa Alcorta, Victorino de la Plaza, Pelagio B. Luna, Elpidio González, Enrique Martínez, Julio A. Roca (h), Ramón Castillo, J. Hortensio Quijano, Alberto Teisaire, Alejandro Gómez, Carlos Perette, Vicente Solano Lima, María E. Martínez de Perón, Víctor Martínez, Eduardo Duhalde, Carlos Ruckauf, Carlos álvarez, Daniel Scioli, Julio Cobos, Amado Boudou, Gabriela Michetti y Cristina F. de Kirchner. En los golpes de Estado fueron ungidos vicepresidentes de facto Enrique Santamarina, Sabá Sueyro, Edelmiro Farrell, Juan Domingo Perón, Juan Pistarini e Isaac Francisco Rojas.
Durante el ejercicio de su mandato murieron Paz, Luna, Quijano y Sueyro. Es curioso que Francisco Beiró y Quijano hayan fallecido luego de ser elegidos y antes de su asunción (en el último caso en su segundo período).
El único consagrado en una elección vicepresidencial fue Alberto Teisaire. Hubo hasta hoy tres mujeres vicepresidentes, dos e las cuales también fueron primeras mandatarias y esposas de presidentes que las precedieron: Martínez de Perón y Fernández de Kirchner. Recordaremos hoy anécdotas que marcaron las relaciones entre los integrantes de la misma fórmula presidencial.
Sarmiento y Alsina: la campanita del Senado En la medianía de la presidencia de Domingo F. Sarmiento estalló un conflicto con su segundo. El líder del partido autonomista, el porteño Adolfo Alsina, no compartía algunas decisiones del sanjuanino mientras ocupaba la vicepresidencia. Vale recordar que Sarmiento era embajador en los Estados Unidos en 1868 cuando fue ungido para la primera magistratura y más que adhesión a su figura existía en la opinión pública gran rechazo al candidato presentado por Bartolomé Mitre para su sucesión: Rufino de Elizalde, que era canciller en esos tiempos de la guerra contra el Paraguay.
El propuesto por el oficialismo sólo triunfó en Catamarca y en Santiago del Estero, gracias al apoyo de los hermanos Antonino y Manuel Taboada. Es sabido que el carácter volcánico de Sarmiento no iba a facilitar la convivencia con Alsina, que tampoco era un hombre dócil. Según dijera Julio A. Roca:“Con Sarmiento, no había partido político que lo aguantase ni mujer que lo soportara”.
Las diferencias políticas dentro del gobierno no afectaron la gestión y fue una sorpresa la habilidad de Sarmiento en buscar aliados fuera de su núcleo íntimo como fue el caso de su visita a Concepción del Uruguay para reconciliarse con su viejo adversario Justo J. de Urquiza.
Frente al acoso de Alsina, que era un caudillo político de alta escuela, el presidente decidió mostrar su autoridad haciendo una interpretación sarcástica de la Constitución y pronunció una frase contundente y memorable: “El vicepresidente de la República Argentina tiene una sola tarea: tocar la campanita en el Senado”. Alsina entendió que el huracán iba en su búsqueda, bajó el perfil en espera de tiempos mejores soñando con su propia presidencia que le fue negada por su temprana muerte en 1877.
Quintana y Figueroa Alcorta: la llamada interrumpida
El 12 de octubre de 1904 asumía la presidencia del país Manuel Quintana, quien ya había sido candidato en tres ocasiones y la cuarta fue la vencida. En la llamada “Convención de Notables” que se efectuó para elegir a la fórmula presidencial surgió con naturalidad la candidatura de Quintana para encabezar el binomio y la de Marco Avellaneda como acompañante.
Algunos desacuerdos políticos hicieron que se optara por cambiar el compañero de fórmula por alguien más joven y resultó elegido el antiguo gobernador de Córdoba osé Figueroa Alcorta.
En el verano de 1905 estalló una revolución radical encabezada por Hipólito Yrigoyen que triunfó inicialmente en algunas provincias, entre ellas Córdoba. Figueroa Alcorta estaba de visita en su provincia y cayó prisionero de los sublevados. También estaba en su estancia “La Paz” Julio A. Roca que a caballo escapó de quienes iban a capturarlo y llegó hasta Santiago del Estero, donde esperó el desarrollo de los acontecimientos. El sorpresivo levantamiento fue calificado como “un rayo en medio de una tarde soleada”.
El presidente Quintana, obviamente preocupado por la vida de su segundo, estableció una conferencia telegráfica con Figueroa Alcorta, quien presionado por sus captores le sugirió al mandatario “olvidar todo, amnistiar a los civiles y militares sublevados, a cambio de su liberación”.
Quintana enfureció, cortó la comunicación y nunca volvió a hablar con su vicepresidente desde ese 6 de febrero de 1905. Nadie esperaba el desenlace que se produciría un año después: don Manuel moría el 12 de marzo de 1906y el cordobés don José entraba en la Casa Rosada, desde donde “olvidó todo”, dictando un perdón general.
Perón y Tessaire: el “cantor de las cosas nuestras”
El segundo mandato de Juan Perón comenzó rengo el 4 de junio de 1952, debido a la muerte del vicepresidente J. Hortensio Quijano el 3 de abril anterior, luego de su elección y antes de su asunción, y la muerte de Evita que se produjo el 26 de julio.
Dos años después, el presidente Perón convocó a comicios para elegir vicepresidente en abril de 1954, la única vez en la historia argentina, y resultó electo el contralmirante Alberto Teisaire, quien asumió el cargo el 7 de mayo. Fue la única vez en la historia que dos militares, uno del Ejército y otro de la Marina formaron dupla presidencial elegidos por el pueblo.
Cuando se producen los eventos que llevaron al derrocamiento del gobierno peronista el 16 de septiembre de 1955, Teisaire fue detenido y pidió entrevistarse con el presidente de facto, el general Eduardo Lonardi. Algunos sostienen que llegó a la Casa Rosada voluntariamente y recién allí fue encarcelado. Sorprendido, Lonardi recibió a Teisaire, quien produjo un terremoto político al grabar su testimonio contra Perón. Dijo cosas tan violentas como: “La conducta de Perón como gobernante y su deslealtad para los que en él creyeron, su cobarde y vergonzosa deserción frente al adversario…, me habilitan para la actitud que asumo...Algunos se preguntarán cómo fue que viendo tanta podredumbre moral e infamia ya no acusase en su momento al responsable directo de ese estado de cosas.
Mi respuesta es que el sistema cerraba toda posibilidad de rebeldía, crítica o disentimiento… Todo el que levantara su voz contra Perón era marcado como traidor o vende patria…”.
El impacto de estas palabras fue impresionante, y el ingenio popular le dio un tono gracioso imponiendo aTeisaire el mote de “Antonio Tormo”, el gran cantante folclórico mendocino a quien se conocía como “El cantor de las Cosas Nuestras”.Teisai retuvo el rencor de peronistas y el desprecio de quienes no lo eran.A pesar de que algunas crónicas sostienen que fue asesinado, la verdad histórica dice que murió naturalmente el 12 de septiembre de 1963.
Su olvido fue tal que a este cronista le costó más de diez años ubicar su sepultura, y fue chocante saber que su tumba ni siquiera figura en los registros correspondientes.
De la Rúa y álvarez: la coalición fracasada La llegada al poder del cordobés Fernando De la Rúa marcó un hito histórico. Por primera vez era presidente el líder de una coalición de gobierno no hegemonizada por el peronismo, dando fin a una década con Carlos Menem al frente del Estado. Los dos partidos de la “Alianza para el Trabajo, la Justicia y la Educación” acomodaron sus listas en elecciones internas y el radical De la Rúa ganó la que lo hizo presidente.
En el Frepaso la derrotada fue Graciela Fernández Meijide, y esa agrupación decidió enrocar sus candidatos a vicepresidente y a gobernador bonaerense. Así, el porteño Carlos “Chacho” álvarez quedó ungido como compañero del radical.
El 10 de diciembre de 1999 De la Rúa asumió y la Alianza repartió los ministerios y a mediados de 2000 estalló el escándalo por la compra de votos en el Senado en la discusión de una ley de reforma laboral. Las distintas posiciones frente al asunto produjeron una fractura que culminó con la renuncia no acordada de álvarez. Ese 6 de octubre se precipitaron dos crisis: una gubernamental que debilitó a De la Rúa y otra partidaria, ya que algunos ministros del Frepaso siguieron en sus cargos.
Pero en marzo de 2001 la Alianza colapsó cuando Fernández Meijide, Hugo Juri, Ricardo López Murphy y Federico Storani abandonaron sus ministerios, precipitando la crisis de un gobierno que sería derrotado en las elecciones legislativas, que culminó el 20 de diciembre con la renuncia de De la Rúa. Tampoco fueron fáciles las relaciones entre Alvear y González, Frondizi y Gómez, Juárez Celman y Pellegrini, y Ortiz y Castillo, pero esas son otras historias que ya recordaremos. l








